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Gómez Restrepo, S. J., Luis Felipe

Rector

Yoshioka Vargas, Ana Milena

Vicerrectora Académica

Granados Ospina, S. J., Luis Fernando

Vicerrector del Medio Universitario

Montehermoso Jaramillo, Carlos Rodrigo

Vicerrector Administrativo

Rojas Martínez, Alba Luz

Decana Académica

 

Agudelo Grajales, Diego

Editor

 

Autores

D. Agudelo G.,

J. M. Carrasquilla O.,

V. Martínez R.,

A. Padilla R.,

L. Rojas C.,

E. E. Velazco R.

 

López Peña, Nancy

Corrección de estilo

 

ISBN: 978-958-8856-78-0

ISBN_E: 978-958-8856-79-7

 

© Derechos reservados

© Sello Editorial Javeriano - 2016

 

Cabra Dussán, Iris

Coordinadora Sello Editorial

icabra@javerianacali.edu.co

 

Mejía, Patricia

Diseño gráfico

 

Fotografías

© Congregación de Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena (Madre Laura)

 

Desarrollo ePub

Lápiz Blanco S.A.S.

 

Santa Laura: un viaje por su vida y su legado / Diego Agudelo Grajales … [et al.]. -- Santiago de Cali: Pontificia Universidad Javeriana, Sello Editorial Javeriano, 2016.

180 páginas; ilustraciones; 23 cm.    

Incluye referencias bibliográficas.

                                                                                                                                                             

ISBN 978-958-8856-78-0  - ISBN_e 978-958-8856-79-7

 

1. Montoya Upegui, María Laura de Jesús, Santa, 1874-1949 -- Biografías 2. Religiosas -- Colombia -- Biografías 3. Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena 4. Santas cristianas -- Biografías I. Agudelo Grajales, Diego II. Carrasquilla Ospina, Jesús María III. Martínez Ruiz, Víctor IV. Padilla Ramírez, Adriano V. Rojas Cadena, Leonardo VI. Velazco Romero, Ever Eduardo VII. Pontificia Universidad Javeriana (Cali). Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Departamento de Humanidades. Grupo de Investigación De Humanitate

 

SCDD 271.97092 ed. 23            CO-CaPUJ

       malc/16

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 Agradecimientos

 

Los autores queremos reconocer el aporte de diferentes personas para la realización de este libro, pues sin su participación no hubiese sido posible.

Tres personas fueron decisivas para la gestación del proyecto de investigación del cual derivó el presente libro: el padre rector de la Universidad Javeriana de Bogotá, Jorge Humberto Peláez, quien nos propuso este proyecto cuando era el rector en Cali; la hermana Ayda Orobio, superiora de la Congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena, y el entonces director de la oficina de multimedios, señor Ignacio Murgueitio, cómplice de muchas tareas de este tipo que solo tenían el fin de cumplir la misión de evangelización desde el lugar de un libro.

Una vez conocido el proyecto, tuvimos el decidido apoyo de nuestro rector actual, el padre Luis Felipe Gómez, quien nos facilitó todo lo que estaba a su alcance para que siguiéramos adelante, y de nuestra decana, la doctora Alba Luz Rojas, quien con su afecto, especial generosidad y cuidado nos motivó para la realización de esta empresa. Por su parte, Manuel Sevilla nos ayudó, desde la dirección del Departamento de Humanidades, para que este proyecto se desarrollara a cabalidad.

Asimismo, agradecemos al padre Constantino Gutiérrez Gómez, al profesor Andrés Sandoval Sarrias y a Nancy López Peña, lectores críticos de este libro en la última etapa, quienes nos hicieron unas observaciones detalladas y rigurosas para mejorar el resultado final.

Cabe anotar que muchas personas han estado detrás de bambalinas y nos han animado y apoyado de diferentes maneras, especialmente nuestras familias y colegas. A ellos infinitas gracias.

