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Cantina
La Conquista



COLECCIÓN LA OTRA CENTENA











Enrique Ballesté





Cantina
La Conquista



Eurídice







EDICIONES EL MILAGRO












Cantina
La Conquista


Farsa trágica



PERSONAJES








JOSÉ LUIS


ALFREDO


PRIETO


LIBRADO


AGUSTÍN


DON JUVENCIO



México.
Tiempo difícil.










A. UN MARTES. EL ASEO


B. EL MISMO MARTES. PEINÁNDOSE


C. EL MISMO MARTES. LOS TEMPRANEROS


D. EL MISMO MARTES. LA BOTANA


E. EL MISMO MARTES. PRIMER ENCUENTRO











A. UN MARTES. EL ASEO

En el salón desarreglado de La Conquista.

El agua corre por el piso. El jabón remueve las manchas de mugre. Las greñas del trapeador obedecen a José Luis, que, descalzo, con los pantalones arremangados y en camiseta, cumple de mala gana con lavar el lugar. Se escucha el choque del trapeador contra la cubeta. Es un ruido destemplado. Hilos de luz se filtran por los huecos de las cortinas metálicas creando un ambiente a tono con el agrio humor del mesero.

JOSÉ LUIS ¡Y el cabrón que no llega!

De pronto algo le hiere la planta del pie.

¡Me carga la chingada!

Se sienta, se revisa. Una de las puertas de la calle se abre. Entra Alfredo.

ALFREDO Lavándote las patas, güevón.

Alfredo se dirige al control de corriente eléctrica.

JOSÉ LUIS No la prendas.

ALFREDO ¿Lavas a ciegas?

JOSÉ LUIS Lavo a ciegas, río a ciegas, cago a ciegas.

ALFREDO Topo fregón.

Alfredo prende la luz.

JOSÉ LUIS Apágala. Nos la cobran.

Alfredo obedece. Intenta moverse y tropieza.

ALFREDO ¡Puta madre! No veo nada.

JOSÉ LUIS ¿Qué buscas?

ALFREDO Las botas para trapear.

JOSÉ LUIS No están. Algún pendejo las movió del lugar.

ALFREDO Qué chulo carácter. ¿Desayunaste lija?

JOSÉ LUIS Me clavé un vidrio por culpa del pendejo que no dejó en su sitio las botas para trapear.

ALFREDO ¿Dónde se ponen?

JOSÉ LUIS Entre el tanque de hielo y los trapos.

Alfredo llega al sitio.

ALFREDO No hay nada.

JOSÉ LUIS Claro porque algún pendejo...

ALFREDO Algún pendejo las cambió de lugar, pero yo no soy ese pendejo y ni siquiera sé si las botas van aquí o colgadas de tu culo.

Alfredo prende la luz.

JOSÉ LUIS ¡Apágala!

ALFREDO (Se sienta frente a José Luis.) No curo a ciegas.

La sangre fluye. Alfredo saca del pantalón un cortaúñas.

JOSÉ LUIS ¿Qué haces?

ALFREDO Te quito un vidrio de Victoria.

Alfredo lo consigue.

Ponte alcohol.

José Luis permanece callado. Alfredo ríe.

JOSÉ LUIS ¿De qué te ríes?

ALFREDO Iba a preguntar si hay alcohol. (Ríe más.) ¿Qué prefieres? ¿Ron, brandi, tequila?

JOSÉ LUIS Llegas tarde y grifo.

José Luis camina con dificultad. Abre la otra puerta de la calle. Chorros de luz clarean la oscuridad. Levanta la cortina: el ruido es intenso.

(Reclamándole.) Lo que puedas hacer con la luz natural, ¡hazlo! Lo que puedas ahorrar, ¡ahórralo! (Visiblemente agresivo.) Lo que gastes lo pagas. Y óyeme bien: yo te recomendé, así que ni vuelves a llegar tarde ni olvidas el lugar de las botas, porque bien te lo indiqué. (Levanta la cortina de la puerta abierta.) ¡Trapea! ¡Tienes suficiente luz!

ALFREDO No me regañes. ¿Te crees el español?

JOSÉ LUIS El español tiene nombre y apellido.

ALFREDO Cásate con él. (Alfredo se quita los zapatos, los calcetines. Se arremanga los pantalones. Ríe.) No te puteo porque necesito la chamba.

Brincando, sin escucharlo, José Luis se mete a la cocina. Alfredo, contra su voluntad, trapea. Prende la luz. Chifla. Trapea. Chifla y trapea. De pronto pisa un vidrio.

(Encabronadísimo, avienta el trapeador.) ¡A la verga! ¡A la verga! ¡A la verga!



B. EL MISMO MARTES. 9 A.M. PEINÁNDOSE

Un espejo en el baño de La Conquista.

Aparece la imagen del Prieto. Está cansado. Mira sus ojos, frota sus párpados, se echa agua. Intenta aplacarse el pelo con las
manos, pero al retirarlas el pelo recupera su condición natural. Se unta brillantina. Se peina. El pelo no se rinde. Enojado, infla
el pecho. De la nada saca una pistola y la coloca sobre el pecho. Como reo peligroso al que están fichando, posa de perfil derecho, de perfil izquierdo, de espalda; cuando queda de frente el cansancio desaparece y en las manos, en lugar de la pistola, el Prieto luce un molinillo. Irónico, desaparece.

