La relación es el espejo en el que nos vemos a nosotros mismos tal como somos. Toda vida es un movimiento en relación. No existe nada viviente sobre la Tierra que no esté relacionado con una cosa u otra. Aun el ermitaño, un hombre que se marcha a un paraje solitario, sigue en relación con el pasado y con aquellos que le rodean. No es posible escapar de la relación. En esa relación, que es el espejo que nos permite vernos a nosotros mismos, podemos descubrir lo que somos, nuestras reacciones, nuestros prejuicios y temores, las depresiones y ansiedades, la soledad, el dolor, la pena, la angustia. También podemos descubrir si amamos o si no hay tal cosa como el amor. Por lo tanto, examinaremos este problema de la relación, porque la relación es la base del amor.

Madrás, India, 26 de diciembre de 1982

El sexo se vuelve un problema extraordinariamente difícil y complejo en tanto no comprendemos la mente que piensa acerca del problema. El acto sexual en sí nunca puede ser un problema; lo que crea el problema es el pensamiento acerca del acto.

LA LIBERTAD PRIMERA Y ÚLTIMA

Cuando vemos todo esto: lo que hacemos del amor, del sexo, de la autocomplacencia, de tomar votos contrarios al sexo…, cuando vemos el cuadro completo, no como una idea sino como un hecho real, entonces el amor, el sexo y la castidad son una sola cosa. No están separados. Es la separación de las relaciones la que corrompe. El sexo puede ser tan casto como el cielo azul sin nubes; pero con el pensamiento, la nube llega y oscurece el cielo.

CONVERSACIONES

SUMARIO

1. La vida es un movimiento en relación
Descubriendo lo que somos realmente; el condicionamiento; se necesita un instrumento nuevo para resolver nuestros problemas humanos; la relación es un espejo en el cual nos vemos tal como somos; «¿Qué es realmente nuestra relación mutua?»; el ego, la seguridad y el placer; por qué los seres humanos viven a base de imágenes.

2. El mecanismo de la formación de imágenes
Tener una relación con otro sólo es posible cuando no hay imagen; la imagen brinda seguridad; «¿Podemos observar sin que opere todo el mecanismo de la memoria?»; no hay amor entre imágenes; establecer una verdadera relación es destruir la imagen; cuando comprendemos el mecanismo, la imagen deja de existir.

3. La comprensión del placer y el deseo
Nuestras mentes se ajustan al patrón del placer; la naturaleza del placer; si destruimos el deseo, destruimos la sensibilidad; el origen del deseo es el pensamiento que crea la imagen; es esencialmente lo mismo reprimir el deseo que ceder a él; uno no puede estar alerta al deseo si lo condena; el cultivo de la insensibilidad; el deseo y la pasión.

4. ¿Por qué el sexo se ha convertido en un problema?
Qué es el sexo; muchas cosas están involucradas; el acto en sí jamás puede ser un problema, lo que crea el problema es el pensamiento acerca del acto; por qué pensamos del todo en el sexo; cuando hay amor, el sexo jamás es un problema; un hombre que ama es puro aunque pueda ser sexual; lujuria y pasión.

5. La castidad
Sin amor no hay castidad; los que son célibes con el fin de realizar Dios no son castos, porque están buscando un resultado; «¿Por qué separamos el sexo de la belleza de una montaña?»; ¿hay sexo sin todo el mecanismo del pensamiento?; la represión y la indulgencia son ambas un derroche de energía.

6. El matrimonio
Deseamos compañía; cómo vivir con otro sin conflicto; qué significa estar relacionados; amor y responsabilidad; dominación y deber; causas de la falta de armonía en la relación; ¿la existencia separativa de un individuo es una ilusión?; ciertamente, debe ser posible funcionar en una relación sexual con alguien a quien amamos, sin la pesadilla que generalmente sigue.

7. ¿Qué es el amor?
¿Es posible estar libres de celos y apego?; «¿Por qué tener un motivo?»; la soledad me ha forzado a escapar; ¿puede el pensamiento darse cuenta de sus propias limitaciones?; el descubrimiento de que la soledad es creada por el pensar; si hay apego, no hay amor; al negar lo que no es amor, el amor existe.