Finalmente, nuestro mayor agradecimiento es para la comunidad religiosa de las lauritas, quienes nos apoyaron con la bibliografía que disponían, así como con fotografías, memorias y sistematizaciones. Agradecemos su testimonio evangélico que evidencia transparencia y el espíritu del resucitado, con esa alegría que la Santa Madre Laura le dio a su misión evangelizadora y que hoy se constituye en inspiración y reto para nosotros.

 

Editor

Diego Agudelo Grajales

Grupo de Investigación De Humanitate

 

El Grupo de investigación De Humanitate surgió en el año 2003. En un principio se denominó Teología y Sociedad, luego de varios años de trabajo arduo, se le cambió el nombre a De Humanitate. La razón del cambio fue para ampliar el panorama de las investigaciones de los profesores y, en general, del Departamento de Humanidades; es decir transitar a una perspectiva más incluyente e interdisciplinar del conocimiento. Hoy, Teología y Sociedad es una línea que se ha ido reconfigurando y proyectando nuevamente con diversas publicaciones. Una de ellas es la que hoy se presenta a la comunidad, con el título Santa Laura: un viaje por su vida y su legado.

Cabe anotar que la línea Teología y Sociedad se ha modificado para dar cabida a las Religiones y a la Familia, de modo que hemos optado por denominarla Teología Contextual, Familia y Religiones. Esto ha permitido visualizar mejor las investigaciones que se van a emprender y las alianzas con diversas maestrías de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales como, por ejemplo, la de Familia. Por tanto, esto ha evidenciado que es posible hacer investigaciones teniendo en cuenta las preguntas concretas de las comunidades y de las personas que quieren ahondar en una espiritualidad como la que propone la Madre Laura Montoya, asumiendo sus consecuencias e intentando un estilo de vida más auténtico, libre, solidario y, en general, más evangélico; que tiene como contexto de legitimidad moral a los más pobres de la sociedad.

En este sentido, el presente libro recoge algunas de las inquietudes de estas comunidades, que fueron acogidas por algunos docentes investigadores. Santa Laura: un viaje por su vida y su legado fue concebido en el marco de un Seminario Permanente de Investigación realizado por más de un año en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali por parte de algunos profesores del Departamento de Humanidades, miembros del Grupo de Investigación De Humanitate. Este seminario posibilitó las discusiones de los textos previos de los profesores e implicó que, en cada sesión, se fueran afinando los textos, reescribiendo perspectivas, precisando las categorías y el contexto de su uso. En este proceso se contó, en diversos momentos, con el acompañamiento y el diálogo fecundo con religiosas de la Congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena, conocidas popularmente como «las lauritas». Dichas hermanas facilitaron diferentes textos de sistematización de la obra para poder cruzar mejor la información con las comunidades concretas que viven en diversas regiones del país y de América Latina; comunidades que orientan sus acciones y su vida por esta espiritualidad, aunque no estén siempre vinculadas a las lauritas.

CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN

 

2. LA MADRE LAURA Y LA IGLESIA: FIDELIDAD Y LIBERTAD

 

2.1 Introducción

2.2 La Iglesia en América Latina a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX

2.3 Las tensiones de la Iglesia con el proyecto liberal y de modernismo en Colombia

2.4 La Madre Laura y la Iglesia de su tiempo en el contexto colombiano y antioqueño

2.5 Análisis crítico en perspectiva de fidelidad y creatividad

2.6 Bibliografía

 

3. LA MADRE LAURA Y SU COMUNIDAD: HACIA UN DIÁLOGO INTERCULTURAL DESDE LOS MÁS POBRES

 

3.1 Introducción

3.2 Una lectura intercultural incipiente y gradual

3.3 Su obra misionera, el diálogo intercultural y la comunicación: experiencia pastoral latinoamericana.

3.4 La comunidad de las lauritas y los desafíos de la sociedad actual

3.5 A manera de conclusión

3.6 Bibliografía

 

4. «POR LAS ALMAS DE LOS FIELES CON TODAS MIS FUERZAS»

 

4.1 «Un junco ante la borrasca»

4.2 «Defensora del oprimido»

4.3 «¡Así es Dios y más!»

