A tres maestros, amigos y cómplices:
Francisco Varela (1946-2001)
Vic Mansfield (1941-2008)
Arne Næss (1912-2009)

SUMARIO

Necesaria lucidez, por Álex Rovira

Buena crisis

Happy Crisis

PARTE I: DE LA CRISIS A LA TRANSFORMACIÓN

1. Hacia una buena crisis

1. La burbuja cognitiva

2. Una economía como si la gente importara

3. Rito de paso

2. Mil barriles por segundo

4. Humano/Urbano

5. El final de la fiesta fósil

6. Relocalizar

3. La hora del decrecimiento

7. La economía, filial de la biosfera

8. La sociedad hiperactiva

9. Pacificar la economía

10. Acrecimiento

11. Resiliencia local

12. Transformar el imaginario

PARTE II: ANATOMÍA DE UN ESPEJISMO

4. La gran superstición

13. La insaciable sed de certeza

14. Cifras, códigos, barras

15. Las dos caras del materialismo

16. Alienación, consumismo, totalitarismo

17. Maneras de mirar

18. El mundo como espejo del yo

19. Templo, escenario, objeto

20. Pequeña historia del mundo

5. La crisis del ego materialista

21. Crisis sistémica

22. Consumo, luego existo

23. Más allá del ego

24. Del control al fluir

PARTE III: EL POSTMATERIALISMO QUE VIENE

6. Del materialismo al postmaterialismo

25. Postmaterialismo

26. El sutil motor del mundo

27. Ciencia intuitiva

28. La modelo y maestra de Leonardo

29. Somos agua

7. La gran transición

30. Nuevos valores para un mundo nuevo.

31. La Carta de la Tierra

32. La naturaleza, líder en diseño y tecnología

33. Reinventar

34. Inteligencia ecológica

35. Felicidad Interior Bruta

36. La generosidad regenera

8. Redes de relaciones

37. El final del exilio interior

38. Inteligencias múltiples

39. Empatía instintiva

40. ¿Dónde se halla la mente?

41. Mentes en red

42. De la materia a la conciencia

43. El mundo que viene

9. El universo participativo

44. ¿Es el universo un lugar acogedor?

45. El universo libre

46. Todo en todo

47. La realidad simpática

48. El mundo como Tú

49. Asombro

50. Aquí, ahora

Horizontes

Otras rutas de navegación

Para explorar más a fondo

Agradecimientos

NECESARIA LUCIDEZ

Éste es un libro extraordinario, amigo lector. Un libro que está llamado a marcar una inflexión en la conciencia colectiva. Porque su lucidez es necesaria como el aire que respiramos, el agua que nos da la vida o la ternura que nos sostiene. Y no pretendo con esta afirmación realizar un brindis al Sol o una falsa promesa. Siento sinceramente que el trabajo que Jordi Pigem nos regala en estas páginas resume y presenta un nuevo paradigma. No es un libro baladí, porque no es baladí el tema que aborda ni el cómo lo hace su autor. Todo lo contrario. Es una obra contundente, rigurosa e incontestable, por un lado, pero con el estilo de Jordi, siempre amable, sólido, franco y valiente.

Jordi Pigem es un gran amigo, una bella persona, un gran hombre. Alguien con una mentalidad holística, sistémica y humanista impregnada de bondad. Una rara avis en los tiempos que corren. Como gran maestro que es, Jordi regala lucidez. Y la lucidez que destilan las páginas siguientes pone sobre la mesa lo más difícil de ver: lo obvio obviado.

Al obviar lo obvio, los humanos entramos en crisis, una crisis de conciencia que se manifiesta en todas las dimensiones de lo real: desde la ecología hasta la economía. La actitud lo es casi todo, y esta crisis en la que nos vemos inmersos podrá ser una buena crisis, una excelente crisis si aprendemos lo que debemos aprender y cambiamos nuestros hábitos con la exigencia que nos imponen las circunstancias actuales y las del futuro inmediato.

