Viaje a Egeria

Viaje de Egeria

SOBRE EL AUTOR

SOBRE EL LIBRO

INTRODUCCIÓN

UN HALLAZGO COLOSAL

UNA MONJA…DE LEYENDA

LA DAMA PEREGRINA

RETRATO ÍNTIMO

UN CÓDICE Y UN VIAJE

LECTURAS VARIAS DE UN LIBRO ÚNICO

TURISMO PIONERO

LA PRESENTE VERSIÓN

VIAJE DE EGERIA

LLEGADA AL SINAÍ

SUBIDA AL MONTE DE DIOS

EL HOREB

LA ZARZA DE MOISÉS

RECUERDOS BÍBLICOS

EL VALLE DE EL-RÁHA

DE FARÁN A CLYSMA

DESDE CLYSMA HASTA ARABIA

EN LA REGIÓN DE GESSÉN

EN RAMESES

EN ARABIA

EN LA REGIÓN DE GESSÉN

EL MONTE NEBO

LA PEÑA DE DONDE BROTÓ AGUA

EL SEPULCRO DE MOISÉS

DESDE EL MONTE NEBO

HACIA EL SEPULCRO DE JOB

LA CIUDAD DE MELQUISEDEC

EL HUERTO DE SAN JUAN

El VALLE DE ELÍAS

EL SEPULCRO DEL SANTO JOB

HACIA MESOPOTAMIA

EDESA

LA CORRESPONDENCIA ENTRE ABGAR Y JESÚS

EN HARÁN

LAS TUMBAS DE NACOR Y DE BATUEL

EL POZO DE JACOB

DE ANTIOQUÍA A SELEUCIA

REGRESO A CONSTANTINOPLA

TEXTOS ADICIONALES

CARTA DE ABGAR A JESÚS

CARTA DE JESÚS A ABGAR

CARTA DE VALERIO A LOS MONJES DEL BIERZO

BIBLIOGRAFÍA SELECTA

ÍNDICE ALFABÉTICO

NOTAS

NOTAS

1. M. Férotin, Le veritable auteur de la «Peregrinatio Silviae», la vierge espagnole Etheria. Revue des questions historiques, nº 30, 1903.

2. Visitando hace algunos años el fuerte de Vindolanda (junto a la actual Chesterholm, Inglaterra), perteneciente al complejo fronterizo del Muro de Adriano que cruza Inglaterra de costa a costa, me detuve a observar, en su pequeño museo, algunas de las más de dos mil tablillas romanas de madera, escritas con pluma y tinta, y desenterradas por Robin Birley en las excavaciones locales a partir de 1973. Me llamó la atención una, que tal vez sea la primera invitación conocida a un cumpleaños. La escribe de su puño y letra Claudia Severa, en el año 103 o 105, y va dirigida a su amiga Sulpicia Lepidina, esposa del jefe de la guarnición. Tras invitarle a la fiesta, se despide en estos términos: «Sperabo te, soror, vale, soror, anima mea, ita valeam, karissima et have» («Te espero, amiga, cuídate, amiga, alma mía, yo también lo haré, querida, salud»). Cito este documento por el lenguaje coloquial, el empleo de soror y también porque debe de ser uno de los más antiguos documentos originales escritos en latín por mano de una mujer.

3. Pérez de Urbel, Fray Justo, Los monjes españoles en la Edad Media. Ediciones Ancla. Madrid, 1945.

4. Sello emitido el 26 de septiembre de 1984, estampado en huecograbado a cinco colores, con valor facial de cuarenta pesetas, y una tirada de cuatro millones, en formato horizontal (49’8 x 28’8 mm).

5. La primera peregrinación, por tierras gallegas, se llevó a cabo entre el 15 y 27 de septiembre de 2005, y tuvo eco en algunos periódicos locales. (http://www.egeria-projekt.de).

6. Ver, entre otros: Ramón Chao, Prisciliano de Compostela, Barcelona, Seix Barral, 1999; Jesús Torbado, El peregrino, Barcelona, Editorial Planeta, 1999. Ana Muncharaz, El viaje de Egeria, Ed. Palabra, 2012.

7. Franco Cardini, “Egeria, la peregrina”, contribución en La mujer medieval, editado por F. Bertini, Madrid, Alianza Editorial, 1991.