4.4 «Pero para eso estaba Dios»

4.5 A manera de conclusión

4.6 Bibliografía

 

5.  REINO, SEGUIMIENTO E ITINERANCIA EN UNA REFLEXIÓN PEDAGÓGICA

 

5.1 Introducción

5.2 Presupuestos iniciales

5.3 El reino de Dios: seguimiento e itinerancia

5.4 El proceso formativo misional y sus experiencias metodológicas

5.5 Actividades que posibilitan la propuesta pedagógica de las Misioneras

5.6 Principios de las Misioneras

5.7 Algunos retos a modo de conclusión

5.8 Bibliografía

 

6. LA VIDA INTERIOR, ALMA DEL APOSTOLADO

 

6.1 Introducción

6.2 El proceso de vida interior de la Madre Laura: infancia y juventud

6.3 La madurez de la vida interior

6.3.1 Al otro lado del lago

6.3.2 La fuerza de la nada

6.3.3 Espiritualidad ignaciana

6.3.4 El colofón de la sensibilidad espiritual en el prólogo de la Autobiografía

6.4 El legado espiritual de la fundadora

6.4.1 Comulgar con la gracia de cada instante

6.4.2 Una espiritualidad inspirada en la naturaleza

6.4.3 Acción y contemplación

6.5 Vida interior y apostolado en las misioneras lauritas

6.6 Conclusiones

6.7 Bibliografía

 

7.  NUESTRO MODO DE PROCEDER: IDENTIDAD Y CARISMA DE LAS MISIONERAS DE LA MADRE LAURA

 

7.1 Introducción

7.2 SITIO: fuente e inspiración del carisma misionero

7.3 Encarnación

7.4 Contemplación en la acción

7.5 Itinerantes

7.6 Celo misionero

7.7 Comunión con la Iglesia

7.8 Vida fraterna y espíritu maternal

7.9 Conclusión

7.10 Bibliografía

 

8.  CONCLUSIONES

1.
INTRODUCCIÓN

 

La presente obra es el fruto de un itinerario académico y espiritual que abarca un poco más de dos años entre escuchar una propuesta, desarrollar un proyecto y, finalmente, presentar a la comunidad este trabajo en forma de publicación. Pero esto que se escribe en fases distintas y consecutivas supondría, como cualquier otro proyecto, que tuvo sus momentos complicados como también otros de fluidez. Esto vale para los autores y para quienes fueron definitivos en este proceso como algunos directivos de la Universidad, el editor ad hoc, monitor, entre otros.

Este proyecto tiene una particularidad y es que es imposible no comprometerse con él. Una vez se empieza a leer la Autobiografía de la Madre Laura, es inevitable sentirse atrapado por ella y convertirse en «cómplice» de sus búsquedas y locuras. Cada vez que el lector se adentra en esta lectura, su imaginación se activa con paisajes pintorescos que recogen la voz y la fuerza de la Madre Laura para defender algunas causas y dejar otras a la providencia de Dios. Lo anterior, invita al lector a seguir en una lectura que trasciende la curiosidad académica y se convierte en una fuente de espiritualidad. Es decir, aunque parezca osado, es una lectura que ayuda y transforma. Por ello, es fácil identificarse o reconocerse como «lauritos», ya que no se cierra la mirada en la Madre Laura, sino en la continuidad de su obra. Dicho de otro modo, la perspectiva está en la comunidad religiosa que, siguiendo su carisma, se propone hacer un seguimiento de la persona de Cristo, en la que es inevitable que experimenten muchas de las tensiones y problemas que vivió la Madre Laura, pero a las que hay que responder con fidelidad y creatividad. Así, cada capítulo es también una invitación a revisar si se está en el camino del seguimiento o se está usando la figura de la Santa para tener los reconocimientos sin tener que pasar por el sufrimiento.

Los artículos que conforman este libro, pueden ser leídos de manera independiente, puesto que la ubicación propuesta corresponde a un criterio que se basa en unas categorías básicas de lectura como la interculturalidad, la misión, la mística o la espiritualidad.

