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Apellido autor, Nombre

Título obra. - XXa ed. - Buenos Aires : Autores de Argentina, 2018.

XXX p. ; 20x14 cm.


ISBN XXX-XXX-XXXX-XX-X


1. Temática xxx . 2. Xxx. I. Título.

XXX XXXX



Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com



Diseño de portada: Juan A. Zuloaga



Contacto: yoespiritu19@gmail.com



Dedico este trabajo a todos los hermanos que trabajan desinteresadamente para el bien. Ellos no lucran para su conveniencia con las herramientas recibidas,

por el contrario, las utilizan para ayudar tanto

a los seres que sufren en este plano material,

como a los espíritus sumidos en el error.

Pensé también al escribir este libro en todos aquellos hermanos que sin tener conocimientos espirituales aspiran a tenerlos para mejorar su estado evolutivo.

Prólogo
“Oasis en el Mar”

En una hermosa tarde me encontraba en la confitería “Samadhi”, en el centro de Capilla del Monte, charlando con varios personajes emblemáticos del lugar sobre el libro que estaba escribiendo mi amigo Aldo Bolzi. A su pedido le dije que gustosamente realizaría el prólogo de su trabajo mientras pensaba cuál sería el contenido y el título de mi escrito. Rodolfo, uno de los personajes presentes en esa reunión, de pronto me inspiró cuando nos habló de un trabajo que estaba haciendo. Después de varios pedidos para que nos dijese el título de su libro accedió con el compromiso de que no lo copiásemos, pero a mí me llamó la atención la parte contrafáctica de su título, y me pareció que el prólogo de este libro debía llamarse “Oasis en el Mar”.

El por qué es bien simple, el mundo tiene puntos, eventos y personas que lo caracterizan y definen, esos son los Oasis, mientras que el mar nos llena de emociones y nos conecta con la esencia que tenemos en nuestro interior. Esa esencia es la que nos permite juntar el cielo y la tierra, esos mundos que se complementan y le dan sentido a la vida.

Aldo Bolzi en su libro resume su camino en la búsqueda de las verdades trascendentes, permitiéndonos comprender que las cosas infinitas no se entienden, se sienten.

Cuando lo conocí a Aldo en Octubre del 2017, en Capilla del Monte me llamó la atención su sencillez y generosidad. Recién con el tiempo comprendí el nivel espiritual de su búsqueda y el largo camino que había recorrido para llegar a este presente.

Recordamos la “Escuela Científica Basilio” donde durante mi niñez mi madre me llevaba para asistir a distintos eventos que me marcaron espiritualmente.

En estas conversaciones me di cuenta de que Aldo tenía mucho para decir por eso lo incentivé para que pudiese compartir, con todos nosotros, sus experiencias. Además nos unió el interés que mostró por un tema que conozco muy bien como es la Ciudad de Erks y la vida de Angel Cristo Acoglanis.

Volviendo al mar que nos moviliza, colma nuestro interior y le da sentidos a nuestros pasos, nos hace reflexionar en nuestra historia. Quizás sea esta la memoria de esa búsqueda donde hace 500 millones de años algunos peces abandonaron los resecos pantanos donde vivían para dirigirse a tierra firme. De ellos surgieron toda clase de animales; el hombre entre ellos. Tal vez la memoria oscura de esa huida sea la que hizo a los hombres mirar al mar, con perplejidad y satisfacción. Y también con inocencia renacida pero, sobre todo, con la nostalgia inmensa y esa especie de deseo íntimo, volver a la unidad primera de las cosas.

Podemos pasar horas mirando el fuego o el cielo como si esperáramos revelaciones únicas. Pero el mar colma nuestros sentidos, lo miramos, nos gusta su olor, su contacto y a veces como el pirata moribundo de la “Isla del Tesoro” tenemos necesidad de oírlo para saber que aún estamos vivos. El mar mítico de los griegos, por ejemplo es el mar vivo de todas las maravillas, los grandes dioses colonizaron sus aguas con la pericia de sus marineros y las llenaron con tonos poéticos con la fuerza de la imaginación. Este es el lugar de todas las maravillas. Poseidón se llenó de felicidad cuando comprobó que en el reparto de los dominios, a él le tocaban las aguas. Allí los griegos crearon algunas de las historias de mar más hermosas de todos los tiempos. El mar les dio vida a los cristianos a través del bautismo, y el mar se instauró como una de las metáforas de la existencia humana más fructífera. El mar nos conecta con DIOS. Porque el mar es fuente de vida, de saber y de emociones.

Y son estas emociones las que me permitieron contactar con la esencia espiritual de mi amigo Aldo Bolzi. Con él hemos compartido momentos inolvidables en lugares mágicos y de intensa vibración espiritual. Con él hemos dialogado con personajes carismáticos, profundos y sensibles como mi amigo Claudio María Domínguez, como tantos otros. Con él nos hemos acercado a través de profundas charlas a las preguntas que todos tenemos, tratando de descorrer el velo de los misterios a través de las respuestas. Y finalmente con él hemos construido una gran amistad que nos permite transitar estos momentos con sabiduría, ya que la suma de todas las partes enriquece el todo.

Por todo esto para mí es un gran placer escribir este prólogo en que la historia y las vivencias espirituales de Aldo aportarán, la luz tan necesaria en esta época de búsqueda personal y universal.

Como ha dicho el padre jesuita Teilhard de Chardin: “En el océano misterioso de las energías morales que es necesario explorar y humanizar se embarcan los navegantes más audaces del futuro. Probarlo todo y llevar a cabo todo en la dirección de una consciencia mayor, tal es, en un universo en estado de transformación espiritual, la ley general y suprema”.


Roberto Villamil de la Sierra

Prólogo del autor

Al escribir este libro quise compartir las experiencias vividas desde mi niñez que me llevaron a estudiar todo lo relacionado a la espiritualidad.

Las primeras enseñanzas las recibí de mis padres y luego, en mi juventud, obtuve una profunda formación en espiritismo como adepto en la Escuela Científica Basilio. Aunque mi necesidad de saber más y más me llevaron a investigar en otros espacios dedicados a la espiritualidad donde amplié mis conocimientos y obtuve nuevos instrumentos para ayudar a los demás.

En este camino emprendido aprendí que recibimos un cuerpo, y es nuestra responsabilidad aprender las leyes espirituales para cuidarlo como vehículo para poder evolucionar.

Esta obra es tan sólo un resumen que espero sirva para comprender nuestros orígenes, porqué estamos aquí y hacia donde vamos después de desencarnar.

Intentaré también explicar como se manifiestan las leyes espirituales que rigen nuestras vidas, tanto

para los encarnados como para quienes han desencarnado, sean estos espíritus del bien como del error. Por otra parte, señalaré las estrategias que debemos seguir para protegernos de caer en el error, y aprovechar la oportunidad que nos ofrece Dios, en esta vida de encarnados, para alcanzar la luz.


Aldo Bolzi