8. El amor en la relación
El amor en la relación es un proceso purificador, puesto que revela las modalidades del “yo;” uno puede pensar en la persona a la que ama, pero no puede pensar en el amor; si uno ama, no hay dominación, celos, apego ni división entre hombre y muer; el amor se manifiesta cuando comprendemos totalmente nuestro proceso.

9. Estar relacionado significa terminar con el yo
¿Qué lugar ocupa el pensamiento en la relación?; la fragmentación; el mecanismo que forma las imágenes; el aislamiento y la autoprotección; el pensamiento exige la continuidad del placer; la relación está siempre en el presente vivo; puede existir sólo cuando hay total entrega de uno mismo, cuando no hay “yo;” ¿alguna vez se ha desprendido realmente del “yo”?

Fundaciones

1. LA VIDA ES UN MOVIMIENTO EN RELACIÓN

Estamos sosteniendo una conversación, como dos amigos que han estado paseando por un sendero arbolado con abundancia de sombras y cantos de pájaros, y ahora se han sentado juntos y conversan sobre todo el problema de la existencia, que es muy complejo. No estamos convenciéndonos mutuamente acerca de ningún tema, no tratamos de persuadirnos ni de sobreponernos el uno al otro mediante argumentos o apegándonos dogmáticamente a las propias opiniones y prejuicios; más bien vamos a mirar juntos el mundo tal como es, y también miraremos el mundo que existe dentro de nosotros.

Muchos volúmenes se han escrito acerca del mundo exterior –el medio ambiente, la sociedad, la política, la economía y demás–, pero muy pocos han llegado al extremo de descubrir lo que realmente somos, o sea, descubrir por qué los seres humanos se comportan del modo como lo hacen, matándose unos a otros, constantemente angustiados, siguiendo a alguna persona, alguna autoridad, algún libro, algún ideal, sin tener una verdadera relación con sus amigos, sus esposas, sus maridos y sus hijos; descubrir por qué los seres humanos, después de tantos milenios, han llegado a ser tan vulgares, tan crueles, tan completamente faltos de afecto, de consideración, de atención hacia otros, negando todo el proceso de lo que se considera que es el amor. Exteriormente, el hombre ha vivido en medio de guerras durante miles y miles de años. Ahora estamos tratando de detener la guerra nuclear, pero jamás detendremos las guerras. No ha habido en ninguna parte del mundo manifestaciones públicas para poner fin a las guerras, sino que hay manifestaciones contra determinadas guerras, y estas guerras han continuado; la gente es explotada, oprimida, y el opresor se convierte en el oprimido. Éste es el ciclo de la existencia humana con su dolor, su soledad, su gran sensación de desaliento, su ansiedad creciente, su total falta de seguridad. No tenemos relación con la sociedad ni con nuestros seres más íntimos, una relación sin disputas, sin conflictos, sin riñas, sin angustias y todo eso. Éste es el mundo en que vivimos y al que, estoy seguro, conocen muy bien todos ustedes.

Como dijimos ayer, debemos mirar las actividades del pensamiento, porque vivimos a base de pensamientos. Todas nuestras acciones se basan en el pensamiento, todos nuestros esfuerzos deliberados tienen por base el pensamiento: nuestras medita -ciones, nuestros cultos, nuestras oraciones. El pensamiento ha producido la división de las nacionalidades que da origen a las guerras, la división en religiones, como la judía, la árabe, la musulmana, la cristiana, la hindú, la budista, etc. El pensamiento ha dividido el mundo no sólo geográficamente, sino también en lo psicológico, en lo interno. El hombre está fragmentado, dividido no sólo en el nivel psicológico mecánico de su existencia, sino también en el de sus ocupaciones. Si uno es un profesor, tiene su propio pequeño círculo y vive dentro de ese círculo. Si es un hombre de negocios, se ocupa de hacer dinero, si es un político, vive dentro de ese área. Y si es una persona religiosa en el sentido aceptado de la palabra, con la práctica de diversas formas de puja, rituales, meditaciones, con la veneración de algún ídolo y cosas así, entonces también vive una vida fragmentada. Cada fragmento tiene su propia energía, su propia capacidad, su propia disciplina, y cada curso de acción juega un papel extraordinario en contradicción con otro curso. Ustedes deben conocer todo esto. Esta división, tanto externamente, geográficamente, como en lo religioso, en lo nacional y en la relación que existe entre uno mismo y otro ser humano, es un derroche enorme de energía. Es un conflicto que disipa nuestra energía en las disputas, dividiéndonos, haciendo que cada cual persiga lo suyo, sus propias aspiraciones, que exija su propia seguridad personal, etc. Toda acción necesita energía, todo pensar necesita energía. Esta energía que se fragmenta de un modo constante, implica un desgaste energético. Cuando una energía contradice otra, cuando una acción contradice otra acción –decir una cosa y hacer otra, lo cual es, obviamente, una aceptación hipócrita de la vida–, hay derroche de energía. Todas esas actividades deben, por fuerza, condicionar la mente, el cerebro. Estamos condicionados como hindúes, budistas, musulmanes, cristianos, con todas las supersticiones y creencias que ello implica. Estamos condicionados, acerca de esto no cabe ninguna duda. No podemos argumentar que no estamos condicionados; lo estamos, religiosamente, políticamente, geográficamente.