Estamos en un momento clave de la historia, en las puertas de la que será probablemente la primera crisis sistémica. Una crisis que necesariamente debía aparecer para que emerja una nueva dimensión del inconsciente colectivo. Por desgracia, los humanos más que por convicción cambiamos por compulsión. Es bien simple: no hay castigos, simplemente hay consecuencias. Es hora de empezar a pagar la factura de la gran bouffe que nos hemos dado.

La mentalidad psicopática se ha larvado en la especie humana. El psicópata, carente del desarrollo psico-afectivo necesario, contempla el mundo y a los demás como objetos para su complacencia. Incapaz de experimentar la alteridad, el auto-cuestionamiento siempre necesario, la imprescindible responsabilidad. Carente además de visión a largo plazo ni visión sistémica, se ampara en los “efectos colaterales” o la “culpa del otro” y drena todo cuanto le rodea intentando llenar la excitación que camufla su profunda tristeza y vacío existencial. Así, depreda física, económica y emocionalmente su entorno hasta la extenuación y, eventualmente, la autodestrucción.

Necesitamos cambiar la mentalidad actual del depredador y volver a la del jardinero. Necesitamos que la responsabilidad no sólo sea una palabra sino un hábito. Necesitamos humanizar la humanidad, empezando por nosotros mismos. Que el alma de las cosas vuelva a ser una realidad y no una conjetura. Que lo sistémico sea realmente integrado por las futuras generaciones, y que el postmaterialismo al que se refiere Jordi, entre tantos otros conceptos brillantes, sea una realidad para que la especie pueda seguir su camino sobre la bella Tierra en el futuro.

El cáncer todo lo devora, pero el único órgano del cuerpo humano con el que no puede es con el corazón. Desde él nace la vida, y es también símbolo del afecto, del amor, de la compasión, de la ternura, del deseo de cuidar. Porque amar es cuidar. Hay algo en nuestro pecho que mantiene a raya la pulsión de muerte que el cáncer alberga, su crecimiento incontrolado y brutal, su necesidad de multiplicación desordenada que acaba destruyendo el cuerpo que lo nutre y ampara. Curiosa metáfora que por analogía deberíamos desplazar a la especie humana. ¿Queremos ser cáncer, o queremos encarnar el amor y la conciencia? Estos dos últimos son quizás el tratamiento; lucidez y verdad, compasión y humildad, perdón y voluntad. Ojalá no se queden en palabras. Jordi nos da pistas no sólo de cuál es el problema, sino de dónde están las soluciones y de qué podemos hacer. Y nos da decenas, cientos de ellas, desde todas las perspectivas: historia, ciencia, arte, psicología… Nada deja sin explorar nuestro amigo-maestro.

Gracias, querido Jordi, por brindarme el prólogo de esta gran obra. Las sincronicidades son evidentes, y quiso la vida que coincidiéramos en la necesidad de escribir un libro que abordara la revolución de la conciencia que supone una “buena crisis” y la necesidad de reinventarnos a nosotros mismos, como individuos y como especie ante las circunstancias actuales. Tu escribiste el prólogo del mío. Aquí tienes estas palabras. Los libros se gestaron en paralelo y en paralelo nacerán. Es un bellísimo encuentro. Ojalá podamos aportar nuestro granito de arena a que ésta y las que están por venir sean “buenas crisis”.

Amigos lectores, lean este libro, por favor. Compártanlo, bríndenlo. Harán bien. Mucho bien. Porque este libro cura, desvela, y revela. Los artículos y libros de Jordi no dejan indiferentes. Sorprenden, conmueven, apabullan incluso. Contienen, quizás, demasiada luz. Pero la necesitamos. Necesitamos hoy más que nunca la luz que este libro brinda. Gracias, Jordi, por ello.

ÁLEX ROVIRA

BUENA CRISIS

Crisis viene del griego krinein (decidir, distinguir, escoger), raíz también de crítica y criterio. Durante las crisis resulta decisivo saber usar nuestro mejor criterio. Krisis (κρίσις) es la palabra que usaba Hipócrates para señalar el momento decisivo en el curso de una enfermedad, cuando la situación súbitamente mejora o empeora. Esta acepción médica es el único sentido que crisis tuvo en latín y en la mayoría de lenguas europeas hasta principios del siglo XVII, y sigue siendo el primero que da el Diccionario de la Real Academia Española (el sentido político de crisis surge después, al aplicar metafóricamente al cuerpo social lo que era propio del cuerpo humano).