8. Ver Paul Devos, La date du voyage d’Egerie, Analecta Bollandiana 85, 1967.

9. Kenneth G. Holum, Theodosian Empresses: Women and Imperial Dominion in Late Antiquity. The University of California Press, 1989.

10. Puede verse una reconstrucción razonada y bastante exhaustiva de esta datación en A. Arce (ver bibliografía), quien recoge a su vez las investigaciones de P. Devos en el libro antes citado, que todos los estudiosos dan por buenas.

11. El sangriento suceso fue tratado por Alejandro Amenábar en su película Ágora (2009), aunque el filme edulcora un poco la brutal realidad histórica. Para suavizar aquel hecho horrible, los cristianos inventaron la leyenda de Santa Catalina de Alejandría, es decir, el mismo asunto pero contado al revés: una mártir cristiana, torturada por los paganos, cuyo cuerpo habría sido llevado por los ángeles al monte Sinaí. Y descubierto «milagrosamente» por los monjes del lugar, los cuales habrían llevado los restos a su monasterio.

Según esta leyenda, Catalina habría sido martirizada a comienzos del siglo IV, un siglo antes que la filósofa Hipatia. Dato significativo: también ella era una joven instruida y la Iglesia la nombró patrona de los filósofos. Pero el relato más antiguo del martirio de santa Catalina aparece quinientos años después del supuesto suceso, y coincide en el tiempo con el hallazgo milagroso por parte de los monjes… Uno de los más firmes partidarios de la falsedad de la leyenda cristiana es Harold T. Davis (Alexandria: The Golden City, Principal Press of Illinois, 1952).

12. El manuscrito no está expuesto al público, pero se puede consultar in situ, previa autorización. También se puede solicitar el envío del texto escaneado.

13. El Itinerario de Antonino Augusto Caracalla habría sido redactado en el siglo III, pero nos ha llegado en una única copia de la época de Diocleciano (siglo IV). Es un listado esquemático con las rutas o calzadas principales del Imperio Romano, consignando las ciudades, las mansiones intermedias y las millas distantes entre cada etapa. De las trescientas setenta y dos rutas consignadas, treinta y cuatro se refieren a Hispania. La Tabula Peutingeriana o Tabla de Peutinger (humanista alemán del siglo XVI) es un pergamino del siglo XIII que habría copiado un documento anterior (caso similar al códice de Arezzo). Son doce folios, pero falta el primero, precisamente el que contenía… ¡Hispania! y la parte occidental de las islas británicas. No obstante, esa página perdida fue «reconstruida» por Konrad Miller en 1898. La imagen que muestra el pergamino, al estar esquematizada, se parece curiosamente al mapa de la red de metro de una gran ciudad. Las Tablas de barro de Astorga, o «Itinerario de barro» son cuatro tablillas cuya autenticidad ha sido puesta en duda por algunos expertos.

14. La supuesta Casa de la Virgen fue «milagrosamente» hallada en Éfeso (cerca de la actual Selçuk, Turquía), en un lugar indicado por la monja alemana Catherine Emmerich; ella habría conocido el punto exacto a través de unas «revelaciones divinas», hechas públicas en 1878. En la actualidad, es un próspero atractivo religioso-turístico. Lo cierto es que la Virgen María tuvo el primer templo a ella dedicado en Éfeso (se conservan las ruinas, del siglo IV). Y otra curiosa (y sospechosa) coincidencia: fue precisamente en esa ciudad, feudo de la diosa-madre oriental Artemisa, donde María recibió oficialmente el título de Madre de Dios, en el tercer concilio ecuménico, celebrado en el año 431.

15. Es el nombre griego (enkainia, inauguración) que se daba a la fiesta judía de la Dedicación o Hanukkah. En ella se conmemora el día en que Judas Macabeo purificó el Templo de Jerusalén, profanado tres años antes (en el 167 a. C.) por Antíoco IV Epifanes. Se celebra a partir del 25 de kislev (diciembre), dura ocho días y se encienden luces para iluminar el Templo, las sinagogas y las casas, por lo que se llama también «fiesta de las luminarias» —es ocioso anotar que para los judíos, las «luces navideñas» tienen distinto sentido—.

16. Veikko Väänänen, en su Introducción al latín vulgar, cita hasta veintisiete veces la Peregrinatio de Egeria. También M. Díaz y Díaz en su Antología del latín vulgar. Ver Bibliografía.

