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El Santo
vs. El Santo



COLECCIÓN TEATRO EMERGENTE











Enrique Olmos de Ita






El Santo
vs. El Santo

El enmascarado de plata
contra sí mismo












EDICIONES EL MILAGRO



















En memoria y con admiración al hidalguense
más celebre, don Rodolfo Guzmán Huerta.

Y para Richard Viqueira, carnal.

Que Allah guíe nuestra senda enmascarada.










PERSONAJES








EDGARDO GORDILLO
Científico loco afincado en el corazón de Tepito,
profesor de secundaria


EL SANTO ENMASCARADO DE PLATA


EL SANTO ENMASCARADO DE PLATA
Clonado, o mejor dicho, pirata


MUJER ÁGUILACHIVA
Guardaespaldas de Edgardo


MUJER LOBOMOMIA DE GUANAJUATO
Guardaespaldas y jefa de prensa de Edgardo


BLUE DEMON O DEMONIO AZUL
Especie de narrador posmoderno



LUGAR Y TIEMPO
La gran ciudad de México.

Primero, la acción sucede en el laboratorio clandestino del científico loco Edgardo; después, en cualquiera de las calles de la gran ciudad y en la Arena México. Al final, en la imaginación.



ESTRUCTURA

Cuando la intención es la sátira y reproducir el discurso del cómic-fotonovela, las películas de humor involuntario del personaje principal y la cultura/folclor popular solo se puede apostar por la fragmentación, narración, diálogos, transposición de personajes, escenas atemporales y, sobre todo, grandilocuencia. La estructura de esta obra es como la lucha libre, ya todos sabemos de qué trata, conocemos de sobra su absurda naturaleza, deporte simulado, pero nos gusta ver los golpes. Y más: la sangre, aunque sea salsa de tomate.











1. EL DÍA SEÑERO


El Santo no era un gran luchador. Era bueno, si acaso.


Y tenía suerte (mucha), además hizo buenos amigos, sabía con quién y cómo relacionarse, estaba bien enchufado. Pero no era un fuera-de-serie, como muchos ignorantes han querido ver.


Tendríamos que repasar sus deficiencias técnicas, la lentitud de algunos movimientos y que se repetía sin cesar, lo mismo en sus películas que en el cuadrilátero.


No sé por qué a la gente le gusta lo aburrido.


La publicidad, el cine y una perra suerte lo han llevado a la historia como el más cabrón, el más picudo. Muy superior fue Black Shadow, el Cavernario, Huracán Ramírez, Tarzán López y desde luego, yo.


Sobre todo yo, aunque pocas personas se acuerden, porque en un país sin memoria, donde a la gente hasta se le olvida cómo se llama la calle en que vive, y eso que todas se llaman Juárez o Hidalgo, no se puede pedir mucho.


Lo derroté en el primer enfrentamiento que tuvimos en dos caídas seguidas, sin darle ni siquiera un respiro. Tal vez si hubiera perdido esa lucha ahora sería yo el gran homenajeado, el gran cabrón, el recordado Demonio Azul.


La historia es injusta, ni siquiera la escriben los vencedores.


Pero hasta la historia tiene sus revanchas, como en la lucha. Y eso es lo que justamente ocurría en uno de los agujeros más oscuros del barrio bravo.


En un laboratorio clandestino para copiar discos y películas, entre gran cantidad de reproducciones chinas de pantalones, zapatos e imágenes de la Virgen de Guadalupe, el profesor Edgardo preparaba su última y más lograda excentricidad.


ÁGUILACHIVA ¿Profesor?

EDGARDO ¿Qué quieres?

LOBOMOMIA ¿Ya vio la fecha?

EDGARDO ¡No fastidies, estoy viendo la tele! ¿No te das cuenta?

ÁGUILACHIVA Pero, profesor, aquí dice “hoy es el gran día, si lo lees y me estoy haciendo pendejo, recuérdamelo”.

EDGARDO ¡Cállate! Que va perdiendo el Atlante...


El gran día estaba marcado con un asterisco rojo que el profesor había pasado por alto, puesto que justamente el día señero de la raza humana había coincidido con la emisión en televisión abierta de un partido del Atlante. Sin embargo, sus fieles guardaespaldas insistían en señalar la omisión del jefe.


ÁGUILACHIVA Neta, mire...

EDGARDO ’ta madre... A ver, qué quieres...

LOBOMOMIA Mire, profesor...


Y la mutación mitad mujer y mezcla entre águila, lobo y chacal señaló con su gran pezuña animal el día que durante años habían estado aguardando.


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