El primer artículo corresponde a las tensiones vividas con la Iglesia y, más precisamente, con la mentalidad de las jerarquías y los imaginarios presentes sobre la mujer, la vida religiosa, el culto, la obediencia, entre otras. El carácter del mismo es histórico y aunque no precisa de un único modelo metodológico, requiere de diferentes fuentes secundarias para interpretar ese contexto de tensión política que experimentó la Madre Laura en su empeño por seguir el llamado de Dios de evangelizar a los negros y los indios.

El artículo elaborado por el profesor Carrasquilla, aborda el tema del diálogo intercultural que hace la Madre Laura desde los más pobres y que mantiene su comunidad como una huella en su ADN con el pasar de los años. En el texto se proponen relaciones epistemológicas entre la misión de la comunidad de las lauritas y las reflexiones que su fundadora plasmó en su Autobiografía. Adicionalmente, se establecen vínculos con las experiencias misioneras y los postulados de algunos autores sobre la interculturalidad.

Por su parte, el tercer capítulo sitúa al lector en el lugar de la misión y para ello toma una frase de la Madre Laura en su Autobiografía «Por las almas de los infieles con todas mis fuerzas» en la que representa toda la intensidad y fidelidad del llamado misionero. El protagonismo lo tiene Dios, quien llama, capacita y comisiona. Así que lo importante es ofrecer el corazón, no desde la doctrina, sino desde la ternura y la disponibilidad para la acogida y el servicio de los más necesitados.

En el cuarto artículo se trata el tema de la pedagogía en las prácticas educativas y evangelizadoras que utilizó la Madre Laura y que las Misioneras de su Congregación han continuado. El autor hace un recorrido por algunos conceptos y principios básicos de los modelos pedagógicos y los relaciona con las prácticas de la Congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena. Asimismo, reflexiona sobre las implicaciones de una pedagogía centrada en la persona del indígena y del negro, para construir junto con ellos el reconocimiento de su propio ser como punto de partida para el reconocimiento de lo que les rodea.

El capítulo cinco presenta el tema de la vida interior como el alma del apostolado, ya que solo desde una experiencia de espiritualidad como la oración intensa y/o la vivencia de los sacramentos, se hace posible un genuino apostolado a favor de los más necesitados. En él, el profesor Padilla explicita diferentes características de la vida interior de la Madre Laura relatadas en su Autobiografía y en otros textos y cómo se reflejaron luego en su quehacer misionero. Asimismo, analiza de qué manera las misioneras lauritas han continuado con esa línea, resignificándola a la luz de los nuevos retos de la evangelización.

Finalmente, el capítulo seis da cuenta de una revisión de la identidad y del carisma de la comunidad de la Madre Laura utilizando una expresión de ajuste ignaciano, a saber: «Nuestro modo de proceder». Para lo cual se procuró mantener esa tensión entre lo vivido y lo que se vive hoy, entre lo experimentado con lo que se está experimentado actualmente, y que así como ayer se dio una respuesta coherente, hoy se exige estar a la altura de estos tiempos con la misma fidelidad y creatividad. De igual manera, se muestra que hay una experiencia desde los Ejercicios Espirituales de san Ignacio que tuvieron gran acogida en el corazón de la madre Laura, los cuales se encuentran cercanos, no solo en el lenguaje, sino en la vitalidad que se imprime a cada obra.

El lector encontrará en cada uno de los capítulos una perspectiva nueva e iluminadora para la lectura de las obras de la Madre Laura y el legado acogido en las hermanas lauritas, puesto que la formación y experiencia de los investigadores favorece la interdisciplinariedad del libro. Por otra parte, es esencial resaltar que los autores incursionan en un campo del saber en el que la academia poco se ha pronunciado, en la medida en que abordan ciertos temas desde el rigor del conocimiento científico, ofreciendo a la comunidad académica de las ciencias humanas un libro que abre el debate, que sienta un precedente y que se constituye en un punto de referencia obligada para futuras investigaciones sobre el tema. Esta obra aporta decididamente para la consolidación de los estudios literarios, pedagógicos, antropológicos, teológicos y filosóficos en torno a la vida y obra de la Madre Laura: mujer, misionera, maestra, escritora, editora, mística y santa; una mujer polifacética frente a la cual apenas comienzan los pronunciamientos de la academia.