Durante siglos se ha hablado con toda naturalidad de la buena crisis o la happy crisis que conduce a la curación del enfermo. En su sentido original una crisis es una oportunidad de curación. En nuestro caso el enfermo es el sistema: nuestra crisis global es, por tanto, una oportunidad de sanar un sistema obsoleto, cuyas patologías hasta ahora habían quedado enmascaradas por la bonanza económica y los espejismos del consumo.

Los años venideros están llamados a ser un rito de paso para la humanidad y la Tierra, un tiempo crucial en el largo caminar de la evolución humana. Podemos imaginar que participaremos en transformaciones radicales y muy diversas, en amaneceres sorprendentes y crepúsculos intensos, y que el colapso de las estructuras materiales e ideológicas con las que habíamos intentado dominar el mundo abrirá espacios para la aparición de nuevas formas de plenitud.

En este rito de paso del final de la modernidad una mala crisis nos conduciría a extender la sed de control, la colonización de la naturaleza y de los demás y nuestro propio desarraigo. Una buena crisis, en cambio, nos conducirá a un mundo postmaterialista, en el que una economía reintegrada en los ciclos naturales esté al servicio de las personas y de la sociedad, en el que la existencia gire en torno al crear y celebrar en vez del competir y consumir, y en el que la conciencia humana no se vea como un epifenómeno de un mundo inerte, sino como un atributo esencial de una realidad viva e inteligente en la que participamos a fondo. Si en nuestro rito de paso conseguimos avanzar hacia una sociedad más sana, sabia y ecológica y hacia un mundo más lleno de sentido, habremos vivido una buena crisis.

Buena crisis y buena suerte.

HAPPY CRISIS



Las palabras que hablan a través de nosotros a veces dicen cosas que no sabíamos.

Cuando crisis era exclusivamente un término médico no tenía nada de paradójico hablar de una “crisis feliz”. El Oxford English Dictionary (OED), en su edi ción más actual, recoge expresiones como happy crisis (crisis feliz) y favourable crisis (crisis favorable) en el contexto de procesos terapéuticos: «Then shall the sicke… by the vertue and power of a happy Crisis, saile forth into the hauen of health» (James Hart, The anatomie of urines, 1625); «When he found I had enjoyed a favourable crisis, he congratulated me» (Tobias Smollett, The adventures of Roderick Random, 1748). El significado original de crisis en inglés es definido por el OED como: «The point in the progress of a disease when an important development or change takes place which is decisive of recovery or death; the turning point of a disease for better or worse; also applied to any marked or sudden variation occurring in the progress of a disease and to the phenomena accompanying it».

El Diccionario de la Real Academia Española, en su vigésima segunda edición (2001), da como primer significado de crisis «cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente». En su segunda edición (1783) daba la acepción médica del término y en la edición de 1884

extendía su significado a cuestiones no médicas. El Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico añade que en el siglo XIX «Baralt vitupera como galicismo crisis ministerial. Es probable, en efecto, que las acepciones figuradas y no médicas se importaran del extranjero, pues en francés e inglés se hallan ya a principios del siglo XVII».

El Dictionnaire étymologique & historique du français de Larousse indica que crisis (en la forma crisin) aparece como término médico en el siglo XIV y que «il a pris un sens figuré au XVIIe siècle, un sens politique au XVIIIe siècle». Por influencia del francés se da el mismo proceso en otras lenguas europeas como el alemán.

Como indica Joan Coromines en su monumental Diccionari etimològic i complementari de la llengua catalana, hay ejemplos de la expresión «buena crisis» en sentido médico en el Gazophylacium Catalano-Latinum publicado en Barcelona en 1696: «crisa bona», «lo malalt ha tingut una bona crisa». Nuestro enfermo sistema requiere ahora una buena crisis.