Hasta que no estemos libres del condicionamiento, libres de las actividades del pensar que crea los grandes problemas, esos problemas no podrán ser resueltos. Se necesita un instrumento nuevo para resolver los problemas humanos. A medida que avanzamos vamos a conversar sobre eso, pero no le corresponde a quien les habla decirles cuál es la nueva cualidad de ese instrumento; cada uno ha de descubrirlo por sí mismo. Por eso es que debemos pensar juntos, de ser posible. Ello requiere que ustedes y quien les habla sintamos, investiguemos, examinemos, cuestionemos, pongamos en duda todas estas cosas que el hombre ha producido, todas las cosas que hemos creado como barreras entre unos y otros. Como seres humanos que vivimos en esta hermosa tierra que es lentamente destruida, que es nuestra tierra, no la tierra inglesa o la tierra norteamericana, tenemos que vivir inteligentemente, dichosamente; pero, al parecer, eso no es posible porque estamos condicionados. Este condicionamiento es como el de una computadora: estamos programados. Programados para ser hindúes, musulmanes, cristianos, católicos, protestantes. El mundo cristiano ha sido programado durante dos mil años, y el cerebro se ha condicionado, a causa de ese programa, como una computadora. Así que nuestros cerebros están profundamente condicionados, y nos preguntamos si es de algún modo posible librarse de ese condicionamiento. A menos que estemos total, completamente libres de esa limitación, no tiene sentido el mero inquirir o averiguar en qué consiste ese nuevo instrumento que no es el pensar.

En primer lugar, uno debe empezar muy cerca para ir muy lejos. Nosotros queremos llegar muy lejos sin dar el primer paso, y quizás el primer paso sea el último paso. ¿Nos estamos comprendiendo el uno al otro, nos estamos comunicando o estoy hablándome a mí mismo? Si estoy hablándome a mí mismo, puedo hacerlo en mi propia habitación. Pero si estamos hablando nosotros, si juntos sostenemos una conversación, esa conversación tiene un significado cuando ambos nos encontramos en el mismo nivel, con la misma intensidad y al mismo tiempo. Eso es amor. Ésa es la verdadera y honda amistad. Para mí, ésta no es una conferencia en el sentido corriente de la palabra. Juntos tratamos de examinar y resolver los problemas humanos. Eso requiere muchísima investigación, porque los problemas humanos son muy, muy complejos. Uno debe poseer la cualidad de la paciencia, la cual no pertenece al tiempo. Todos estamos impacientes por progresar: «Dígame rápidamente esto o aquello», pero si tienen paciencia, o sea, si no están tratando de obtener algo, de alcanzar algún fin, alguna meta, entonces investiguen paso a paso.

Como decíamos, estamos programados. Nuestro cerebro humano es un proceso mecánico. Nuestro pensamiento es un proceso de carácter material, y ese pensamiento ha sido condicionado para pensar como budista, hindú, cristiano, y así sucesivamente. De modo que nuestro cebrero está condicionado. ¿Es posible liberarse de ese condicionamiento? Están los que dicen que eso no es posible, porque preguntan: ¿Cómo puede ser que en un cerebro, que ha sido condicionado durante tantos siglos y siglos, ese condicionamiento sea eliminado de manera tan completa que el cerebro humano sea prístino, original y esté dotado de una capacidad infinita?». Muchas personas afirman esto y se satisfacen con la mera modificación del condicionamiento. Pero nosotros decimos que este condicionamiento pude ser examinado, observado y que es posible liberarse completamente de él. Para descubrir por nosotros mismos si eso es posible o no, debemos investigar nuestra relación.