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2.
LA MADRE LAURA Y LA IGLESIA: FIDELIDAD Y LIBERTAD

Por: Diego Agudelo Grajales1

 

 

2.1
Introducción

Una de las tensiones más significativas que debió afrontar la Madre Laura que, en cierto modo pareciera ser el sello indeleble de su obra, fue precisamente con la jerarquía eclesiástica. En ella se representaba la voz oficial institucional de la Iglesia en una época caracterizada por muchas confrontaciones políticas. Las tensiones surgieron en las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del XX, puesto que la Iglesia tomó partido por la ideología conservadora.

Hacer énfasis en esta tensión ayudará a comprender los conflictos entre la Iglesia y el Estado en la historia colombiana durante ese tiempo en que vivió la Madre Laura. Asunto que no puede limitarse al punto de vista nacional, sino que ha de tenerse en cuenta la situación internacional de la Iglesia durante esta época, pues refleja su problemática general respecto al mundo moderno y las ideas de la Ilustración. Asimismo, debe considerarse la pérdida creciente de poder político del papa por el despojo de los Estados Pontificios para explicar su lenguaje y acciones en las confrontaciones con los gobiernos liberales.

Por otra parte, esto ayuda a mostrar el temple sicológico de la Madre Laura que le permitió ser profundamente resiliente; en tanto fue capaz de recibir un no como respuesta y, en lugar de desanimarla en su empresa, lo que hizo fue impulsarla a lograrla, no solo por su temperamento obstinado, sino porque comprendía que esas negativas y dificultades hacían parte de la cruz que se lleva como camino de salvación. Ella sabía que evangelizar a los indios y a los negros no era tarea fácil, pero también sabía que era obra de Dios y que ella era un instrumento de Dios para ese propósito de la salvación.

La Madre Laura conocía y compartía los imaginarios de su sociedad sobre el papel secundario de la mujer en las dinámicas sociales y en el matrimonio, en la obediencia a lo mandado por los varones mayores de las familias, en la disponibilidad interior a seguir la doctrina de la Iglesia y del seguimiento de las «buenas costumbres» morales, entre otras. La Madre Laura procuró seguir a cabalidad ese orden social. Sin embargo, sintiéndose libre y segura en su fe y en la oración, emprendió el camino a la selva para fundar las misiones y las ambulancias. Esta decisión representó un desafío, no tanto por la naturaleza hostil de la selva, que de hecho lo era, sino por esas costumbres y paradigmas sociales de su época, especialmente la representación del poder de la Iglesia. Este era reconocido por el pueblo en la figura de los curas párrocos, las comunidades religiosas misioneras de las más remotas aldeas y de los obispos; en contraste con los gobernantes civiles que estaban lejos de los pueblos y de sus necesidades que carecían de legitimidad y de reconocimiento (González, 1997: 125).

Este capítulo está orientado a valorar la mirada de la Madre Laura desde la perspectiva de sus misiones y de la fundación de su obra. De manera que la referencia a la Iglesia y a su discurso es entendida desde la jerarquía y desde su contexto en Colombia, junto con la particularidad antioqueña. Para el tratamiento del tema se ha optado por el método histórico-crítico en cuanto al manejo de fuentes, lo que significa selección de fuentes de primer orden (autoría de la Madre Laura) y de segundo orden (historiadores, comentadores). Tal tratamiento busca construir puentes que posibiliten una lectura e interpretación que favorezcan una comprensión más amplia del contexto histórico y del entramado ideológico que sustentaba las relaciones de fuerza que se tejían y se entrecruzaban entre la Madre Laura, su obra, la jerarquía, el gobierno nacional, departamental y las comunidades. La perspectiva de análisis para dichas relaciones sociales, rituales, ideológicas, entre otras, permite comprender el juego de esas tensiones que definen la novedad profética de la Madre Laura y su obra, en relación con el modo de ser Iglesia en ese momento en Colombia.

