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Introducción. Una nueva generación que escribe sobre derechos humanos (César Rodríguez Garavito)

1. Investigación anfibia. Los derechos humanos y la investigación-acción en un mundo multimedia (César Rodríguez Garavito)

Parte I. Estudios

2. Los límites del derecho. Las luchas de los pescadores tradicionales de Hobeni (Wilmien Wicomb, Sudáfrica)

3. Notas para un territorio (Cristián Sanhueza Cubillos, Chile)

4. La negociación de los derechos y deberes forestales y el reasentamiento en el caso de la Reserva de Tigres Sariska (Arpitha Kodiveri, India)

5. La disputa por el “corazón del mundo”. El derecho indígena se encuentra con el derecho occidental a la hora de proteger la Sierra Nevada de Santa Marta (Omaira Cárdenas Mendoza y Carlos Andrés Baquero Díaz, Colombia)

6. ¿Por qué no lo hacen en su casa? Desarrollo, derechos humanos y marco de gobernanza (Mariana González Armijo, México)

7. La exploración del significado de la participación comunitaria en Uganda (Ida Nakiganda, Uganda)

8. La Oroya. Una dolorosa espera por justicia (María José Veramendi Villa, Perú)

9. Marikana: ¿ausencia de justicia, dignidad y libertad? (Asanda Benya, Sudáfrica)

10. Extracción de hidrocarburos en el territorio guaraní ñandeva. ¿Qué pasa con los derechos de los pueblos indígenas? (Maximiliano Mendieta Miranda, Paraguay)

11. Una tierra para Moisés (Marisa Viegas e Silva, Brasil)

Parte II. Comentarios

12. La investigación-acción en el campo de los derechos humanos (Michael Burawoy)

13. Nuestro mundo común pero fragmentado. Cuestiones de derecho, poder y comunidad (Karl von Holdt)

14. Historias situadas. La perspectiva en la escritura del derecho y la justicia (Meghan L. Morris)

15. Violencia, recursos y derecho (Nandini Sundar)

Acerca de los autores

César Rodríguez Garavito

coordinador

EXTRACTIVISMO VERSUS DERECHOS HUMANOS

Crónicas de los nuevos campos minados en el Sur Global

Rodríguez Garavito, César

© 2016, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

Introducción

Una nueva generación que escribe sobre derechos humanos

César Rodríguez Garavito

El punto de partida: el momento actual de los derechos humanos

En estos tiempos, la incertidumbre parece el ánimo dominante en los círculos de derechos humanos (Gearty y Douzinas, 2012). Hay una nueva ola de obras académicas que está debatiendo las cuestiones fundacionales del movimiento de derechos humanos y se pregunta si hoy estamos ante “el final de los tiempos” (Hopgood, 2013). Los activistas y las ONG sienten que los cimientos tiemblan bajo sus pies.

La sensación de desorientación proviene de la convergencia de cuatro transformaciones estructurales que empujan el campo de los derechos humanos en diferentes direcciones. En primer lugar, el ascenso de nuevas potencias mundiales (como los países BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y el declive relativo de Europa y de los Estados Unidos apuntan a un orden mundial multipolar. Junto con la proliferación de estándares internacionales tanto de derecho blando como de derecho duro, esta tendencia produce un espacio jurídico y político más amplio y fragmentado. En este nuevo contexto, los Estados y las ONG del Norte Global ya no son los únicos que controlan la creación y la implementación de los estándares de derechos humanos, debido a que nuevos actores (como los movimientos sociales y las empresas transnacionales, o los Estados y las ONG del Sur Global) se perfilan como voces influyentes.

En segundo lugar, el repertorio de actores y estrategias jurídicas o políticas se expandió considerablemente. Estrategias tradicionales, como la denuncia y el avergonzamiento público de los Estados recalcitrantes para hacer que cumplan con los derechos humanos, se ven complementadas por nuevas acciones de activismo transnacional que involucran a un gran número de actores (tanto promotores como blancos del activismo), tales como los movimientos sociales, las empresas de medios de comunicación en línea, las empresas transnacionales, las organizaciones intergubernamentales, las universidades y las redes virtuales de activismo.