La relación es el espejo en el que nos vemos tal como somos. Toda vida es un movimiento en relación. No existe nada viviente sobre la Tierra que no esté relacionado con una cosa u otra. Aun el ermitaño, un hombre que se marcha a un paraje solitario, sigue en relación con el pasado y con aquellos que lo rodean. No es posible escapar de la relación. En esa relación, que es el espejo en el cual podemos vernos a nosotros mismos, estamos en condiciones de descubrir lo que somos, nuestras reacciones, nuestros prejuicios y temores, las depresiones y ansiedades, la soledad, el dolor, la pena, la angustia. También podemos descubrir si amamos o si no hay tal cosa como el amor. Por lo tanto, examinaremos este problema de la relación, porque la relación es la base del amor. Es la única cosa que ahora tenemos entre nosotros. Si uno no puede descubrir la verdadera relación, si vive su propia y estrecha vida particular, aparte de su esposa, de su marido, etc., esa existencia aislada engendra su propia destrucción.

La relación es la cosa más extraordinariamente importante que hay en la vida. Si no comprendemos esa relación, no podremos crear una nueva sociedad. Vamos a investigar muy detenidamente qué es la relación, por qué los seres humanos, durante toda su larga existencia como tales, jamás han tenido una relación sin sentimiento posesivo, sin opresión, apego, contradicción, etc. ¿Por qué existe siempre esta división: hombre y mujer, nosotros y ellos…? Vamos a examinar juntos. Este examen puede ser intelectual, o sea, meramente verbal, pero tal comprensión intelectual no tiene ningún valor. Es tan sólo una idea, un concepto; pero si podemos considerar nuestra relación como algo total, entonces tal vez podamos ver la profundidad, la belleza y la calidad de la relación. ¿De acuerdo, señores? ¿Podemos proseguir? Nos preguntamos cuál es, de hecho, la relación que ahora tenemos el uno con el otro, no la relación teórica, romántica o idealista –to-das irreales–, sino la factual, la relación cotidiana que tienen entre sí el hombre y la mujer. ¿Están relacionados en absoluto? Existe la relación biológica; esa relación es sexual, placentera. Es posesión, apego, diversas formas de intrusión mutua.

¿Qué es el apego? ¿Por qué tenemos una necesidad tan tremenda de apego? ¿Qué implica el apego? ¿Por qué nos apegamos? Cuando estamos apegados a cualquier cosa, siempre hay miedo, miedo de perder aquello a lo que uno se apega. Hay siempre un sentimiento de inseguridad. Por favor, obsérvenlo en sí mismos. Siempre existe un sentido de separación. Estoy apegado a mi esposa. Me apego a ella porque me brinda placer sexual, el placer de su compañía. Ustedes conocen todo esto sin que yo se lo diga. Estoy, pues, apegado a ella, lo cual quiere decir que estoy celoso, atemorizado. Donde hay celos, hay odio. Y, ¿es amor el apego? Ése es un aspecto a observar en nuestra relación.

Entonces, en nuestra relación cada uno ha creado, a través de los años, una imagen con respecto al otro. Esas imágenes que él y ella han creado, constituyen la relación. Pueden dormir juntos, pero el hecho es que tiene cada uno de ellos una imagen del otro, y en esa relación entre imágenes, ¿cómo puede haber una relación verdadera, factual con el otro? Todos, desde la infancia, hemos formado imágenes acerca de nosotros mismos y de los demás. Esta pregunta que nos formulamos es muy, muy seria: ¿Podemos vivir sin una sola imagen en nuestra relación? Por cierto, todos ustedes tienen una imagen de quien les habla, ¿no es así? Obviamente, la tienen. ¿Por qué? Ustedes no lo conocen, de hecho no lo conocen. Él se sienta en un estrado y habla, pero ustedes no se relacionan con él, porque tienen a su respecto una imagen. Han creado una imagen de él y tienen sus propias imágenes personales respecto de sí mismos. Tienen innumerables imágenes de los políticos, de los hombres de negocios, del gurú, de esto y aquello. ¿Puede uno vivir profundamente sin una sola imagen? La imagen puede ser una conclusión acerca de nuestra esposa, una representación mental, una imagen sexual; puede ser la imagen de un vínculo mejor y así sucesivamente. ¿Por qué los seres humanos tenemos imágenes en absoluto? Por favor, formúlense esta pregunta. Cuando tienen una imagen del otro, esa imagen les comunica una sensación de seguridad.