17. Conferencias, de Casiano, l9, 5-6.

18. Se trata de las tumbas de los israelitas que Dios hizo perecer tras haber comido las codornices (Números, 11,34 y 35,16). Estos quibrot ha-ta'awah serían unas edificaciones circulares cerradas por un cono de piedra, que abundaban en los valles centrales de la península del Sinaí. Egeria localiza estos sepulcros en la gran llanura de el-Ráha (o «valle del descanso»), a la que se accede por la abertura de Naqb el-Hawá («paso del viento»). Lo que se divisa al fondo es el macizo de Safsâfa, extremo noroccidental del macizo del Sinaí.

19. Los monasteria del original latino eran en realidad ermitas (a veces incluso cuevas) donde vivían monjes en solitario (ver introducción). Cuando había varios monasteria en torno a un mismo lugar, formaban lo que en Palestina se llamaba una laura y contaba con una iglesia común (como en este caso) a la que los ermitaños acudían semanalmente, o en las fiestas litúrgicas. Posteriormente, el nombre de monasterium vino a significar la vida religiosa en común, cosa que anteriormente se designaba por el término coenobium.

20. El original latino designa a los acompañantes de Egeria con el vocablo sancti (santos); este término, como el de fratres (hermanos), era empleado por los cristianos de entonces para designarse entre ellos. En algunas ocasiones Egeria especifica más quiénes eran estos sancti que la acompañaban y hacían de guías: monjes, presbíteros y diáconos, y ocasionalmente algún obispo. Lo cual denota la alta posición social de Egeria (ver introducción).

21. Las diez de la mañana.

22. Esta iglesia sería la edificada en el año 363; más tarde, en el año 530, el emperador Justiniano ordenó construir un edificio mayor protegido con grandes muros.

23. La oblatio (ofrenda) era el equivalente a la misa, y communicare era «comulgar», tomar parte en la oblatio eucarística.

24. Las eulogiae eran modestos presentes (frutas, dulces, etc.: ver introducción), de valor más simbólico que otra cosa; con ellos se concluían los ritos de la hospitalidad, ofreciendo al viajero en su partida un recuerdo del lugar y del viaje.

25. Se llamaba mare Parthenicum al que se extiende al sur de Grecia, entre el mar Jónico y el Egeo. Dice Egeria que dicho mar «se extendía ante sus ojos»: era imposible, los guías le indicarían en todo caso por dónde caía. Pero es un rasgo muy propio de viajeros de cualquier época: ven lo que desde un determinado punto les dicen que se ve; aunque la niebla o la distancia borren el paisaje unos metros más allá de sus narices.

26. Saraceni: tribus nómadas que ocupaban sobre todo el norte de la península del Sinaí, ancestros de los «sarracenos».

27. «De los Reinos»: título para Samuel y Reyes de la versión griega de los Setenta (βασιλείων), que la Vulgata traduce en cambio como Libros de los Reyes (regum); esto podría indicar que Egeria estuviese manejando un texto griego.

28. Las dos de la tarde.

29. El emperador Justiniano I haría construir, unos ciento cincuenta años después de la visita de Egeria, el monasterio luego llamado de Santa Catalina, al pie del Yébel Musa; tras el ábside de esa basílica quedó la primitiva capilla que había sido construida hacia el año 363, y que sería la que viera Egeria. Allí se venera aún el recuerdo de la zarza ardiente. En la actualidad, el monasterio está al cuidado de una comunidad de monjes ortodoxos.

30. Las cuatro de la tarde; en invierno y en aquella latitud, a esa hora empieza a atardecer rápidamente, como enseguida nos dirá.

31. Josué.

32. Varios autores griegos se refieren a las bandadas de codornices que cruzaban Egipto en sus largos viajes migratorios, y que eran fácil presa, por la fatiga del vuelo, para los beduinos. El maná consistía en granos que se machacaban en un mortero para preparar tortas con sabor como a miel.

33. En latín, affectio vestra: título de respeto equivalente a caritas vestra, dilectio vestra, que utiliza por ejemplo san Agustín, coetáneo de Egeria.

