Índice

Graciela Speranza

compiladora

Daniela Varone

Patricia Pedraza

coordinadoras

FUTURO PRESENTE

Perspectivas desde el arte y la política sobre la crisis ecológica y el mundo digital

Speranza, Graciela

© 2019, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

Presentación

Carlos Huffmann

En julio de 2018, el Departamento de Arte de la Universidad Torcuato Di Tella ofreció sus Segundas Jornadas de Arte y Estética “Inminencias. El arte frente a la crisis ecológica y la duplicación digital del mundo”. Planificado desde 2017 por Graciela Speranza e Inés Katzenstein, el simposio internacional reunió a un extraordinario grupo de pensadores, escritores y artistas que durante dos días disertaron ante un auditorio colmado.

Las actividades públicas del Departamento de Arte buscan acompañar de manera orgánica las discusiones que surgen desde el interior de la comunidad artística. En esta ocasión, se pusieron en foco dos aspectos urgentes de la coyuntura global: por un lado, la crisis ecológica que se cierne sobre el mundo y, por el otro, la progresiva instrumentalización de las tecnologías de redes y la informatización de las subjetividades en favor de sistemas de mercantilización, vigilancia y control. Estas discusiones confluyen en los debates en torno del Antropoceno o el Capitaloceno, dos de los varios nombres propuestos para la era que transita actualmente el planeta Tierra. Si bien cada postura responsabiliza a diferentes agentes por las transformaciones que sufren los estratos geológicos y biológicos terrestres, tienen en común el hecho de reclamar con urgencia una actitud de revisión autocrítica de las acciones de nuestra especie.

Cuando el pensamiento artístico se acerca a una discusión como esta, signada por la interdisciplinariedad y el rigor científico, su aporte es el de articular plataformas de desplazamiento conceptual que habiliten nuevas vías de análisis de causas y consecuencias. Su potencia es la de distender los límites de lo pensable y lo imaginable y desglosar la actividad establecida de conceptos como “tecnología”, “recursos” y “naturaleza”. Todo esto sin ignorar el hecho de que otros seres (orgánicos e inorgánicos) con los que compartimos el presente accionarán ante los cambios planetarios de maneras a las cuales sería importante atender.

Desde el Departamento de Arte agradecemos el apoyo de Mecenazgo Cultural, el Círculo de Amigos del Departamento de Arte, la Embajada del Brasil, Canta Brasil, la Embajada de Italia, el Instituto Italiano de Cultura, la Embajada de Francia, el Instituto Francés Argentino, la Alianza Francesa, Caja Negra Editora, y de Alec Oxenford y Leticia Kabusacki. También a nuestros sponsors Esplendor Hoteles Boutique, Wine is Art by Ernesto Catena y Samsung. En especial, reconocemos a AySA, a Pablo Bereciartua y a Hernán Worthalter por su generoso aporte a esta publicación. Y por último –pero no menos importante– a todos los autores y a Siglo XXI Editores.

Introducción

Graciela Speranza

Las amenazas que nublan el futuro del hombre y el planeta responden a fenómenos perturbadoramente opacos. La complejidad y la aceleración de los procesos desafían el pensamiento crítico en busca de respuestas, pero cabe quizás a la imaginación artística correr el velo y atisbar configuraciones todavía inaccesibles a otros lenguajes. El arte casi por definición vuelve visible lo que no se ve, pero lo mueve ahora una empresa mayor, una urgencia cosmopolítica. ¿Qué da para ver el arte de nuestro tiempo? ¿Qué reconstruye o restituye de lo que deliberadamente se oculta? ¿Cómo se renueva en el intento?