El amor no es pensamiento. El amor no es deseo, no es placer, no es el movimiento de imágenes; y en tanto uno tenga imágenes del otro, no hay amor. Y nos preguntamos: ¿Es posible vivir una vida sin una sola imagen? Entonces están relacionados el uno con el otro. Tal como sucede hoy en día, es igual que si fueran dos líneas paralelas que jamás se encuentran, excepto sexualmente. Un hombre va a la oficina, es ambicioso, codicioso, envidioso, procura alcanzar una posición en el mundo de los negocios, en el mundo religioso, en el profesional; y la mujer moderna también se va a la oficina, y ambos se encuentran en el hogar para engendrar hijos. Y surge todo el problema de la responsabilidad, el problema de la educación, de la total indiferencia. A ustedes no les importa lo que después puedan ser sus hijos, lo que pueda pasarles. Quieren que sean como ustedes: un casamiento seguro, una casa, un buen empleo, etc. ¿Correcto? Ésta es nuestra vida, nuestra vida cotidiana, y es realmente una vida deplorable. Por consiguiente, si se preguntan por qué los seres humanos viven a base de imágenes –todos sus dioses son imágenes, el dios cristiano, el dios musulmán y el dios de ustedes–, verán que éstas son creadas por el pensamiento, y el pensamiento es inseguro, temeroso. No hay seguridad en las cosas producidas por el pensamiento. ¿Es posible, entonces, liberarnos de nuestro condicionamiento en la relación? O sea, observar atenta, minuciosa y persistentemente, en el espejo de la relación, cuáles son nuestras reacciones, si son mecánicas, si son producto del hábito, de la tradición. En ese espejo descubrimos realmente lo que somos. En consecuencia, la relación es extraordinariamente importante.

Tenemos que investigar qué es observar. ¿Cómo observan, en el espejo de la relación, lo que son realmente? ¿Qué significa observar? Ésta es, en verdad, otra cosa importante que hemos de descubrir. ¿Qué significa mirar? Cuando miran un árbol, que es la cosa más bella, más exquisita que hay sobre la Tierra, ¿cómo lo miran? ¿Lo miran alguna vez, miran alguna vez la Luna nueva, el contorno de la Luna nueva, tan delicada, tan pura, tan joven? ¿Alguna vez la han mirado? ¿Pueden mirarla sin usar la palabra “luna”? Todo esto, ¿les interesa realmente? Continuaré, como un río que prosigue su curso. Ustedes están sentados a la orilla del río y lo contemplan, pero jamás llegan a ser el río, porque nunca participan del río, nunca se unen a la belleza del movimiento que no tiene principio ni fin. Así que, por favor, consideren lo que es observar.

Cuando observan un árbol, o la Luna, algo exterior a ustedes, siempre usan las palabras “árbol”, “luna”. ¿Pueden mirar la Luna, el árbol, sin nombrarlos, sin el contenido de la palabra, sin identificar la palabra con el árbol, con la cosa? Ahora bien, ¿pueden mirar a la esposa, al marido, a los hijos, sin las palabras que los identifican, sin las imágenes? ¿Lo han intentado alguna vez? Cuando observan sin una palabra, sin un nombre, sin la forma que han creado respecto de él o de ella, en esa observación no hay un centro desde el cual estén observando. Descubran qué ocurre entonces. La palabra es pensamiento. El pensamiento se origina en la memoria. Tenemos, pues, la memoria, la palabra, el pensamiento, la imagen que interfiere entre uno mismo y el otro. ¿Correcto? Pero no hay pensamiento que mire, que observe, pensamiento en el sentido de la palabra, del contenido y significado de la palabra. Entonces, en esa observación no hay un centro como el “yo” que mira al “tú”. Sólo así hay una verdadera relación con el otro. En ello existe la cualidad de aprender, una cualidad de indudable sensibilidad y belleza.