34. Del oasis de Farán al Sinaí hay, en efecto, unos cincuenta kilómetros. No entra mucho en detalles sobre este tramo, seguramente porque ya lo había hecho en la parte perdida de su relato. De la antigua ciudad apenas quedan vestigios.

35. La ciudad de Clysma o Clesma —significa «lugar bañado por las olas»— se hallaba ligeramente al norte de la Suez actual, y era un puerto comercial para los barcos que iban a la India.

36. Epauleum es la Επαυλις de los Setenta, que corresponde a la Phihahiroth de la Vulgata y del hebreo. Allí, a veinticuatro kilómetros al norte de Clysma, se hallaba un migdol o fortaleza que daría nombre a Magdalum o Magdala.

37. Etan corresponde a Serapeum; cruce importante de caminos, allí los israelitas cambiaron su rumbo por orden divina.

38. Sucot era, en la época del Éxodo, una región cuya principal ciudad era Piton, que el faraón hizo construir a los israelitas. Sus restos, así como los del asentamiento romano de Hero o Herópolis (Hρώων πόλις) levantado en el mismo lugar, fueron detectados en el wadi Toumilat, en Tell-el-Maskhouta; en la Biblia se alude a Hero como Gosen.

39. Génesis 46, 28 y 29.

40. Egeria transcribe fonéticamente una palabra griega, κωμη, equivalente como ella misma dice a vicus, aldea; en Egipto se emplearía oficialmente el vocablo griego y Egeria, como buena viajera, gusta anotar los vocablos que llamaban su atención (como en otros casos «ascetas», «eulogias», etc.).

41. Martyrium era el sepulcro de un apóstol, mártir, o simplemente de algún santo, incluso reciente. Sobre tales sepulcros solía construirse una iglesia o templete, y eran muchas veces lugar de peregrinación.

42. Arabia era uno de los nomos o provincias de Egipto, en tiempos de Egeria; el nombre designa a la vez la región y la ciudad.

43. Rameses había sido construida por los israelitas al mismo tiempo que Piton; no está claro su emplazamiento.

44. Cuatro millas.

45. El sicómoro es una especie de higuera cuyos frutos son indigestos. Como se ve, ciertas costumbres milagreras vienen de lejos. Este y los relatos que siguen del obispo de Arabia son puras leyendas, que se tenían entonces por firmes verdades.

46. A pisinno, en el original. Buena muestra del lenguaje popular de Egeria (pisinnus sustituye a parvus), que preludia las formaciones romances.

47. Ager publicus: era la vía militar y pública que atravesaba Egipto de extremo a extremo (ver introducción).

48. Las ruinas de Tanis se han encontrado en ambas márgenes del Nilo, y algunos las identificaron con la ciudad de Avaris y con la Pi-Ramsés, residencia de verano de Ramsés II —de ahí que se considerara la ciudad de Moisés, aunque el Éxodo no lo diga expresamente; pero dice que la hija del faraón recogió al pequeño Moisés en una cesta flotando a orillas del río—.

49. Pelusio, ciudad grecoromana muy populosa; era uno de los principales puertos de Egipto, en el delta oriental del Nilo.

50. Tras la destrucción de Jerusalén por Tito en el año 70, y nuevos destrozos por el levantamiento del año 133, el emperador Adriano (Aelius Hadrianus) la había reconstruido como colonia romana con su propio nombre: Colonia Aelia Capitolina. Este nombre fue cediendo terreno al antiguo de Ierosolim tras las «recuperaciones» cristianas de santa Helena, madre del emperador Constantino.

51. El monte Nebo es el rãs Siãgha que corresponde al Pisgãh bíblico, en el macizo de los montes 'Abârim, cadena montañosa de la región de Moab, al este del mar Muerto (en la actual Jordania). Es una excursión fácil desde Mádaba (a treinta y cinco kilómetros de Ammán), célebre por sus mosaicos de los siglos VI y VII —ha sido declarada por ello World Craft City—; allí se descubrió en 1896 el célebre mosaico con el «mapa» tal vez más antiguo de Tierra Santa. En la actualidad, en la cima del monte Nebo hay un memorial de Moisés (monolito) y un santuario regido por franciscanos. Estos alentaron las excavaciones que han sacado a la luz una basílica bizantina (siglo VI) con espléndidos mosaicos.

