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Treinta y tres
nombres de Dios



COLECCIÓN TEATRO EMERGENTE











Itzel Lara






Treinta y tres
nombres de Dios














EDICIONES EL MILAGRO



















Para mi hermano, José Juan Zampayo,
el nombre más entrañable de Dios.


Un día,
alzaré la vista,
te veré
con tu traje de astronauta,
sin tanques,
sin tos,
y nos iremos para siempre
de este mundo que adolece
sin ti.


















Estoy o desgarrado o incómodo
y a veces bocanadas de vida

ROLAND BARTHES
Diario de duelo












NOTA DE LA AUTORA








Los siguientes textos dramáticos están inspirados en el poemario Los treinta y tres nombres de Dios de la escritora Marguerite Yourcenar, en la traducción de Silvia Baron Supervielle.

El orden, así como la elección de los cuadros para una puesta en escena, será decisión del director; sin embargo, es necesario que, de elegir el nombre 14, se represente también el 15 consecutivamente.

El nombre 33 es el único que deberá montarse siempre y al final de todos.











1
Mar de mañana


En la habitación de Lupita. Lupita tiene sesenta y dos años, sus pulmones dependen de un tanque. A su lado José, de sesenta y cinco, prepara una medicina con infinita paciencia. Por fin se la da.


LUPITA ¿Ya comió la niña?

JOSÉ Ahorita veo, primero lo primero.

LUPITA No me gusta que la dejes sola abajo.

JOSÉ No está sola, tiene a Roberto.

LUPITA Roberto no es un humano.

JOSÉ Parece... ¿ya te dijo la niña que ayer voló dos metros más?

LUPITA No. Sabes que no me gusta hablar de él. Me molesta.


Silencio.


JOSÉ Pues lo hizo, se veía bonito. (Pausa.) ¿Te acuerdas de la vez que estábamos en Veracruz y estábamos viendo unos pájaros grandes que hacían mucho barullo encima de los árboles?

LUPITA No.

JOSÉ Sí, cómo no, y que luego hicieron el torito y el castillo y todos los pájaros se hicieron del baño.

LUPITA No.

JOSÉ Tus chinos se veían muy chistosos... como... espolvoreados.


Silencio. Lupita toma la mano de José.


LUPITA Ve a ver a la niña. No me gusta que coma sola.


José le besa la mano. Asiente.


JOSÉ Pero no tardo.


José se levanta. Lupita alcanza a detenerlo.


LUPITA Pepe...

JOSÉ ¿Quieres algo? ¿Le subo al oxígeno?

LUPITA Y tú te parecías a ese zorrillo de las caricaturas, con una tira blanca cubriéndote el cabello, y nos quedamos hasta que vimos amanecer. (Ambos sonríen.) No subas... hasta que acabe.


JOSÉ Sí.


José se va. Lupita pierde su mirada en el puerto de Veracruz. Sonríe. Su respiración se agita. Luego, todo cesa.




2
Ruido de la
fuente en
las rocas
sobre los muros de
piedra


Arriba de un edificio. Dos hombres de casi cuarenta años, vestidos de traje. Uno más encorvado que el otro. Miran hacia abajo.


HOMBRE 1 No parece tan alto.

HOMBRE 2 No. Pensé que me marearía, pero nada. Ni una náusea.

HOMBRE 1 Entre más rápido lo hagamos, mejor.

HOMBRE 2 Sí.


Se miran. Un abrazo espontáneo.


HOMBRE 1 Suficiente.

HOMBRE 2 ¿Estás listo?

HOMBRE 1 Como nunca antes.

HOMBRE 2 Suerte.


Otro abrazo.


HOMBRE 1 Deja de hacer eso, por favor.

HOMBRE 2 Perdón. A buena hora descubro mi debilidad. ¿Seguro que ya no hay otra opción?

HOMBRE 1 No. El diagnóstico positivo en la hoja fue muy claro.

HOMBRE 2 Bien, bien, siendo así.


Hombre 1 respira hondo. Parece que dará un salto. De repente, un sonido, el de una fuente.


HOMBRE 1 ¿Y eso?


Ambos voltean a todos lados, buscando el origen.


HOMBRE 2 Habrá una fuga...

HOMBRE 1 ¿En dónde?


Silencio. Cae una gota.


HOMBRE 2 Ah, mira, era lluvia.

HOMBRE 1 Es un chipichipi nomás.

HOMBRE 2 Entonces el ruido es (mecánico, memorizado) el del anuncio de una lluvia, como la agitación al cansancio y los suspiros al enamoramiento.

HOMBRE 1 ...

HOMBRE Lo leí, creo que era un poema...

HOMBRE 1 Eso me recuerda: dile a mi esposa que la amé lo más que pude, el tiempo que me fue permitido y de la forma que ella lo deseó, siempre. Di ese “siempre” desde el corazón, es importante.

HOMBRE 2 Pero... yo no la amo. No podría decírselo.

HOMBRE 1 Cuando pronuncies el “siempre” piensa en la persona que más quieres en el mundo. Se entenderá.

HOMBRE 2 No amo a nadie más, no amo a nadie menos. Notará el engaño.

HOMBRE 1 Por favor, es imperativo que entienda.


El sonido de la fuente se hace más fuerte.


HOMBRE 2 Lo intentaré, pero no prometo nada. Lo expresivo no es materia para mí. (Hombre 1 va a dar el salto. Hombre 2 lo detiene.) El sonido crece. Te suplico que no saltes.

HOMBRE 1 ¿Por qué?

HOMBRE 2 Una especie de mal presentimiento.

HOMBRE 1 Para gente como yo, los malos presentimientos son un mal chiste. (Salta.)

Hombre 2 fija su mirada al frente. El sonido de la fuente inunda el lugar.


HOMBRE 2 Parece que todo irá mejor, ahora...


Oscuro.




3
Viento del mar
de la noche,
en una isla