LA MENTE QUE NO MIDE
Madrás, India, 26 de diciembre de 1982

2. EL MECANISMO DE LA FORMACIÓN DE IMÁGENES

¿Han mirado alguna vez a la propia esposa, al marido, a los hijos, al vecino, al jefe o a alguno de los políticos? En tal caso, ¿qué han visto? La imagen que tienen de la persona, la imagen que tienen de sus políticos, del primer ministro, de su dios, de su esposa, de sus hijos; esa imagen es lo que miran. Y esa imagen se ha formado a causa de la relación, o de sus temores, o de sus esperanzas. El placer sexual y otros placeres que hemos tenido con nuestra esposa, nuestro esposo, así como la ira, la adulación, el consuelo, todas las cosas que trae consigo la vida de familia –que es una vida abrumadora– han creado una imagen respecto de la esposa o el esposo. Con esa imagen miramos. De igual modo, nuestra esposa o nuestro esposo tienen una imagen de nosotros. Por lo tanto, la relación entre nosotros y nuestra esposa o nuestro esposo, entre nosotros y el político es, en realidad, la relación entre dos imágenes. ¿Correcto? Eso es un hecho. ¿Cómo pueden dos imágenes, que son el resultado del pensamiento, del placer y demás, tener relación alguna de afecto o amor?

Por consiguiente, la relación entre dos individuos, muy íntimamente unidos o muy lejanos, en una relación de imágenes, símbolos, recuerdos. Y en eso, ¿cómo puede haber verdadero amor? ¿Comprenden la pregunta?

OBRAS COMPLETAS, volumen XVII
Nueva Delhi, 22 de diciembre de 1966

Tener una relación con otro sólo es posible cuando no hay imagen

¿Estamos alguna vez relacionados con alguien, o la relación es entre dos imágenes que hemos creado el uno respecto del otro? Yo tengo una imagen de usted y usted una imagen de mí. Yo tengo una imagen de la otra persona como mi esposa o marido o lo que fuere, y la otra persona también tiene una imagen de mí. La relación es entre estas dos imágenes y nada más. Tener una relación con otro sólo es posible cuando no hay imagen. Cuando yo puedo mirarlo a usted y usted puede mirarme a mí sin la imagen de la memoria, de los insultos y todos lo demás, entonces hay una relación, pero la naturaleza misma del observador es la imagen, ¿verdad? Mi imagen observa su imagen, si es posible observarla, y a esto lo llamamos relación, pero es una relación entre dos imágenes, es una relación que no existe, porque ambos somos imágenes. Estar relacionado significa estar en contacto. El contacto debe ser algo directo, no entre dos imágenes. Requiere muchísima atención, mucha percepción alerta mirar a otro sin la imagen que tenemos de esa persona, siendo la imagen los recuerdos acerca de esa persona, cómo nos ha insultado, cómo nos ha complacido, cómo nos ha dado placer, esto o aquello. Sólo cuando entre dos seres humanos no hay imágenes, existe una relación.

OBRAS COMPLETAS, volumen XVII
Nueva York, 26 de setiembre de 1966

Para mirar tiene que haber silencio

Si queremos mirar una flor, cualquier pensamiento acerca de esa flor nos impide mirarla. Las palabras rosa, violeta, es esta flor, aquella flor, es de tal especie, etc., nos impide observarla. Para poder mirar, no tiene que haber interferencia alguna de la palabra, que es la exteriorización del pensamiento. Tenemos que estar libres de la palabra, y para mirar tiene que haber silencio; de lo contrario, es imposible mirar. Si miramos a nuestra mujer o a nuestro marido, todos los recuerdos que tenemos, ya sea de placer o de dolor, interfieren con el mirar. Sólo cuando miramos sin la imagen, existe una relación. Mi imagen verbal y la imagen verbal del otro no se relacionan en absoluto. Carecen de existencia real.

OBRAS COMPLETAS, volumen XVII
Nueva York, 5 de octubre de 1966

¿Por qué tenemos imágenes acerca de nosotros mismos?