52. Josué aparece como colaborador de Moisés en el Sinaí. Es él quien se encarga del reconocimiento del sur de Canaán, y se convertirá en el sucesor de Moisés, «castigado» a morir a la vista de la tierra prometida por la culpa cometida en Meribá, cuando el manantial brotado de la roca.

53. Es la ciudad llamada en hebreo Beth-Arâm, a la que Herodes Antipas, para halagar a Augusto, hizo llamar Livias, en honor de la mujer del emperador. Herodes la fortificó y fue un centro importante, rodeado de cultivos y palmerales.

54. En el original, post recessum Moysi: la palabra recessus alude tal vez deliberadamente a la misteriosa desaparición o muerte de Moisés (Deuteronomio, 34, 8-9).

55. El cántico y las bendiciones ocupan respectivamente los capítulos 32 y 33 del Deuteronomio.

56. De codice, en el original. El codex, término usual entonces para designar ejemplares de la Biblia, consistía en su origen en varias tablillas, pero en la época imperial estaba ya hecho en pergamino o papel.

57. La fuente, en la ladera del monte Nebo, se llama todavía Ayun Musa. El milagro del agua brotada de la roca se narra dos veces en la Biblia (Éxodo, 17,6 y Números, 20,8), pero no se localiza ninguna de las dos en este lugar. Según la tradición popular, pues, la acción de Moisés se podría haber repetido también en este paraje.

58. Pulpitus: no era entonces el púlpito de las iglesias y catedrales posteriores, sino un ambón, una especie de estrado con un atril, en el que se leían los textos sagrados —a esa tradición se ha vuelto en la liturgia actual—.

59. Texto un tanto oscuro y confuso que ha dado lugar a numerosas interpretaciones: ¿cómo se podía mostrar el sepulcro de Moisés si «había sido enterrado por los ángeles» y «ningún hombre conocía su sepultura»? Algunos comentaristas creen resolver la contradicción alegando que no había un sepulcro, sino solo el lugar donde fuera colocado por los ángeles (Wolterstorff); o que, puesto que los hombres ignoraban el lugar de la sepultura, el monumento junto al púlpito no sería más que un memorial, algo que conservase su recuerdo (Arce).

60. Desde ciertas alturas, peregrinos o turistas de todos los tiempos suelen «ver» más de lo que alcanza la vista, ven con la mente o con el corazón, más que con los ojos. Eso le debió ocurrir también aquí a Egeria: algunos de los lugares citados era imposible verlos, le señalarían en todo caso la dirección hacia donde quedaban.

61. Segor es el nombre griego (Σηγωρ, Σογορ) de la ciudad llamada Sô'ar por los hebreos: la menor de las ciudades de la Pentápolis, salvada del castigo divino gracias a las súplicas de Lot, quien se había refugiado en ella al abandonar Sodoma (Génesis, 19, 20-25). El memoriale que se menciona más adelante podría ser algún monumento conmemorativo.

62. La mujer de Lot convertida en pilar o estatua de sal: el término empleado por los Setenta, στήλη άλος, lo traduce la Vulgata por statua y titulus (y en algún códice columna salis). Egeria emplea las palabras titulus y columna; yo he traducido como «estatua» por la tradición, y para una mejor comprensión. En torno al Yébel Usdum proliferaban las formaciones salinas en las que los peregrinos «podían ver» a la mujer de Lot, a su hija e incluso al perro de la familia (Cf. P. Dhorme, Revue biblique, 1939, p. 503).

63. Esebón, a unos diez kilómetros del Nebo, fue la capital del reino amorreo de Seón, situado al este del Jordán.

64. La actual Der'a. Conocida también en la antigüedad como Edrai, fue, junto con Astaroth, una de las dos capitales de Og, rey de Basán (Deuteronomio, 1,4). Está a más de cien kilómetros al NE de Esebon y, por tanto, solo podía señalarse a los peregrinos hacia dónde caía.

65. Se trataría de una montaña cercana a la ciudad de Bethphogor, pero Egeria se equivoca al adscribirla al reino de Edom, mucho más al sur.

66. Sitio localizado en varias partes, aunque lo más probable es que corresponda a una zona montañosa a medio kilómetro del Siyâgha.

67. La Ausitis o Ausitide griega es la misma que la Hus de la Vulgata y la Ûs del hebrero (Job, 1,1), tenida tradicionalmente por patria de Job.

68.