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José Martí

Nuestra América

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9816-020-8.

ISBN ebook: 978-84-9897-878-0.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 11

La vida 11

La épica popular 11

Carta a Gonzalo de Quesada 13

I. Nuestra América: Guatemala, 11 de abril de 1877 17

Los Códigos Nuevos 18

Respeto a nuestra América 22

Buenos y malos americanos 23

La América, Nueva York, abril, 1884 26

Juárez 27

Una escuela de artes y oficios en Honduras 29

Nuestras tierras latinas 30

La República Argentina en el exterior 34

Mensaje presidencial 42

Madre América 45

Nuestra América 53

Honduras y los extranjeros 62

II. Norteamericanos: Las conferencias internacional y monetaria 65

El Congreso de Washington. La excursión en el tren palacio. Batalla preliminar. Actitud de los delegados argentinos. Blaine, presidente. Bastidores y detalles de la elección. La sesión inaugural. Las comidas oficiales. El tren palacio 72

Congreso internacional de Washington. Su historia, sus elementos y sus tendencias 78

Nueva York, 2 de noviembre de 1889 86

La conferencia americana. Sucesos varios. Noticias de América. La Argentina en la conferencia. Reconocimiento del Brasil. Crónica de la conferencia 96

La política internacional de los Estados Unidos. El centenario de la Suprema Corte. La Conferencia Americana. Plan de arbitraje del doctor Sáenz Peña 103

El ferrocarril interamericano y la conferencia panamericana 106

La conferencia de Washington. La América Latina en la conferencia. El arbitraje y los tratados de comercio. El discurso del doctor Sáenz Peña sobre el Zollverein 108

La conferencia de Washington. El Proyecto de Arbitraje. La Argentina abre el debate. Actitud de Chile. Discurso dramático de Blaine. Quintana y Blaine. La Argentina protesta. El Tratado y sus firmas 114

Congreso de Washington. La última sesión. El doctor Quintana contra la conquista. Sucesos imprevistos y dramáticos. Los Estados Unidos y Chile 132

Los delegados argentinos en Nueva York. El paseo por el Sur. La opinión y los delegados. Obsequios a los delegados argentinos. Banquete de Vanderbilt al doctor Sáenz Peña 137

Los asuntos hispanoamericanos en Washington. El Ferrocarril Internacional. Política interior y exterior. Blaine y los Tratados de Reciprocidad 142

A Gonzalo de Quesada 147

Cartas a Gonzalo de Quesada 152

Gonzalo 154

Informe. Presentado el 30 de marzo de 1891, por el señor José Martí, delegado por el Uruguay, por encargo de la Comisión nombrada para estudiar las proposiciones de los delegados de los Estados Unidos de Norteamérica, en la Comisión Monetaria Internacional Americana, celebrada en Washington 157

La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América 163

Hispanoamericanos 175

Miguel Peña 175

Cecilio Acosta 191

Olegario Andrade 203

Juan Carlos Gómez 209

Eloy Escobar 217

Heredia 221

Tres héroes 227

Páez 232

Álbum de El Porvenir. Nueva York, 1891 240

El General Gómez 249

Patria, 31 de octubre de 1893 255

Palabras en la Sociedad Literaria Hispanoamericana de Nueva York sobre Santiago Pérez Triana 256

Escenas Americanas: La estatua de Bolívar 260

El centenario de Bolívar en Nueva York 263

Discurso pronunciado en la velada en honor de México de la Sociedad Literaria Hispanoamericana en 1891 266

Discurso pronunciado en la velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana en honor de Venezuela, en 1892 269

Discurso pronunciado en la velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana de Nueva York en honor de Simón Bolívar el 28 de octubre 1893 273

La fiesta de Bolívar en la Sociedad Literaria Hispanoamericana 280

Apuntes 283

México 286

Jolbós 288

Isla de Mujeres 289

Curazao 294

Un viaje a Venezuela 300

Libros sobre América: El poema del Niágara 316

Nueva York, 1883 332

Los arabescos de Eduino 335

Manual del veguero venezolano 339

La sociedad hispanoamericana bajo la dominación española 345

La Pampa 349

Tipos y costumbres bonaerenses 357

Guatemala 364

Revista guatemalteca 406

Letras, educación y pintura: Revista Universal 408

Agrupamiento de los pueblos de América. Escuelas en Buenos Aires 411

La América grande 413

Abono. La sangre es buen abono 414

Biblioteca americana 416

El hombre antiguo de América y sus artes primitivas 418

Autores americanos aborígenes 421

Centroamérica y las hormigas 423

El Popol Vuh de los Quichés 426

El Güegüence 429

Consideraciones 431

Guerra literaria 434

Historia de la literatura colombiana 441

La tierra del quetzal 443

Serie de artículos para «La América» 446

Correspondencia 449

A Valero Pujol 449

A Fausto Teodoro de Aldrey 452

A Bartolomé Mitre y Vedia 453

A Manuel A. Mercado 456

A Manuel A. Mercado 462

A Roque Sáenz Peña 464

Al señor Director de la República 464

A Pío Víquez 469

A F. Henríquez y Carvajal 470

Libros a la carta 475

Brevísima presentación

La vida

José Martí (La Habana, 1853-Dos Ríos, 1898). Cuba.