PARTE I:

DE LA CRISIS
A LA TRANSFORMACIÓN

1. HACIA UNA BUENA CRISIS

La resistencia a nuevas ideas es proporcional al cuadrado de su importancia.

BERTRAND RUSSELL

1
LA BURBUJA COGNITIVA

Imaginemos que mañana a mediodía se produjera un eclipse de Sol que nadie había previsto. No bastaría con dar un tirón de orejas a los profesionales de la astronomía. Sería evidente que la teoría astronómica requiere un cambio de paradigma, como el que en su día introdujeron Copérnico, Kepler y Galileo en la cosmología medieval. En vez de remendar la vieja teoría astronómica con más epiciclos, deferentes y excéntricas, habría que transformarla por completo.

En 1989 se dijo que todos los politólogos tendrían que dimitir por no haber previsto ninguno la inminente caída del muro de Berlín. También se ha dicho ahora que los grandes profesionales de la economía deberían dimitir por no haber previsto la magnitud de la crisis global en la que hemos entrado. Aparte de Nouriel Roubini (tachado de excéntrico y apocalíptico) ningún economista convencional la vio venir a tiempo. Lo reconoce incluso Paul Krugman, el Nobel de Economía de 2008. No menos grave que la crisis del sistema económico es el colapso de las teorías económicas convencionales, que se han visto completamente desbordadas por la realidad. Los dioses que adorábamos resultaron ser falsos. Aunque nos empeñemos, por inercia, en seguir dando crédito a los mismos métodos y a los mismos expertos.

Un periodista del Corriere della sera, Federico Fubini, hizo en el encuentro de Davos de 2008 una encuesta a directores de bancos centrales y otras figuras clave del sistema financiero global. Les preguntó si creen que han hecho algo a lo largo de su vida «que pueda haber contribuido, aunque sea mínimamente, a la crisis financiera». No, respondió sin titubeos el 63,5 %. David Rubinstein, cofundador y director ejecutivo del Carlyle Group, comentó irónicamente: «Creí que el cien por cien dirían que no tienen nada que ver». Al fin y al cabo, es habitual que quienes se aferran a un paradigma obsoleto no se den cuenta de su propia responsabilidad o de lo que hay ante sus ojos. Tampoco los teólogos de hace cuatro siglos veían nada cuando miraban a través del telescopio de Galileo.

Hay una burbuja mucho más antigua y mucho mayor que la burbuja financiera y que la burbuja inmobiliaria. Es la burbuja cognitiva: la burbuja en la que flota la visión economicista del mundo; la creencia en la economía como un sistema puramente cuantificable, abstracto y autosuficiente, independiente tanto de la biosfera que la alberga como de las inquietudes humanas que la nutren. En este sentido, la crisis del sistema económico tiene su origen en una crisis de percepción. La solución a la crisis económica no puede ser sólo económica.

2
UNA ECONOMÍA
COMO SI LA GENTE IMPORTARA

Hoy se habla de volver a Keynes. Pero John Maynard Keynes, acaso el economista más importante del siglo XX, ya criticaba hace tres generaciones que todo se reduzca a valores económicos: «Destrozamos la belleza de los campos porque los esplendores no explotados de la naturaleza no tienen valor “económico”. Seríamos capaces de apagar el Sol y las estrellas porque no nos dan dividendos». En sus últimos años Keynes señaló a un joven economista alemán como el más indicado para continuar su legado. Se trataba de E.F. Schumacher, que en los años setenta publicaría un libro de referencia de la economía ecológica, Lo pequeño es hermoso, en el que criticaba la obsesión moderna por el gigantismo y la aceleración y proponía algo insólito: «una economía como si la gente tuviera importancia». Schumacher sabía que las teorías económicas se basan en una determinada visión del mundo y de la naturaleza humana. Y todavía hoy, en el siglo XXI, pese a la física cuántica y la psicología transpersonal, la economía imperante se basa en una ontología decimonónica: ve el mundo como una suma aleatoria de objetos inertes y cuantificables, es reduccionista y fragmentadora y tiende a oponer a los seres humanos entre sí y contra la naturaleza. Schumacher ya diagnosticó en 1973 que «la economía moderna se mueve por una locura de ambición insaciable y se recrea en una orgía de envidia, y ello da lugar precisamente a su éxito expansionista», y añadió que la humanidad «es demasiado inteligente para ser capaz de sobrevivir sin sabiduría».

