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Aliaga Sáez, Felipe Andrés

Defensa de los derechos humanos de los migrantes y refugiados: El rol de las organizaciones del tercer sector en Colombia y Ecuador/ Felipe Andrés Aliaga Sáez, [y otros trece autores]; Editores; Felipe Aliaga Sáez y Wooldy Edson Louidor, Bogotá: Universidad Santo Tomás, 2019.

349 páginas; fotografías a color, gráficos, ilustraciones, mapas y tablas

Incluye referencias bibliográficas

E-ISBN: 978-958-782-219-9

1. Derechos humanos - Colombia 2. Desplazamiento forzado - Ecuador 3. Migración humana 4. Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia 5. Violencia política -Colombia 6. Emigración e inmigración - Aspectos sociales.

CDD 323.4                                 CRAI-USTA-Bogotá

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© Felipe Aliaga Sáez y Wooldy Edson Louidor, editores

© Wooldy Edson Louidor, Felipe Aliaga Sáez, Angélica Rocío López Granada, Vera Samudio, Marco Romero, Cristina Castillo Carrillo, Sabrina Lustgarten, Margarita Ron Ordóñez, Karina Sarmiento, Guillermo Robayo, Mauricio Burbano A. S. I., Piero Chiara, Fernando López F. y Alexandra Moncada

© Universidad Santo Tomás

Ediciones USTA

Bogotá, D. C., Colombia

Teléfono: (+571) 587 8797, ext. 2991

editorial@usantotomas.edu.co

http://ediciones.usta.edu.co

Corrección de estilo: Diana López de Mesa O.

Diagramación: Myriam Enciso Fonseca

Diseño de carátula: Juliana Pardo Torres

Imagen de carátula: Johannes Plenio - Pexels.com

Hecho el depósito que establece la ley

E-ISBN: 978-958-782-219-9

Primera edición, 2019

Se prohíbe la reproducción total o parcial de

esta obra, por cualquier medio, sin la autorización

expresa del titular de los derechos.

Conversión a epub

Manuvo Colombia SAS/ Mákina Editorial

https://makinaeditorial.com/

Contenido

INTRODUCCIÓN

HACIA LA COPRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTO SOBRE MIGRACIÓN FORZADA ENTRE EL TERCER SECTOR Y LA ACADEMIA

WOOLDY EDSON LOUIDOR Y FELIPE ALIAGA SÁEZ

CAPÍTULO 1

EL SERVICIO JESUITA A REFUGIADOS EN COLOMBIA. UNA HISTORIA DEDICADA A ACOMPAÑAR, SERVIR Y DEFENDER A LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO

ANGÉLICA ROCÍO LÓPEZ GRANADA Y VERA SAMUDIO

CAPÍTULO 2

LA CONSULTORÍA PARA LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DESPLAZAMIENTO, EL OBSERVATORIO DEL DESPLAZAMIENTO INTERNO Y EL REFUGIO POR LA VIOLENCIA EN COLOMBIA

MARCO ROMERO SILVA

CAPÍTULO 3

LA PRESENCIA DE LA MISIÓN SCALABRINIANA EN COLOMBIA

CRISTINA CASTILLO CARRILLO

CAPÍTULO 4

LA HEBREW INMIGRANT AID SOCIETY EN ECUADOR: ACOGER AL EXTRANJERO Y PROTEGER AL REFUGIADO

SABRINA LUSTGARTEN Y MARGARITA RON ORDÓÑEZ

CAPÍTULO 5

ASYLUM ACCESS ECUADOR Y SU LABOR PARA HACER REALIDAD LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS REFUGIADAS

KARINA SARMIENTO

CAPÍTULO 6

VEINTICINCO AÑOS DE LA MISIÓN SCALABRINIANA EN ECUADOR. HISTORIAS DE PROTECCIÓN DE DERECHOS

GUILLERMO ROVAYO CUEVA

CAPÍTULO 7

EL SERVICIO JESUITA A REFUGIADOS EN ECUADOR. EL RETO DE ACOMPAÑAR LA MIGRACIÓN FORZADA EN UN CONTEXTO CAMBIANTE

MAURICIO BURBANO A., PIERO CHIARA Y FERNANDO LÓPEZ F.