Un espejo de La Conquista, sin imagen.


C. EL MISMO MARTES. 10 A.M.

LOS TEMPRANEROS

En la bodega de La Conquista.

Agustín y Librado se visten de meseros.

LIBRADO Entre el camión y la pesera hago hora y media; me canso.

AGUSTÍN Deje la chamba.

LIBRADO ¿Y qué como?

AGUSTÍN Dígale a sus hijos.

LIBRADO Estudian.

AGUSTÍN Que trabajen.

LIBRADO Están por terminar la carrera.

AGUSTÍN Nada ganan.

LIBRADO Un título.

AGUSTÍN Los títulos se inventan, se falsifican, se compran, se hacen rollito y se meten por el...

LIBRADO ¿Van a ser tristes meseros?

AGUSTÍN Mejor que abogados ladrones.

LIBRADO A veces no.

AGUSTÍN ¿Y la conciencia?

LIBRADO Se ignora, se inventa, se compra, se hace rollito y se mete por el culito...

AGUSTÍN ¿Lo dice en serio?

LIBRADO En México cualquier trinchón se hinca ante un licenciado o un doctor.

AGUSTÍN En México un doctor vende coches, un licenciado repara tuberías, los sabios se van o se vuelven locos. Las apariencias nos encandilan. Acuérdese de las cuentitas de vidrio. O me va a decir que don Juvencio es licenciado en administración de empresas.

LIBRADO Los títulos prestigian. Él es hijo del rey de España, desciende de marqueses, por eso le hacemos caravanas.

AGUSTÍN Le hacemos caravanas porque grita cabrón; el grito es el que nos agacha.

LIBRADO Es el dueño.

AGUSTÍN Nada más de La Conquista.

Agustín observa a Librado ajustarse la corbata de moño y la filipina.

Lo veo vestirse y recuerdo las fiestas de quince años. Fui buen chambelán y nunca faltó quien dijera: mira, ese chambelán viene vestido de mesero.

De la ropa de Agustín cae un revólver. Silencio.

LIBRADO ¿Eso?

AGUSTÍN (Turbado.) ...por protección. (Se hinca.) Es un revólver.

Librado da un paso atrás.

¿Le dan miedo las armas de fuego?

LIBRADO Les huyo. Uno piensa que las controla, pero no. No son de Dios ni del Diablo. Tienen un mundo propio, fueron hechas para cumplir con una muerte precisa. Se mandan solas. Saben esperar.

AGUSTÍN (La levanta.) ...ni balas tiene.

LIBRADO (Cambiando el tema.) José Luis está encabronado, se perdieron las botas de trapear.

AGUSTÍN ¿Y a nosotros qué?

LIBRADO (Saliendo.) Vamos a pagarlas como si fueran las de Hernán Cortés.

Agustín maneja el revólver con pericia, lo gira hábilmente y dispara contra alguien. Satisfecho, saca una bala del cilindro y la chupa.

AGUSTÍN ...a mí Hernán Cortés...



D. EL MISMO MARTES. 11 A.M. LA BOTANA

En la cocina de La Conquista.

Huele a caldo de camarón. El Prieto rebana chiles. Librado dobla servilletas, José Luis, aún sin vestirse de mesero, pule cubiertos, al caminar cojea. Entra Agustín con un plumón y hojas blancas.

AGUSTÍN ¿Aparecieron las botas?

JOSÉ LUIS Las quitaron del lugar. (Al Prieto.) ¿Fuiste tú?

PRIETO ¿Para qué?

JOSÉ LUIS En La Conquista nada se había perdido.

PRIETO Dan más vergüenza que servicio, esas botas.

JOSÉ LUIS ¿Y a ti qué?

Silencio.

AGUSTÍN ¿Qué anoto?

JOSÉ LUIS Es martes: botana de martes.

AGUSTÍN (Escribe y lee.) ...caldo de camarón, arroz, carne entomatada...

PRIETO Arroz no.

JOSÉ LUIS Queda una olla grande.

PRIETO La tiré.

LIBRADO ¿Tiraste el arroz?

PRIETO Perdió sabor.

JOSÉ LUIS ¿Y a ti qué con el sabor?

AGUSTÍN (A José Luis.) ¿Qué pongo?

JOSÉ LUIS Pon ensalada de fruta y verdura: naranja, jícama y pepino.

PRIETO ¿Quién va a pelar?

LIBRADO Obedece, Prieto; José Luis es el que dice.

PRIETO ¿Usted pela?

Silencio.

AGUSTÍN (Malora.) ...¿carne entomatada?

PRIETO Tampoco; la carne hay que hervirla, falta tiempo, queda dura.

El Prieto termina de cortar chiles.

JOSÉ LUIS (Enojado.) ¿Qué con ese chile?

PRIETO Para el camarón.

JOSÉ LUIS Así está bien.