No pocos bioeconomistas y economistas ecológicos, conscientes de que el crecimiento económico se había convertido en una carrera contra la geología, contra la biosfera y contra el sentido común, veían venir esta crisis desde que se aceleró la globalización. Otros parecen haberla intuido mucho antes. El economista suizo Hans Christoph Binswanger analizó en Dinero y magia la segunda parte del Fausto de Goethe como una crítica premonitoria de la fáustica economía moderna. El dinero (nuestro símbolo favorito de inmortalidad) se vuelve adictivo y el individuo entrega su alma por él. En el cuarto acto Fausto define así su deseo más profundo: «¡Obtendré posesiones y riquezas!» (y anticipando nuestra sociedad hiperactiva añade: «La acción lo es todo»). La alquimia ha sido sustituida por la especulación financiera: se trata de crear oro artificial que a partir de la nada pueda multiplicarse sin límites. Más del 98% de las transacciones monetarias que se efectúan hoy en el mundo no corresponden a la economía real, sino a dinero ávido de beneficios a corto plazo que circula por mundos abstractos, desligado de bienes reales y de criterios éticos, sociales o ecológicos.

3
RITO DE PASO

En una crisis todo queda abierto. Es como un viaje por los espacios que analiza la teoría del caos, en los que una pequeña fluctuación puede dar lugar a desarrollos sorprendentes y duraderos. Por ello nuestras acciones en tiempos de crisis pueden tener mucha mayor repercusión que en tiempos de estabilidad. Lo único que está claro es que las cosas no seguirán igual. Como afirma Edgar Morin en un texto reciente, «antes de que se produzca una transformación, antes de la aparición de un nuevo sistema, no puede concebirse ni definirse». O como decía Heráclito hace veinticinco siglos: «quien no espera lo inesperado no lo encontrará, pues es inescrutable y no hay caminos que lleven allí».

Hasta ayer, el crecimiento económico y material parecía no tener límites. El progreso, creíamos, nunca dejaría de acelerarse y nos brindaría siempre más prosperidad y fraternidad. Pero hoy sabemos que nuestro rumbo no es sostenible en el ámbito económico, energético, ecológico o psicológico. Mientras la economía crecía podíamos ignorar el incremento de las de sigualdades y el deterioro ecológico, o soñar que serían compensados por la bonanza económica. Ahora ya no. La burbuja cognitiva empieza a desvanecerse: el mundo real existe y llama con fuerza a nuestras puertas, por ejemplo en forma de cambio climático y escasez de materias primas. Las crisis interrelacionadas del mundo de hoy nos sitúan, a escala planetaria y a escala personal, ante un rito de paso sin precedentes.

Los ritos de paso marcaban en muchas sociedades tradicionales el cruce del umbral entre la adolescencia y la madurez. A nuestra sociedad ahora le toca cruzar ese umbral. El mundo contemporáneo tiene mucho de rebelión e hiperactividad adolescentes: rebelión contra la biosfera que nos sustenta y contra un cosmos en el que nos sentimos como extraños, hiperactividad en el consumismo y en la aceleración que nos lleva a posponer la plenitud a un futuro que nunca llega. La crisis como rito de paso nos desafía a alcanzar una madurez sostenible y serena que redescubra el regalo de la existencia en el aquí y ahora.

2. MIL BARRILES POR SEGUNDO

El colapso económico y ecológico tienen la misma causa: el libre mercado sin regulación y la idea de que la codicia es buena y de que el mundo natural es un recurso para el enriquecimiento privado a corto plazo. El resultado son activos tóxicos y una atmosfera tóxica.

GEORGE LAKOFF

4
HUMANO/URBANO

La especie homo sapienshomo urbanusXIXXXIpolis