Las Segundas Jornadas de Arte y Estética organizadas por el Departamento de Arte de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) intentaron responder esas preguntas en un diálogo abierto con pensadores y artistas del Norte y del Sur.[1] Les dimos un título que desde el presente mira el futuro, “Inminencias”, y un subtítulo, “El arte frente a la crisis ecológica y la duplicación digital del mundo”, que nombra lo que hasta cierto punto ya sucedió. La palabra misma, “inminencia” (del latín, imminere), trae inscripta una amenaza, que en el “futuro pasado” al que hace referencia el subtítulo son dos, quizás las más acuciantes para la humanidad y el planeta en el siglo XXI: la imaginación cada vez más clara de un final acelerado por el destrato suicida del hombre con el planeta y la inmersión cada vez más absoluta en un mundo digitalmente administrado. Y si las reunimos es porque ambas responden a fenómenos y procesos que, aunque han transformado de manera sustancial nuestra relación con el mundo, enmascaran sus causas y la verdadera dimensión de sus efectos, y operan a una escala global que nos empequeñece, nos paraliza o nos deja inermes.

Pero en las “inminencias” del título hay también un eco borgiano, que atempera las amenazas con las promesas de revelación que regala el arte. “La música, los estados de la felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares”, escribe Borges en “La muralla y los libros”, “quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación que no se produce, es, quizás, el hecho estético.” A esa heteróclita lista borgiana, de hecho, bien podríamos sumar al mono con máscara humana que se pasea por un restaurante en ruinas en la doblemente arrasada ciudad de Fukushima en Untitled (Human Mask) [Sin título (Máscara humana)] (2014), el film de Pierre Huyghe proyectado durante las Jornadas, que también parece querer decirnos algo o algo dijo que no hubiéramos debido perder, y es quizás un ejemplo claro de esa inminencia de una revelación que no sucede. Si lo elegimos fue, precisamente, porque queríamos poner atención a un arte que, como el de Huyghe y otros artistas y escritores que también nos acompañaron, no ilustra los debates de su tiempo sino que los actúa, los traduce en nuevas formas, dispositivos y relatos que nos mueven a tomar distancia, nos interpelan, nos inquietan, nos dan a ver lo que no habíamos visto y a pensar lo que no habíamos pensado.

El lento, tardío y no demasiado exitoso proceso de visibilización de la primera gran amenaza, el cambio climático, tiene un nombre que se ha popularizado en los últimos años como una especie de hashtag: el Antropoceno. Nombra una nueva era geológica en la que, a juicio de los geólogos que la proponen, el hombre se habría convertido en una fuerza que rivaliza en potencia con las fuerzas naturales, con un poder de devastación que equivale o supera el de los volcanes, los terremotos o la tectónica de placas. Pero ese argumento que parecía destinado a permanecer en el discurso hermético de institutos científicos empezó a tener ecos bastante más amplios, y se convirtió en un concepto filosófico, antropológico y político que trajo un mensaje de urgencia moral y política al que debemos atender: el principal agente del cambio climático es el hombre, responsable de una destrucción y un crecimiento ciego que amenaza su propia supervivencia en el planeta. El Antropoceno es señal de nuestro poder, pero también de nuestra impotencia.

Pierre Huyghe. Untitled (Human Mask) [Sin título (Máscara humana)], 2014. Película en color, sonido estéreo. Duración: 19 minutos. Cortesía del artista; Marian Goodman Gallery, Nueva York; Hauser & Wirth, Londres; Esther Schipper, Berlín; y Anna Lena Films, París. © Pierre Huyghe.

Pero quisimos considerar también a la otra gran mutación de las últimas décadas, capital en la transformación de la sociedad, la cultura, y la vida cotidiana, y sin embargo igualmente opaca. La red que nació con Tim Berners-Lee en 1989 inauguró “la era del acceso” y alentó la última utopía del siglo XX, pero la ilusión se desvaneció muy pronto. Solo en la primera década del siglo XXI nacieron Wikipedia, My Space, Facebook, Instagram, Twitter y, sobre todo, el teléfono inteligente que, a una velocidad sin precedentes en los cambios culturales, se transformó en mediador indispensable de nuestra experiencia del mundo a través de un abanico de nuevos gestos: tocar, deslizar, arrastrar, pellizcar, extender. Pero si la revolución digital aceleró las comunicaciones y el acceso a la información a un ritmo sin parangón, contribuyó al mismo tiempo a desmaterializar el contacto, multiplicar el consumo y el control. La oscuridad de los mecanismos, sus poderes de interpretación, anticipación y decisión delegada se evaporan sin embargo en el glamour de objetos bellos, deseables, depositarios del afecto de los usuarios, que entregan alegremente un flujo cada vez mayor de datos a los nuevos centros de poder informático. “Internet va a desaparecer”, anunció en 2015 Eric Schmidt, el presidente ejecutivo de Google, aunque en realidad quería decir que muy pronto la red será tan ubicua que ya ni siquiera la veremos. La ironía sinuosa describe bien la conquista integral de la vida y la organización numérica del mundo que avanza felizmente desde las grandes corporaciones del Silicon Valley. Werner Herzog lo resume con una ironía inversa: “Pienso que deberíamos empezar a preguntarnos qué estamos haciendo con Internet y qué está haciendo Internet por su cuenta”.