La estructura del capítulo se desarrolla a partir de cuatro puntos que se entrelazan entre sí. El primer punto recoge un panorama de la Iglesia en el contexto de América Latina, específicamente en las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad de siglo XX. En el segundo, se hace una lectura sobre las tensiones que tenía la Iglesia con las ideas y los gobiernos liberales en Colombia. El tercero, corresponde a las tensiones de la Madre Laura con la Iglesia, relacionadas con el contexto colombiano, pero particularmente con la realidad antioqueña. En el cuarto punto se realiza un análisis crítico de esas tensiones de modo interdisciplinario, que sirve de consideración en esa tarea de la Congregación de ser fieles y libres al espíritu de la Madre Laura.

2.2
La Iglesia en América Latina a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX

Antes de entrar a plantear el tema, es preciso señalar que Enrique Dussel (1978) advierte que el tratamiento de estos temas es relativamente nuevo, pues América Latina no era importante para el historiador universal, y menos lo referente a la Iglesia; en tanto que esta había sido tratada como un universal dentro de la cultura, en donde sus particulares formas de estar en cada espacio no habían sido consideradas. Teniendo en cuenta estas limitaciones, corresponde al historiador latinoamericano, por vía de una historicidad crítica, la tarea de autoconciencia histórica que le permita conocer la realidad en la que nos encontramos, así como el porqué de ella y lo que queda pendiente para seguir haciendo historia (pp. 20-22). En términos concretos, esta línea de trabajo realizada en torno a la vida y obra de la Madre Laura, significa re-ensamblar y re-unir la historia para hacer una nueva comprensión existencial que permita a la comunidad mantenerse fiel al espíritu misional de la fundadora.

Dicho lo anterior, se puede entablar las relaciones de la Iglesia con los gobiernos liberales, los cuales llegaron a los países de América Latina a finales del siglo XIX, y que serán un marco de referencia para la experiencia vital de la Madre Laura en relación con las confrontaciones, primero contra la Iglesia y, al mismo tiempo, dentro de ella. La primera, significaba perder centralidad y capacidad de influencia, lo que explica su reacción integrista conocida como «la romanización», la cual coincide como estrategia para contrarrestar el avance del modernismo que se agudizó con la pérdida de los Estados Pontificios en 1860. Esta romanización se caracterizó por la centralidad de los asuntos relacionados con la Iglesia los cuales se trataban desde Roma con la potestad del papa. Por su parte, la segunda, referida a las tensiones internas, da cuenta que a pesar de estar alienados en la perspectiva de la jerarquía, había grupos del clero que simpatizaban con el proyecto liberal, lo que representaba una ambigüedad desconcertante para la Madre Laura y un motivo de desconfianza.

Al respecto, Fernán E. González (1997) manifiesta que conviene subrayar la no homogeneidad interna de la Iglesia y del Estado liberal, en tanto que la Iglesia, el liberalismo y el conservatismo no han sido organizaciones monolíticamente indiferenciados, ni siquiera en los momentos de mayor conflicto. Hay que diferenciar a Murillo Toro de Núñez, a Camacho Roldán de Mosquera y Rojas Garrido, a Santiago Pérez de Aquileo Parra, dentro del liberalismo. Por su parte, dentro de la Iglesia, no se puede identificar la actitud conciliadora de monseñor Arbeláez, arzobispo de Bogotá, frente a la educación liberal radical, con las posiciones beligerantes de los obispos Bermúdez y Canuto Restrepo, que contribuyeron en el inicio de la guerra civil de 1876. Tal heterogeneidad está presente en la Iglesia desde la Colonia, durante el conflicto entre los sacerdotes seculares y religiosos, entre los obispos (españoles) y los sacerdotes (criollos), unos que defendían la legitimidad del rey de España y los otros que alentaban la independencia. Esta heterogeneidad se evidencia también en la posición que representó la Iglesia para el conservatismo pues, para unos, era el único instrumento capaz de crear y contener los ánimos sociales y generar identidad mediante sus ritos, costumbres y fuentes (Mariano Ospina Rodríguez), mientras que para otros simplemente representaba un instrumento político (José María Samper).

