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Este libro (y esta colección)
1. El oficio del científico
¿Qué hace que un experimento sea científico?
Sin repetir y sin soplar (I)
Sin repetir y sin soplar (II)
Los científicos no mienten, pero…
“Expertosología”
Lo bueno, si breve… dos veces ciencia
El jardín de las disciplinas que se bifurcan
Elogio del nerd
De Marte o de Venus
Dibujar la ciencia
Ciencia de infantes
¿Cómo la ves?
Un kit para detectar pseudociencias
Los astros y las patas de conejo
Vacunar: sí… o sí
Ciencias políticas
Ciencia con botas
Las abuelas genetistas
2. Belleza y felicidad
La belleza de la ciencia
La flaca de Exactas
De la ciencia al arte hay un solo paso (pero…)
Ser o no ser… científico
Soplando en el viento (gracias, viejo Bob)
La felicidad (ja ja ja ja)
El mapa feliz
La risa es salud
Acerca de la repulsión
Nosotros y los miedos
El juego de las lágrimas
Orgullo y vergüenza
El blues del levante
Primavera, ¿la sangre se altera?
En nueve lunas cambia, todo cambia
3. El prisma de la evolución
Los ojos de Mr. Darwin
Evolución, evolución (cantaban las furiosas bestias)
La tierra prometida
Un mundo mejor
Humanos violentos
Escrito en los dientes (desde Lucy a los faraones)
Una vuelta por el planeta de los simios
El amor en los tiempos del mono
Las enseñanzas de la naturaleza
De las aves que vuelan…
Mucha ciencia en el año del perro
Ciencia felina
Diseña tu propio zoo
Luca vive
El regreso de los muertos vivos
Historias de bichos
4. La ciencia del baño
El rollo nuestro de cada día
Algo huele mal… aquí, muy cerca
La ciencia del número dos
Hidrodinámica de baño
Las leyes del baño (I): la física de los tiempos constantes
Las leyes del baño (II): la tecnología al servicio de las urgencias
Ensayo sobre el tiempo (del baño al e-mail)
Aguas menores
5. El cerebro es más ancho que el cielo
Las puertas de la percepción
Y entonces vino el déjà vu
Todo empieza en la nariz
¡Tengo gusanos en la cabeza!
Adolece, que no es poco
El arte de entender el cerebro adolescente
La mirada de los otros
Él dijo, ella dijo
Los mitos del cerebro
Calcular los números del cerebro
Dibujar con el cerebro
Intensamente cerebral
La música del cerebro
La memoria frágil
Laboratorio animado: el bosque de los cien acres
El cerebro y el aula: ¿un puente demasiado lejos?
Cerebros, ¡al aula!
¿Atletas mentales?
Pensar en nada
¿Serás lo que debas ser?
6. Historias de las ciencias
La química crea un nuevo mundo
La tabla periódica de los alimentos
Natural, natural
La fin del mundo
Conocimiento lejano
Ciencia en ficción
El hombre que confundió el cerebro con un poema
Cuando comenzamos a nacer
Cuántos cuerpos tiene el cuerpo
Harry Potter y la ciencia de lo invisible
Bienvenidos al caos
Ciencia amarga
Einstein en la Argentina
De regreso a Octubre: un poco de ciencia soviética
7. Basta la salud (entre los genes y el ambiente)
Naturaleza sangre
Bienvenidos a mí
Las abuelas tenían razón
La regla de los diez segundos
El secreto de mi éxito
Cabellos al viento
Embalado en la locura del alcohol…
El músculo duerme, la ambición descansa
Si lo que quieres es vivir cien años
8. Ciencia inútil, cotidiana e innoble
Cucharitas que desaparecen (y otros misterios de la vida diaria)
Caída exponencial del chocolate
Fabio Murphy tenía razón
El cielo y el infierno
Mozo, sirva otro experimento
Sobre gustos
Bostezar, ese misterio
En un abrir y cerrar de ojos
Yo quiero tener un millón de amigos
John & Paul & Todos juntos ahora
¡Despegamos, amigos!
¿Mujeres y niños primero?