En tercer lugar, las tecnologías de la información y la comunicación presentan nuevos retos y oportunidades para los derechos humanos. Como lo mostraron las movilizaciones asociadas al movimiento de protesta Occupy en todo el mundo, herramientas como las redes sociales, los documentales de video, los informes en formato digital, el aprendizaje en línea y la educación a distancia tienen el potencial de acelerar el cambio político, reducir las desventajas de información que padecen los grupos marginados y reunir a grupos nacionales, regionales y globales capaces de tener una influencia directa relevante en la protección de los derechos.

En cuarto lugar, la extrema degradación ambiental (cambio climático, escasez de agua, extinción rápida de especies y bosques, contaminación descontrolada) se convirtió en una de las amenazas más graves para los derechos humanos. Después de todo, estos no tienen mucho sentido si lo que de verdad está en peligro es la vida sobre el planeta. Por consiguiente, los problemas ecológicos son fundamentales para los debates globales relativos a los derechos humanos, y lo son tanto para aquellos que tienen una concepción tradicional del desarrollo económico como para los que quieren conectar la justicia ambiental con la social, y también para quienes buscan nuevas concepciones de los derechos humanos compatibles con los derechos de la naturaleza.

La incertidumbre resultante sitúa en una posición incómoda a la comunidad de los derechos humanos, que durante décadas enfrentó con valor las dictaduras, los abusos de las empresas, la injusticia socioeconómica, el etnocidio y la degradación medioambiental. Tener más preguntas que respuestas es algo que desconcierta a las organizaciones de derechos humanos, de las que hoy se espera que proporcionen soluciones jurídicas bien definidas a complejos dilemas morales y políticos.

Sin embargo, creo que hay que celebrar y abrazar esta incomodidad, ya que las transiciones (de un modelo estratégico a otro, entre paradigmas intelectuales, entre estructuras de gobernanza, entre tecnologías o las que involucran a todos estos factores) representan momentos de creatividad y de innovación en los campos sociales. En los círculos de derechos humanos, en los que levantamos muros organizativos e intelectuales tan altos que nos resulta difícil ahora ser reflexivos y autocríticos, esta situación ofrece una oportunidad sin precedentes para replantear algunas de nuestras principales premisas: quién puede considerarse miembro del movimiento, cuáles tipos de saberes y disciplinas deberían tenerse en cuenta, o qué estrategias pueden ser más eficaces en un mundo multipolar, caracterizado también por la multiplicidad de medios de comunicación. Por primera vez, importantes tensiones y asimetrías (Norte frente a Sur, élite frente a bases sociales, nacional frente a global) se discuten abiertamente con el fin de superar esas divisiones y fortalecer la capacidad colectiva del movimiento.

Un nuevo género de escritura y reflexión

Este libro y la iniciativa de Dejusticia que lo originó buscan aportar a esas discusiones. Para ello, propone un nuevo tipo de acercamiento a los derechos humanos que se caracteriza por tres rasgos. En primer lugar, se trata de una escritura reflexiva, cuyos autores son los propios activistas que trabajan directamente en las organizaciones y en el terreno, y se detienen a pensar sobre el potencial, los logros y los desafíos de su conocimiento y su práctica. En este sentido, el libro y el proyecto de Dejusticia que describiré buscan amplificar la voz de los defensores de derechos humanos en las discusiones académicas y prácticas sobre el futuro del campo, que tienden a estar dominadas por investigaciones hechas desde la academia. En el espíritu del tipo de investigación-acción que explico en detalle en el capítulo 1, los textos combinan las fortalezas metodológicas y analíticas de la investigación académica con la experiencia práctica de los autores y las organizaciones y comunidades con las que trabajan. El objetivo es promover un nuevo género híbrido que resulte tan robusto como relevante, y que contribuya a mantener y ampliar la ventana de reflexividad y de discusión dentro del campo de los derechos humanos que se abrió con los debates mencionados.

Un segundo componente del género que se propone en este libro es la escritura narrativa. En parte por el dominio desmedido del lenguaje y el conocimiento jurídicos en el mundo de los derechos humanos, la escritura que predomina es propia de informes técnicos y alegatos legales. Si bien ha obtenido logros notables durante décadas, este género les impidió a las organizaciones y a los activistas compartir y comunicar de manera eficaz las historias que viven o conocen de primera mano: las de las víctimas, las campañas, los dilemas morales, las injusticias, las victorias, etc. Abrir el campo de los derechos humanos a otros actores, saberes y audiencias implica contar estas historias, y contarlas bien. Para ello, los autores de los capítulos de este volumen se involucran en las historias, con la ayuda de técnicas tomadas de campos como el periodismo narrativo (véase capítulo 1).