González también plantea que la romanización fue la nueva forma de la Iglesia para estar presente en las nuevas repúblicas. La estrategia que se utilizó fue el nombramiento de los nuncios pontificios como representantes de Roma; quienes, junto a sus defensores o aliados (los jesuitas, por mencionar un ejemplo), se presentaban ante los nuevos gobiernos para tener unas garantías de desarrollo como Iglesia, a cambio de un reconocimiento de su legitimidad ante el pueblo. Pero no se trataba simplemente de un juego diplomático de representación, sino de una estrategia para contener y debilitar los cambios de la modernidad que estaban en boga en toda Europa y que se extendían a las nuevas repúblicas. A tal punto que, en 1864 el papa Pío IX promulgó el Syllabus Errorum o compendio de errores, como una crítica radical a las ideas liberales con las cuales el Sumo Pontífice no pretendía transigir ni reconciliarse. Según Beltrán (2013), esta condena oficial se reforzó con el desarrollo de la Doctrina social impulsada por el papa León XIII. Esta Doctrina tenía sello tomista, centrado en la inmutabilidad del orden divino y en la visión estática de la realidad; de modo que mientras los gobernantes liberales veían el cambio y la modernidad como asuntos positivos y símbolos de progreso, para la Iglesia y los conservadores se traducían como los peligros o amenazas de un orden establecido, que debían contrarrestar con el aseguramiento de las instituciones católicas para defender las buenas y santas costumbres. Esta estrategia de León XIII, sin embargo, no era de confrontación directa con la modernidad sino de reconquista y recristianización por eso «aprovechó las ventajas que ofrecían las instituciones modernas; su objetivo era valerse de las bases católicas y del apoyo de las masas para penetrar las instituciones democráticas» (Beltrán, 2013: 43). Dicha estrategia permitió el crecimiento de diversas asociaciones católicas que, gracias a su capacidad de movilización social, extendieron su campo de influencia a sectores claves de la sociedad, lo que fue aprovechado en Colombia por el Partido Conservador para hacer oposición al liberalismo y a sus reformas. Las mujeres ocupaban un papel destacado en estas asociaciones, como activistas comprometidas con la Iglesia, asunto que se profundizará más adelante.

En este sentido, puede afirmarse que se trató de un «catolicismo social» como lo llama Rodolfo Ramón De Roux (2012), articulado con el proceso de romanización. Consistió en la reinstauración del orden social cristiano (instaurare omnia in Christo) que trajo como consecuencia una especie de militancia de católicos en lo social y en lo político, expresada en modelos de organización como los Círculos de Obreros de la llamada pastoral obrera y de los partidos políticos cristianos. La encíclica Rerum Novarum (1891) de León XIII fue el documento eclesial que brindó los aportes más significativos al creyente católico para hacer frente a las nuevas ideologías y para proyectarse de manera distinta ante lo social y lo político. Los siguientes pontificados mantuvieron esa orientación y la Iglesia en Colombia se mantuvo en esa línea hasta el Concilio Vaticano II.

De este modo, ante un Estado liberal que buscaba responder a los problemas sociales sin el concurso de la Iglesia, al considerar que solo le competía el ámbito de lo privado, la Iglesia se organizó en un frente común con una doctrina única y se hizo presente en lo social mediante la creación de organizaciones de sindicatos, universidades, colegios, escuelas, prensa y movimientos católicos de todo tipo. También se constituyó como una especie de paralelismo al Estado en lo social, y el gran mecanismo para estar presente fueron los grupos de la Acción Católica. Con esta estrategia, la Iglesia se escapó de la intención estatal de limitarla a las sacristías y reducir su acción al culto (De Roux, 2012: 21-24).