Era hijo de Mariano Martí Navarro, valenciano, y Leonor Pérez Cabrera, de Santa Cruz de Tenerife.

Martí empezó su formación en el Colegio de San Anacleto, y luego estudió en la Escuela Municipal de Varones. En 1868 empezó a colaborar en un periódico independentista, lo que provocó su ingreso en prisión y más tarde su destierro a España. Vivió en Madrid y en 1871 publicó El presidio político en Cuba, su primer libro en prosa.

En 1873 se fue a Zaragoza y se licenció en derecho, y en filosofía y letras. Al año siguiente viajó a París, donde conoció a personajes como Víctor Hugo y Augusto Bacquerie.

Tras su estancia en Europa vivió dos años en México. Por esa época se casó con Carmen Zayas Bazán, aunque estaba enamorado de María García Granados, fuente de inspiración de sus poemas.

En 1878 regresó a La Habana y tuvo un hijo con Carmen. Un año después fue deportado otra vez a España (1879). Hacia 1880 vivió en Nueva York y organizó la Guerra de Independencia de su país. Fue cónsul de Argentina, Uruguay y Paraguay en esa ciudad norteamericana; dio discursos, escribió artículos y versos, conspiró, fundó el Partido Revolucionario Cubano y redactó sus Bases. En 1895, al iniciarse la Guerra de Independencia, se fue a Cuba y murió en combate.

La épica popular

Nuestra América es un vasto programa literario que Martí describe en una carta a su amigo Manuel Mercado (carta también presente en este volumen). El libro futuro se dividiría en varios apartados relacionados con diferentes visiones de América, y abarcaría cuestiones políticas relativas al norte y al sur del continente, crónicas culturales y literarias y el ensayo homónimo hoy considerado un texto base en las reflexiones identitarias de Latinoamérica.

Carta a Gonzalo de Quesada

Montecristi, 1 de abril de 1895

Gonzalo querido: De mis libros no le he hablado. Consérvenlos; puesto que siempre necesitará la oficina, y más ahora: a fin de venderlos para Cuba en una ocasión propicia, salvo los de la Historia de América, o cosas de América —geografía, letras, etc.— que usted dará a Carmita a guardar, por si salgo vivo, o me echan, y vuelvo con ellos a ganar el pan. Todo lo demás lo vende en una hora oportuna. Usted sabrá cómo. Envíemele a Carmita los cuadros, y ella irá a recoger todos los papeles. Usted aún no tiene casa fija, y ella los unirá a los que ya me guarda. Ni ordene los papeles, ni saque de ellos literatura; todo eso está muerto, y no hay aquí nada digno de publicación, en prosa ni en verso: son meras notas. De lo impreso, caso de necesidad, con la colección de La Opinión Nacional, la de La Nación, la del Partido Liberal, la de la América hasta que cayó en Pérez y aun luego la del Economista, podría irse escogiendo el material de los seis volúmenes principales. Y uno o dos de discursos y artículos cubanos. No desmigaje el pobre Lalla Rookh que se quedó en su masa. Antonio Batres, de Guatemala, tiene un drama mío, o borrador dramático, que en unos cinco días me hizo escribir el gobierno sobre la independencia guatemalteca. La Edad de Oro, o algo de ella sufriría la reimpresión. Tengo mucha obra perdida en periódicos sin cuento; en México del 75 al 77 —en la Revista Venezolana, donde están los arts. sobre Cecilio Acosta y Miguel Peña: —en diarios de Honduras, Uruguay y Chile— en no sé cuantos prólogos: —a saber. Si no vuelvo, y usted insiste en poner juntos mis papeles, hágame los tomos como pensábamos:

I. Norteamericanos

II. Norteamericanos

III. Hispanoamericanos

IV. Escenas Norteamericanas

V. Libros sobre América

VI. Letras, Educación y Pintura

Y de versos podría hacer otro volumen: Ismaelillo, Versos Sencillos, y lo más cuidado o significativo de unos Versos Libres, que tiene Carmita. No me los mezcle a otras formas borrosas, y menos características.

De los retratos de personajes que cuelgan en mi oficina escoja dos usted, y otros dos Benjamín. Y a Estrada, Wendell Phillips.

Material hallará en las fuentes que le digo para otros volúmenes: el IV podría doblarlo, y el VI.