En tercer lugar, las historias provienen del Sur Global, desde los países y las regiones que han sido más objeto que sujeto del conocimiento y las decisiones en el campo de los derechos humanos. En este sentido, intentan responder a los desafíos de un mundo más multipolar, a fin de contrarrestar las asimetrías organizativas, económicas y epistemológicas entre el Sur y el Norte que le restaron eficacia y legitimidad al movimiento global de derechos humanos. Los autores y autoras de los estudios son activistas-investigadores de África, América Latina, Medio Oriente y Sur o Sureste Asiático que pertenecen a organizaciones de derechos humanos y escriben desde ese ángulo geográfico y profesional para enriquecer el diálogo global sobre el futuro del campo.

El origen y la estructura del libro

Este libro forma parte de un proyecto de largo plazo, emprendido por Dejusticia como parte de su trabajo internacional. El proyecto gira alrededor de un Taller Global de Investigación-Acción para Defensores Jóvenes de Derechos Humanos, que Dejusticia organiza cada año para contribuir a entrenar y conectar entre sí a los integrantes de una nueva generación de investigadores-actores.

Como explico en el capítulo 1, el taller desarrolla herramientas de investigación-acción, es decir, la combinación de investigación rigurosa e incidencia práctica en causas de justicia social. Durante diez días, Dejusticia reúne en Colombia a unos quince participantes y diez instructores expertos que dirigen talleres prácticos e interactivos sobre investigación, escritura narrativa, comunicación multimedia y reflexión estratégica acerca del futuro de los derechos humanos. El propósito es fortalecer la capacidad de los participantes para producir textos en estilos híbridos, que sean tanto rigurosos como atractivos para audiencias amplias. Los participantes son escogidos a partir de una propuesta de texto que se discute durante el taller y se desarrolla con la ayuda de un mentor experto durante los diez meses posteriores al evento, hasta llegar a versiones finales y publicables como las que integran este volumen.

El taller también ofrece herramientas para aprovechar las nuevas tecnologías y traducir los resultados de las investigaciones y el activismo a formatos diversos, desde blogs, videos y multimedia hasta mensajes por redes sociales y artículos académicos. Por eso, además de los libros anuales que compilan los escritos de los participantes y las reflexiones de los instructores, el resultado del taller es un blog en español e inglés que publica semanalmente una entrada de uno de los egresados, escrita en el mismo género explicado antes. Como se menciona en el capítulo 1, el título del blog, Relatos anfibios: historias de derechos humanos desde el Sur Global, se debe a que la investigación-acción es un trabajo “anfibio”, en cuanto sus practicantes se mueven entre diferentes ambientes y mundos, desde círculos académicos y políticos, hasta comunidades locales, medios de comunicación y organizaciones estatales. Para quienes se dedican a la promoción de los derechos humanos, esto implica, a menudo, transitar dichos mundos tanto en el Norte como en el Sur Global.

Cada año, el taller gira en torno a un asunto de actualidad práctica. En 2013, el tema fue el boom de las economías extractivas que proliferaron alrededor del mundo debido a la demanda y a los precios altos de minerales (oro, coltán, platino, cobre, etc.) y combustibles fósiles que caracterizaron la primera década del siglo. Además de darle coherencia al libro y al grupo de participantes, el tema escogido determina en qué lugar de Colombia se llevará a cabo el taller, ya que este no tiene lugar en un salón de clase o en oficinas convencionales, sino en medio de visitas de campo a comunidades y lugares donde ocurren las historias relevantes para el tema de que se trate. En 2013, por ejemplo, el taller recorrió la región norte de Colombia, donde la explosión de las economías extractivas del carbón y otros minerales tuvieron un impacto profundo en los derechos y en las vidas de los pueblos indígenas y las comunidades rurales.

La estructura de este volumen refleja la del taller. Tras el texto de apertura que define lo que entendemos por investigación-acción y lo que proponemos sobre la forma de practicarla en los “campos minados” de las economías extractivas, la sección central del libro está compuesta por estudios sobre las consecuencias de dichas economías sobre los derechos humanos alrededor del mundo, desde los concernientes a comunidades rurales en países como Sudáfrica, Brasil, India, México, Uganda o Perú, hasta los de pueblos indígenas en lugares como Chile, Colombia y Paraguay. Fiel al espíritu y la estructura del taller anual, la última parte del libro recoge las reflexiones de varios de los instructores que dirigieron las sesiones y trabajaron como mentores de los participantes durante el proceso de escritura.