Nudos y nuditos
La muerte, esa científica
Superpronosticadores
La ciencia (de) la ciudad
Tenedores, clips, escarbadientes y selección natural
Están entre nosotros
Matar a la abuelita
La fiesta inolvidable
9. El tiempo no espera a nadie (el sueño tampoco)
No dejes para mañana
No sigas dejando para mañana
La mosca, la sopa y el tiempo
De búhos, alondras y máquinas del tiempo
Dime a qué hora comes…
Y los sueños, ¿sueños son?
El sueño de la razón
Viviendo por un sueño
Del sueño y los cabezazos
La power siesta
Ahora vienen por el sueño
La edad del pavo (tardío)
Y los sueños… drogas son
Un Nobel para el tiempo biológico
10. Esto que somos
Escrito en el cuerpo
Lee, te lo ruego
La pinta es lo de menos
El mal absoluto
Las palabras (y las cosas)
Ellos, ellas y las palabras
Conspiranoias
El cerebro y la política
Divorcio con estilo científico
Regalar es una ciencia
Dar y recibir
Tener razón o ser feliz, esa es la cuestión
Usted preguntará por qué cantamos
El fracaso en el cuerpo
Baila conmigo
Moral y buenas costumbres
Y sí, esto que somos
Diego Golombek
LA CIENCIA ES ESO QUE NOS PASA MIENTRAS ESTAMOS OCUPADOS HACIENDO OTRAS COSAS
Golombek, Diego
La ciencia es eso que nos pasa mientras estamos ocupados haciendo otras cosas.- 1ª ed.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2018.
Libro digital, EPUB.- (Ciencia que ladra… serie Mayor / dirigida por Diego Golombek)
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-629-886-5
1. Ciencia. 2. Divulgación. I. Título.
CDD 600
© 2018, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.
<www.sigloxxieditores.com.ar>
Diseño de portada: Pablo Font
Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina
Primera edición en formato digital: noviembre de 2018
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
ISBN edición digital (ePub): 978-987-629-886-5
Este libro (y esta colección)
La vida es eso que nos pasa mientras estamos ocupados haciendo otros planes.
John Lennon, “Beautiful Boy (Darling Boy)”
Quizá todo comenzó en una página del libro de lectura Mi amigo Gregorio, que se apareció mágicamente frente a mis ojos de 6 años. Las letras redondas empezaron a ordenarse y a formar la más maravillosa música que aún llevo en mis oídos: “¡Mamá, Emilio lee solo! Lee alelí, alto, alado”. Y con esas, nuestras primeras instrucciones de lectura, se suponía que debíamos salir a conquistar el mundo.
Como sea, todo cambió, porque esas primeras letras leídas en voz alta pronto fueron seguidas de las otras, las que nosotros gobernábamos; y domábamos su rebeldía al volcarlas en cuadernos, hojas, paredes o pizarrones.
O tal vez todo arrancó a los 15, al responder un aviso del diario The Buenos Aires Herald, presentándome con mi nula experiencia para un puesto de cronista deportivo (y estarían necesitados porque me tomaron de inmediato), y allí fui a recorrer el Conurbano en busca del cricket, ese deporte blanco que puede durar hasta tres días, parando para el almuerzo o para el té. Claro que después venía la recompensa, cuando hacia la tardecita volvía a la redacción para escribir mi reporte en las fieles Olivetti, sin tener demasiada conciencia de que ahí se sentaban monstruos como Robert Cox o James Neilson.
Aunque también el inicio pueden haber sido las revistas, como aquella Sporting que hacíamos con el hoy gran escritor Eduardo Berti, o la Así como Somos del colegio secundario, con la que intentábamos burlar la censura de los años de plomo. Había otro cielo afuera, que conocí escribiendo en otras revistas como Pan Caliente, El Musiquero o Zaff, herederas de libertades perdidas en el tiempo.
Y también podríamos pensar que el puntapié inicial fue entrar sin saber muy bien cómo o por qué a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales para marearme entre nombres y dibujos de plantas y protozoos. Sin duda influyó, porque cambió mis textos hacia estos restos diurnos de experimentos y descubrimientos de los que nos dejan con la boca y el corazón abiertos. Así tuve la fortuna de recorrer redacciones y escritorios, maestros y estilos. En revistas como Creación, Debate o TXT (pero también –y en diferentes épocas– Anteojito y Billiken), en diarios como Clarín, Página/12, Perfil o La Nación y en colaboraciones esporádicas para una taxonomía tan diversa como La Mujer de mi Vida, Muy Interesante, Encrucijadas, Noticias, Ciencia Hoy o El Gourmet se fue armando un mapa de esta tarea de cuentacuentos. Porque, en el fondo, contar la ciencia es contar historias.
