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Akal / Historia del mundo / 52

Juan Pablo Wert

El reino nazarí de Granada

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RAG

Director

Miguel Morán Turina

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© Juan Pablo Wert

© Ediciones Akal, S. A., 1994

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-460-4140-5

1. El origen del reino nazarí de Granada

Como quizá recordarás de tu lectura del volumen de esta colección titulado “La Edad Media”, los pueblos cristianos de Europa comienzan en el siglo xi una contraofensiva frente a los musulmanes que les venían presionando desde el siglo VIII por el Este y por el Oeste. El siglo xi es el momento en el que la sociedad feudal ha alcanzado su madurez, necesitando ampliar sus territorios para demostrar su fuerza y para extender y afirmar su forma de vida así como sus principios religiosos.

En efecto, por el Este el Islam va a sufrir el ataque de los cruzados, que logran liberar los Santos Lugares (Palestina y en general todo el Oriente Próximo). Los cruzados consiguen retener los Santos Lugares como dominio feudal durante casi doscientos años.

Además, por el Oeste tiene lugar la conquista de la Península Ibérica, donde la mayor parte del territorio va a pasar entre los siglos xi y xiii de manos musulmanas al control cristiano.

Así la parte no ocupada por los cristianos en la Península Ibérica, la zona suroriental, va a constituir desde mediados del siglo xiii hasta finales del siglo xv el último estado musulmán del Occidente europeo: el reino nazarí de Granada.

Muhammad I, fundador del reino nazarí

El adjetivo “nazarí” es la forma castellana del nombre de la familia a la quien pertenecía el creador del estado nazarí, cuyo nombre completo era Muhammad Ibn Yusuf Ibn Nasr Ibn Al-Ahmar. En adelante nos referiremos a él como Muhammad i o como Muhammad Ibn Nasr, que hasta 1232 sólo era el señor de Arjona, una ciudad no demasiado importante dentro del conjunto de Al-Andalus. Cómo logra convertirse en rey de un estado extenso y rico, y cómo lo organiza para que se mantenga durante dos siglos en un medio adverso, resulta, como verás, muy novelesco.

En el último capítulo de “La España Musulmana”, monografía de esta misma colección, pudiste ver cómo tras el derrumbe del poder califal en Al-Andalus se formaron pequeños reinos independientes, llamados taifas, que pronto mostraron su debilidad frente a sus vecinos cristianos del norte de la Península. Estos no tardaron en aprovechar la situación para, hostigándolos militarmente, saquearlos o, amenazándoles con ello, exigirles tributos en forma de dinero que se llamaban “parias”.

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El reino de Granada tras la conquista cristiana de Andalucía.

A esta forma de explotación indirecta sucedió el control directo de la taifa de Toledo por el rey castellano Alfonso vi en el año 1085. Este acontecimiento alarmó momentáneamente a los reyes de las taifas restantes, que empezaron a comprender la amenaza que se cernía sobre ellos y decidieron, capitaneados por el rey de Sevilla, pedir auxilio a los almorávides, unos monjes guerreros que vivían en el norte de África. Los almorávides se apoderaron en efecto de toda la España musulmana, logrando contener el avance cristiano.

A los almorávides les sucedieron los almohades, otros fanáticos religiosos que también se hicieron con el control del Norte de África. Pero ni los almorávides ni los almohades consiguieron reconstruir el equilibrio social que había sido una de las claves de la prosperidad y solidez política del viejo califato cordobés. A esto hay que añadir, para entender el desplome de la resistencia musulmana contra los cristianos, la pérdida de agresividad de los norteafricanos, amansados por el ambiente de comodidad y tolerancia religiosa que se vivía en Al-Andalus.

El ejército almohade sufrió en 1212 la decisiva derrota de las Navas de Tolosa a manos de un ejército “cruzado”, formado por caballeros de todos los reinos cristianos peninsulares junto con otros procedentes de reinos de más allá de los Pirineos. La victoria cristiana tardaría veinticuatro años en repetirse, con la conquista de Córdoba en 1236, pero después irán cayendo año tras año las principales ciudades y las regiones más ricas de Andalucía.

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Extensión del reino de Granada en los siglos xiv y xv.

En este clima catastrófico para el Islam español se sitúa la aventura de Muhammad Ibn Nasr, quien combinando energía con astucia conseguirá retener lo que, a partir de entonces, se conocerá como reino de Granada o reino nazarí. Sabemos, a pesar de la escasez de testimonios, que no fue cosa fácil, ya que además de tener que sortear el peligro cristiano, Muhammad Ibn Nasr tuvo que imponerse a otros rivales musulmanes y afirmar su poder en su propia tierra.

El primer paso lo dio al autoproclamarse sultán de Arjona el 18 de Abril de 1232, comenzando a ser considerado a partir de entonces por sus compatriotas como una autoridad política y militar.

Ya desde ese momento Muhammad Ibn Nasr inicia sus aventuras militares apoderándose de Guadix, Baza y Jaén, que arrebata al rey Ibn Hud, el cual había logrado controlar casi todo el territorio andalusí tras la derrota almohade de 1212 en las Navas de Tolosa.

El año siguiente Muhammad Ibn Nasr conseguirá ocupar, aunque por poco tiempo, Sevilla, Córdoba y Carmona. En esta campaña va a utilizar la ayuda de caballeros cristianos, cosa que ya habían hecho anteriormente los reyes de taifas, pero que va a ser más frecuente a partir de él y que provoca cierta incomprensión en el resto de los musulmanes que habitaban Al-Andalus.

Curiosamente, va a ser la conquista cristiana de Córdoba en 1236 la que, desprestigiando a Ibn Hud, provoque la aclamación de Muhammad Ibn Nasr por los habitantes de Granada, que quedará constituida a partir de ese momento como capital del nuevo reino. En los años siguientes irán cayendo en manos de Muhammad Almería, Málaga y sus respectivos pueblos, quedando así formado el territorio básico del estado nazarí.

2. El territorio del reino nazarí de Granada

Si miras ahora el mapa de la composición del reino nazarí y lo comparas con las actuales provincias españolas, podrás ver que está básicamente constituido por las de Granada, Almería y Málaga, con algunas zonas de las provincias limítrofes, principalmente de Cádiz.

Si observas luego el mapa de relieve puedes comprobar que se trata de un territorio muy montañoso, formado por el grupo de las cadenas montañosas béticas que se orientan de Noreste a Suroeste. En su centro aproximado se sitúa el surco intrabético, valle compuesto por una serie de hoyas o depresiones discontinuas. Tanto estas depresiones como las zonas llanas costeras se encuentran protegidas frente a Castilla por las cordilleras mencionadas.

Esta particularidad geográfica del reino nazarí, junto con su amplio arco costero, que le facilitará la relación con los pueblos norteafricanos y mediterráneos, contribuye a explicar su supervivencia tanto en términos militares como económicos.

El carácter accidentado de la región y su proximidad al mar permiten también la existencia de una cierta variedad del clima y el paisaje. Junto a las zonas esteparias casi desérticas del Noreste, podemos encontrar vegas fertilísimas y amplias zonas de pastos. Más adelante podrás ver cómo la sabiduría agrícola y la laboriosidad islámicas convertirán el reino de Granada en el vergel de España y una de las zonas de mayor actividad económica de la Europa de la época.

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Mapa físico de Andalucía Oriental.