Quisimos entonces abrir la discusión reunidos en un espacio abierto y público, y devolver al diálogo cara a cara el lugar que ha perdido en la comunicación virtual. Invitamos a pensadores, escritores, arquitectos, críticos e historiadores del arte a pensar en las profundas transformaciones que han alterado nuestra relación con el mundo en las últimas décadas y a pensar en el arte sensible a estos apremios. Y también invitamos a artistas, porque creemos que el arte es una forma heterodoxa del conocimiento. Las intervenciones, luego revisadas y enriquecidas por los invitados mismos, se presentan en este libro.

En el discurso de la política, de la economía e incluso a veces en el de las ciencias sociales reina un realismo craso, incapaz de imaginar el futuro. Pero es precisamente en la imaginación artística donde esa noción empobrecida del realismo está menos a gusto, aun en el arte que no tiene vocación política pero se vuelve político cuando hace posibles fantasías a primera vista impracticables. No sorprende entonces que en la inminencia de grandes amenazas el arte del nuevo siglo se haya vuelto sensible al debate abierto en torno al Antropoceno, que haya intentado una nueva forma de diálogo con los objetos y con otras formas de vida, que haya sido capaz de naturalizar las relaciones entre distintos saberes, cruzar barreras epistemológicas y componer un diálogo, sin que ninguna disciplina oficie de árbitro final respecto de las otras. Y si la mercantilización de la red ha producido una sincronización en masa que lleva al consumo cultural gregario estandarizado y la miseria simbólica, el arte ha intentado reintroducir la singularidad en la experiencia cultural y desconectar el deseo de los imperativos del consumo. La gran escala de los fenómenos nos paraliza, pero confiamos en que el arte puede explorar nuevas potencias de actuar, imaginar y pensar, y convertirse –el llamado es de Isabelle Stengers– en “caja de resonancia”.

Abrimos el diálogo en Buenos Aires, con la confianza en que la perspectiva sesgada de pensadores y artistas del Sur puede facetar el panorama. La escasa fe en el progreso de una modernidad nunca alcanzada los ha hecho quizás más sensibles a la entropía, a la tensión entre el mundo natural y la cultura que lo transforma, y a las constelaciones de restos del paisaje posindustrial, mucho antes de que las nuevas filosofías del “materialismo especulativo” postularan la “democracia de los objetos”. La veteranía en crisis sociales y políticas, se diría, los ha hecho más versátiles y más imaginativos para intentar recomponer el mundo con los despojos del nuestro.

Quisiera agradecer a Inés Katzenstein por la invitación a programar las jornadas y por su estrecha colaboración, a Carlos Huffmann y la Universidad Torcuato Di Tella, y muy especialmente a Daniela Varone y Patricia Pedraza, que no solo me acompañaron en todas las decisiones, sino que trabajaron sin descanso en la coordinación general, con la asistencia de Julieta Tarraubella, Carolina Repetto, Sol Ganim y la colaboración de los alumnos del Programa de Artistas y de Cine 2018.

[1] Se realizaron el 13 y 14 de julio de 2018 en el Auditorio de la UTDT, bajo el concepto general de Inés Katzenstein y la dirección de Graciela Speranza.

Primera parte

Antropoceno