Quizás haya sólo dos elementos fundamentales en esto de contar ciencias. Por un lado, esforzarse por mantener el rigor científico: ser lo más verídico que se pueda (recordando que esa verdad es a veces temporaria), consultar a los expertos y las fuentes adecuadas. Pero una vez que ese rigor está asegurado, todo vale para contar, frente al fogón o en una hoja de papel. Escribimos para que nos lean, apelando a todos los trucos de la literatura –analogías, metáforas, ficción, humor, tramas– para despertar una pasión que a veces ni sabíamos que existía.
En ese camino también hubo maestros. Como Julio Orione, con quien hice las primeras armas de periodismo científico en el primerísimo curso que se dictó en la entonces Fundación Campomar. O Leonardo Moledo, quien –cascarrabias y todo– supo hacer de un suplemento científico uno de literatura. O Daniel Arias, que desde la literatura me dio nuevas armas para contar historias y noticias. Y hubo editores, correctores, fotógrafos, ilustradores, colegas y lectores que ayudaron a seguir andando y prendiendo fueguitos.
Y este libro es eso: un recorrido un poco caprichoso por los temas, los episodios, los descubrimientos y las rutinas de laboratorio que en algún momento de esta vida con sus vueltas me atravesaron el corazón, me cortaron el aliento y se me metieron en la cabeza. Y salieron, tan verídicos como fui capaz, trastocados por las herramientas del lenguaje, con el oficio que me transmitieron los maestros y los compañeros de viaje, convertidos en historias que esperan tocarles la curiosidad, mojarles la oreja, sacudirles las inquietudes a otros que, atentos o descuidados, estén por esas cosas dispuestos a dejarse conmover. Que esas inquietudes vayan de la evolución al baño, del sueño a la escuela, de la belleza al cerebro, de las vacunas a la felicidad y a muchos otros lugares remotos, no es una casualidad. Allí, aquí, y especialmente cuando estamos ocupados haciendo otras cosas, una manera diferente de mirarlas consigue colarse y hacernos ver que teníamos buenas preguntas en la galera, y que podíamos disfrutar el camino en busca de respuestas.
En estos tiempos urgentes, en que la ciencia está acorralada y trata de sobrevivir (en un curioso paralelismo con el periodismo científico), sigue siendo necesario –y hasta imprescindible– contar sus historias. Narraciones de héroes y mártires, de sorpresas y errores, de métodos y azares. Contar esa ciencia que nos pasa aunque no nos demos cuenta –en la ducha, en la cocina, en el aula– e invitar a que paremos, a que sí nos demos cuenta, porque vale la pena, porque conocer y entender siempre es más mágico, más bello y más necesario que la ignorancia.
Versiones de muchos de los textos de este libro fueron publicadas alguna vez en diversos medios, como los ya mencionados, aunque cueste reconocerlos porque crecieron, fueron modificados o totalmente reescritos para “enlibrarlos”. Pueden leerse de principio a fin, respetando las secciones que los contienen, o en forma de rayuela, abriendo una página al azar y dejándose atrapar por esa historia y esa ciencia. Parte de ellos proviene de las columnas que desde hace muchos años publico en la revista dominical del diario La Nación, al que agradezco enormemente la continuidad, la confianza, la libertad para aceptar que puede haber ciencia en el baño o en Los Beatles. Me gusta pensar que así logramos llevar algo de ciencia donde no suele estar: en la sala de espera del dentista, en la peluquería, en una oficina pública. Para que allí, también, la ciencia nos pase. Y la dejemos entrar.
Esta colección de divulgación científica está escrita por científicos que creen que ya es hora de asomar la cabeza por fuera del laboratorio y contar las maravillas, grandezas y miserias de la profesión. Porque de eso se trata: de contar, de compartir un saber que, si sigue encerrado, puede volverse inútil.
Ciencia que ladra… no muerde, sólo da señales de que cabalga.
Diego Golombek