Agradecimientos

Una iniciativa nueva y de largo aliento como esta requiere no solo un trabajo colectivo, sino el de toda una organización. Este texto y la apuesta de largo plazo que representa es un esfuerzo institucional de Dejusticia, que involucra, de una u otra forma, a todos sus integrantes. Por el apoyo incondicional que le dieron a este proyecto, y por encarnar en su labor diaria el híbrido de investigación y acción, muchas gracias a todos ellos y ellas.

La deuda es particularmente grande con los colegas y amigos que fueron coartífices del taller de 2013 y del proceso de publicación. En primer lugar, quisiera agradecer a Meghan Morris, investigadora senior de Dejusticia, por haber creído en la idea del taller cuando era apenas un sueño y haber volcado su talento, generosidad y compromiso sin par hacia la tarea inmensa de volver realidad tanto el taller como este libro y el blog. Si logramos sostener el esfuerzo, será en buena medida gracias a Meghan. Cuando aún contábamos con la fortuna de tenerla entre nosotros en Dejusticia, Eliana Kaimowitz fue la coorganizadora ideal, y la facilitadora insuperable del taller. Su energía, inteligencia y eficacia fueron esenciales para fundar las bases del proyecto, al que confiamos que siga aportando a medida que avanza. Por último, cualquier proyecto de esta naturaleza requiere de un apoyo logístico considerable, que William Morales asumió con su mezcla única de eficiencia, solidaridad y jovialidad. Sin su apoyo diario y su capacidad de anticipar problemas, apagar incendios y hacer que todo funcione aún mejor de lo planeado, seguramente esta tarea nos habría superado. Gracias a él por todo.

Durante el taller, fueron esenciales los aportes de sus instructores, varios de los cuales continuaron como mentores de los participantes durante el proceso de escritura. Por ello reconozco agradecido el aporte de Michael Burawoy, Gavin Capps, Elvia Cuadro, Karl von Holdt, Adele Kirsten, Chris Michael, Diana Rodríguez Franco, Laura Salas, Debbie Stothard, Nandini Sundar y Rodrigo Uprimny. En el rol híbrido de organizador y participante, Carlos Andrés Baquero fue, como siempre, simplemente esencial.

En la fase de publicación, tres colegas resultaron fundamentales. Morgan Stoffregen fue mucho más allá de sus deberes de traductora y editora profesional, y se convirtió en una aliada que nunca cesó de corregir errores, formular alternativas e ideas, y asegurarse de que un manuscrito polifónico se convirtiera en un todo coherente y legible. Desde la coordinación de publicaciones de Dejusticia, Elvia Sáenz acompañó todo el proceso con tanto rigor como creatividad. Marta Rojas fue, una vez más, nuestra contraparte editorial ideal.

Tanto el programa internacional de Dejusticia como el taller y el libro fueron posibles gracias al apoyo generoso y decidido de la Fundación Ford. Louis Bickford y Martín Abregú han sido contrapartes fundamentales en estos esfuerzos; más allá del respaldo financiero, han sido interlocutores a la vez solidarios e independientes de nuestras ideas e iniciativas, por lo cual les estamos muy agradecidos.

Quiero terminar con un reconocimiento de la que sea quizá la deuda más grande para con los autores de los capítulos de este libro. Tanto en el taller como después de él, creyeron con entusiasmo en la apuesta por la investigación-acción que les propuso Dejusticia y sacaron tiempo en medio de los afanes de la defensa de los derechos humanos para reflexionar, escribir, corregir y volver a escribir. Si el espacio que creamos para ellos y ellas les resulta útil para aportar a un movimiento de derechos humanos más eficaz, horizontal y creativo, este esfuerzo habrá valido la pena.

Referencias

Gearty, Conor y Costas Douzinas (eds.) (2012), The Cambridge Companion to Human Rights Law, Cambridge, Cambridge University Press.

Hopgood, Stephen (2013), The Endtimes of Human Rights, Ithaca, Cornell University Press.

Rodríguez Garavito, César (2014), “El futuro de los derechos humanos: de la vigilancia a la simbiosis”, Sur: Revista Internacional de Derechos Humanos, 20.