Sin embargo, el predominio de la visión conservadora fue evidente y todos esos intentos de secularización del liberalismo, en cierto modo, quedaron aplazados, pues se fortaleció esa romanización en la figura del papa desde varios frentes. De un lado, nombró obispos en América Latina de mentalidad conservadora que debían controlar sus iglesias locales siguiendo fielmente las directrices de Roma y evitando los proyectos innovadores. De otro lado, copó los espacios de comunicación con la divulgación de la Doctrina social de la Iglesia y la infalibilidad del papa. Asimismo, unificó el lenguaje y la doctrina mediante el tomismo como la fuente segura, y evangelizó a los gobernantes para influir y mantener sus ideales en las sociedades. Esto es lo que se llama «recristianización» como un proyecto de restauración y alineación del clero que defendía esa estructura jerárquica, generando una identificación en el imaginario colectivo entre Iglesia y la Santa Sede de Roma. Un claro ejemplo de lo anterior lo constituye el Primer Concilio Plenario de América Latina, convocado por León XIII (1898), no tanto por el hecho de que fuera el primer encuentro de los obispos en Roma, todos ellos antiguos estudiantes y residentes del Pío Latino, sino porque la preparación estuvo a cargo de teólogos de la gregoriana, ninguno de ellos latinoamericano; de lo cual se colige que obviamente las conclusiones del mismo estuvieron en el orden de alineamiento institucional con Roma, el cual sería la instancia definitoria de cualquier decisión.

Este Concilio Plenario de América Latina tuvo el objetivo formal de conocer la realidad de los indígenas y saber cuál era el plan de la Iglesia para las Santas Misiones a los infieles (n° 770-774. 766). Este no fue un hecho aislado, dado que se fundaron obras para ayudar a las misiones y, en 1925, con ocasión del Año santo, se organizó en Roma una exposición sobre la pastoral misionera, y el siguiente año se declaró el Domingo Universal de las Misiones. Un año después, se declaró a Santa Teresita del Niño Jesús como patrona universal de las misiones y se creó el organismo Fides para transmitir noticias sobre las misiones. De esta manera crecieron el número de territorios eclesiásticos de misión, vicariatos y prefecturas apostólicas, todos ellos desde el lenguaje eclesial de romanización. Junto a este florecimiento institucional también crecieron las cartas encíclicas como la de Pío X en 1912 para los obispos de la América Latina: Lacrimabili Statu indorum. En ella se plantea la preocupación por la situación indígena, que continua en el interés de Benedicto XV en la encíclica Maximun illud (1919) y de Pío XI con la encíclica Rerum Eclesiae (1926), en la que aborda el tema de la falta de clero indígena y solicita hacer lo posible por hacer una formación de clero autóctono y aprovechar los recursos para la propagación de la fe.

El contexto eclesial y religioso en América Latina fue dominado entonces por las misiones y ese dinamismo iba acompañado de fundaciones de comunidades religiosas para hacer una presencia más institucionalizada que garantizara la permanencia de la tarea evangelizadora. Este crecimiento o impulso de las comunidades religiosas masculinas y femeninas fue un fenómeno también presente en Europa entre mediados de los siglos XIX y XX, lo que significa que no solo era una estrategia para Latinoamérica, sino que fue una estrategia de la Iglesia universal para promover las vocaciones, estar presente e influir en los países en sus procesos de construcción como naciones y estados. Para mantener esta relación tan estrecha, ya no era importante solamente ayudar a los gobiernos conservadores, sino estar presentes en los lugares de decisión o en la formación de quienes tendrían ese papel; por eso el interés de crear comunidades religiosas que se dedicaran a la educación. Por estas razones, la presencia de la Iglesia se hizo en medio de la desconfianza de los gobiernos liberales con los cuales mantenía tensiones muy importantes que hicieron más contundente la estrategia de romanización.

Es importante entender que todo este movimiento eclesial de documentos, declaraciones, congresos y concilios de la Iglesia para América Latina promoviendo las misiones, deben leerse desde ese interés de la Iglesia de Roma por estar presente en estos nuevos territorios en unidad en la fe, pero especialmente en unidad con la jerarquía. La Madre Laura, su lenguaje y su aparente sumisión a esa jerarquía es ejemplo de ese imaginario colectivo construido alrededor de la Iglesia.