Versos míos, no publique ninguno antes del Ismaelillo; ninguno vale un ápice. Los de después, al fin, ya son unos y sinceros.

Mis Escenas, núcleos de dramas, que hubiera podido publicar o hacer representar así, y son un buen número, andan tan revueltas, y en tal taquigrafía, en reversos de cartas y papelucos, que sería imposible sacarlas a luz.

Y si usted me hace, de puro hijo, toda esa labor, cuando yo ande muerto, y le sobra de los costos, lo que será maravilla, ¿qué hará con el sobrante? La mitad será para mi hijo Pepe, la otra mitad para Carmita y María.

Ahora pienso que del Lalla Rookh se podría hacer tal vez otro volumen. Por lo menos, la Introducción podría ir en el volumen VI. Andará usted apurado para no hacer más que un volumen del material del 6.º El Dorador pudiera ser uno de sus artículos, y otro Vereshagin y una reseña de los pintores impresionistas, y el Cristo de Munckazy. Y el prólogo de Sellén, —y el de Bonalde, aunque es tan violento—, y aquella prosa aún no había cuajado, y estaba como vino al romper, —usted solo elegirá por supuesto lo durable y esencial.

De lo que podría componerse una especie de Espíritu, como decían antes a esta clase de libros, sería de las salidas más pintorescas y jugosas que usted pudiera encontrar en mis artículos ocasionales. ¿Qué habré escrito sin sangrar, ni pintado sin haberlo visto antes con mis ojos? Aquí han guardado los En Casa en un cuaderno grueso: resultan vivos y útiles.

De nuestros hispanoamericanos recuerdo a San Martín, Bolívar, Páez, Peña, Heredia, Cecilio Acosta, Juan Carlos Gómez, Antonio Bachiller.

De norteamericanos: Emerson, Beecher, Cooper, W. Phillips, Grant, Sheridan, Whitman. Y como estudios menores, y más útiles tal vez, hallará, en mis correspondencias, a Arthur, Hendricks, Hancock, Conkling, Alcott, y muchos más.

De Garfield escribí la emoción del entierro, pero el hombre no se ve, ni lo conocía yo, así que la celebrada descripción no es más que un párrafo de gacetilla. Y mucho hallará de Longfellow y Lanier, de Edison y Blaine, de poetas y políticos y artistas y generales menores. Entre en la selva y no cargue con rama que no tenga fruto.

De Cuba ¿qué no habré escrito?: y ni una página me parece digna de ella: solo lo que vamos a hacer me parece digno. Pero tampoco hallará palabra sin idea pura y la misma ansiedad y deseo de bien. En un grupo puede poner hombres: y en otro, aquellos discursos tanteadores y relativos de los primeros años de edificación, que solo valen si se les pega sobre la realidad y se ve con qué sacrificio de la literatura se ajustaban a ella. Ya usted sabe que servir es mi mejor manera de hablar. Esto es lista y entretenimiento de la angustia que en estos momentos nos posee. ¿Fallaremos también en la esperanza de hoy, ya con todo el cinto? Y para padecer menos, pienso en usted y en lo que no pienso jamas, que es en mi papelería.

Y falló aquel día la esperanza —el 25 de marzo. Hoy 1 de abril, parece que no fallará. Mi cariño a Gonzalo es grande, pero me sorprende que llegue, como siento ahora que llega, hasta a moverme a que le escriba, contra mi natural y mi costumbre, mis emociones personales. De ser mías solo, las escribiría; por el gusto de pagarle la ternura que le debo: pero en ellas habrían de ir las ajenas, y de eso no soy dueño. Son de grandeza en algunos momentos, y en los más, de indecible y prevista amargura. En la cruz murió el hombre en un día: pero se ha de aprender a morir en la cruz todos los días. Martí no se cansa, ni habla. ¿Conque ya le queda una guía para un poco de mis papeles?

De la venta de mis libros, en cuanto sepa usted que Cuba no decide que vuelva, o cuando —aún indeciso esto— el entusiasmo pudiera producir con la venta un dinero necesario, usted la dispone, con Benjamín hermano, sin salvar más que los libros sobre nuestra América —de historia, letras o arte— que me serán base de pan inmediato, si he de volver, o si caemos vivos. Y todo el producto sea de Cuba, luego de pagada mi deuda a Carmita: $ 220.00. Esos libros han sido mi vicio y mi lujo, esos pobres libros casuales, y de trabajo. Jamás tuve los que deseé, ni me creí con derecho a comprar los que no necesitaba para la faena. Podría hacer un curioso catálogo, y venderlo, de anuncio y aumento de la venta. No quisiera levantar la mano del papel, como si tuviera la de usted en las mías; pero acabo, de miedo de caer en la tentación de poner en palabras cosas que no caben en ellas.