LAS CINCO CARAS DE DIOS

 

 

 

Javier Alonso López

LAS CINCO CARAS DE DIOS

Guía breve para comprender las principales
religiones del mundo actual

 

 

 

 

Fotografías de

Covadonga Valdueza Villaseñor

 

 

 

 

 

 

Las cinco caras de Dios

Guía breve para comprender las principales
religiones del mundo actual

 

 

© 2018, Javier Alonso López

 

Autor representado por Silvia Bastos, S.L. Agencia Literaria

© 2018, Arzalia Ediciones, S.L.

Calle Zurbano, 85, -1. 28003 Madrid

 

© Fotografías de cubierta e interior: Covadonga Valdueza Villaseñor

Diseño de cubierta, interior y maquetación: Luis Brea

 

ISBN: 978-84-17241-32-2

 

 

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotomecánico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso por escrito de la editorial.

 

www.arzalia.com

 

Introducción

Música de Dios, letra de los hombres

¿Por qué los judíos no comen cerdo? ¿En qué se diferencian las diversas confesiones cristianas? ¿Es verdad que el Corán insta a los fieles musulmanes a hacer la guerra santa? ¿Por qué se bañan en el río Ganges los hindúes? ¿Qué son las cuatro Nobles Verdades del budismo?

Estas y otras muchas preguntas son las que se plantea el ser humano cada día, independientemente de la religión que profese, o incluso aunque no sea creyente. En un mundo cada día más globalizado, donde las distancias entre dos puntos cualquiera de la Tierra se reducen a unas horas de avión, y donde estamos en un permanente contacto con personas de otros países, lenguas, culturas y religiones, es inevitable que nos asalte la curiosidad ante el que es distinto a nosotros, y en esa diferencia tiene un lugar preferente la religión.

Todas las culturas humanas, desde tiempo inmemorial, se han caracterizado por poseer creencias y prácticas religiosas. La religión ha sido la herramienta de la que se ha valido la humanidad para satisfacer una serie de necesidades. La primera es, posiblemente, ofrecer una explicación para todos aquellos fenómenos que quedan fuera del entendimiento racional y científico. Para las sociedades y culturas más primitivas, desde la lluvia hasta el viento, las enfermedades, el crecimiento de las plantas o los cambios de estaciones se debían a la acción de una divinidad. A medida que la humanidad ha avanzado en sus conocimientos científicos, la explicación de estos hechos ha migrado de la religión a la ciencia, aunque a la primera sigue perteneciendo, en gran medida, la gran pregunta: ¿cómo se ha creado el Universo?

Dentro de aquellos fenómenos de difícil explicación para el ser humano hay uno que le afecta en lo más íntimo, y es el miedo a no saber qué hay después de la muerte. Por eso, todas las religiones del mundo presentan a sus seguidores una visión de aquello que nos espera al final de nuestra existencia terrena. Por lo general, la creencia se basa en el hecho de que hay una parte de la persona que es inmortal y que alcanza su verdadero objetivo en un supuesto más allá una vez se ha liberado del cuerpo. Además, dependiendo del comportamiento del individuo durante su vida en la tierra, habrá un premio o un castigo en esa vida posterior.

Este hecho es muy importante, pues significa que nuestros actos en esta vida influirán en el destino que corramos en nuestra existencia posterior. Así, la religión da el salto desde el ámbito de las creencias al de los comportamientos, y nos dice, bajo la forma de mandato divino, cómo debemos conducirnos, tanto personalmente como respecto a nuestros semejantes. Todas las religiones constituyen, bajo formas más o menos estrictas, una guía de comportamiento para la vida.

Además, puesto que estas normas y creencias harán que un determinado grupo religioso se diferencie de otro que no practica esa religión, se desarrollan también una serie de procedimientos que reforzarán esa identidad y diferenciación. Los calendarios basados en la religión, las fiestas, los lugares sagrados y, muy especialmente, los ritos de paso dentro del grupo social-religioso (nacimiento, paso a la vida adulta, matrimonio, muerte, etc.) sirven como elemento diferenciador entre unas religiones y otras.

El último elemento que encontraremos en todas las religiones del mundo es la presencia de un grupo reducido, una élite religiosa, que posee el poder y la autoridad para decir qué está de acuerdo con la religión y qué comportamientos o creencias son incompatibles con la misma. Esta jerarquía religiosa, que puede adquirir diversas formas (desde el brujo de una tribu primitiva hasta el organigrama, similar al de una multinacional, de la Iglesia católica) justifica y defiende su autoridad por medio de una conexión directa con la divinidad, una revelación, que en las religiones más evolucionadas se presenta como uno o varios libros sagrados.

Estos cinco rasgos (la explicación para el origen del mundo, una visión de la existencia más allá de la muerte, una guía de conducta, una serie de rasgos distintivos del grupo y una jerarquía religiosa que vela por el mantenimiento del orden dictado por la divinidad) son comunes a todas las religiones del mundo. Son, por así decirlo, la música de fondo de todas ellas, la esencia procedente de Dios. Las diferencias entre unas religiones y otras son tantas como sociedades humanas hay en la tierra. Cada grupo pone una letra diferente a esa música divina, decide con qué instrumentos hay que tocar la melodía y qué ritmo se debe adoptar. El resultado es un mosaico de creaciones humanas, muy diferentes a primera vista, pero casi idénticas en el fondo.

En este libro se ofrecerá un panorama general de las cinco grandes religiones del mundo actual, judaísmo, cristianismo, islam, hinduismo y budismo, siguiendo un mismo esquema para todas ellas. La intención es que, al final de cada capítulo, el lector haya adquirido unos conocimientos básicos que le permitirán reconocer y comprender cada una de estas religiones.

Quizá la palabra más importante sea ‘comprender’. Porque comprender al otro nos acerca a él, porque comprender evita los abismos de la ignorancia en los que nace el odio al diferente, un odio basado, casi siempre, en informaciones falsas, incompletas o tendenciosas. Porque comprender nos ayudará a escuchar esa música que todas las religiones tienen en común, aislándola de la letra que cada uno de nosotros le hayamos puesto, y nos hará ver que es mucho más lo que nos une a todos los seres humanos que lo que nos separa.

 

 

Madrid, julio de 2018