CAPÍTULO 8

CATHOLIC RELIEF SERVICES

ALEXANDRA MONCADA

SOBRE LOS AUTORES

Lista de figuras

FIGURA 1. SCALABRINIANOS EN EL MUNDO

FIGURA 2. SIMN, UBICACIÓN DE LOS PROGRAMAS A NIVEL MUNDIAL

FIGURA 3. JORNADA DE SERVICIO LEGAL DE AAE EN UNA DE SUS CLÍNICAS

FIGURA 4. NÚMERO DE ORIENTACIONES, CASOS DE PROCEDIMIENTO Y ACCESO A DERECHOS EN ECUADOR

FIGURA 5. PERSONAS BENEFICIADAS CON LOS SERVICIOS LEGALES DE AAE

FIGURA 6. NÚMERO DE CASOS DE AAE EN 2010 Y 2011

FIGURA 7. CASOS DE DCR ASESORADOS POR AAE ENTRE JULIO Y DICIEMBRE DE 2016

FIGURA 8. CASOS RELACIONADOS CON EL ACCESO A DERECHOS ASESORADOS POR AAE ENTRE JULIO Y DICIEMBRE DE 2016

FIGURA 9. TALLER CON REFUGIADOS SOBRE VIOLENCIA BASADA EN EL GÉNERO Y SOBRE VIOLENCIA SEXUAL

FIGURA 10. ALGUNAS MUJERES EMPODERADAS POR AAE

FIGURA 11. TRABAJO DE LA CONGREGACIÓN DE LAS HERMANAS MISIONERAS DE SAN CARLOS BORROMEO-SCALABRINIANAS CON UNA COMUNIDAD

FIGURA 12. MAPA DE ECUADOR, DIVISIÓN POLÍTICA

FIGURA 13. POBLACIÓN REFUGIADA Y MIGRANTE CON LA QUE TRABAJA LA MISIÓN SCALABRINIANA EN EL ECUADOR

FIGURA 14. AGENTES DE PERSECUCIÓN QUE PROVOCARON DESPLAZAMIENTO FORZADO AL ECUADOR

FIGURA 15. OCUPACIÓN DE LA POBLACIÓN REFUGIADA Y MIGRANTE COLOMBIANA EN EL ECUADOR

FIGURA 16. DISTRIBUCIÓN DE AYUDA HUMANITARIA EMERGENTE

FIGURA 17. IMPLEMENTACIÓN DE GRUPOS DE AUTOAHORRO Y PRÉSTAMOS

FIGURA 18. PROCESO DE FORTALECIMIENTO ORGANIZATIVO

FIGURA 19. ESPACIO DE PARTICIPACIÓN GENERADO POR LA MISIÓN SCALABRINIANA

FIGURA 20. SALDOS MIGRATORIOS DE ECUATORIANOS VERSUS SALDOS MIGRATORIOS DE EXTRANJEROS (1996-2017)

FIGURA 21. ESTRATEGIA GLOBAL DEL CRS

FIGURA 22. RECUPERARSE, CONSTRUIR Y CRECER

Lista de tablas

TABLA 1. CLASIFICACIÓN DE HUÉSPEDES ATENDIDOS EN EL CENTRO DE MIGRACIONES EN 2016

TABLA 2. SERVICIOS RELACIONADOS CON EL PROCEDIMIENTO DE DETERMINACIÓN DE LA CONDICIÓN DE REFUGIADOS PRESTADOS POR AAE

TABLA 3. SERVICIOS RELACIONADOS CON EL ACCESO A DERECHOS PRESTADOS POR AAE

TABLA 4. LÍNEA DEL TIEMPO: ACONTECIMIENTOS DEL JRS, NACIONALES Y MUNDIALES

TABLA 5. PRINCIPALES ALIANZAS Y REDES EN LAS QUE PARTICIPA EL JRS ECUADOR

TABLA 6. PROGRAMAS DEL CRS EN SURAMÉRICA 2012-2018

Lista de siglas

AAE Asylum Access Ecuador
Acnur Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
Afrodes Asociación Nacional de Afrocolombianos Desplazados
CEE Conferencia Episcopal Ecuatoriana
Celam Consejo Episcopal Latinoamericano
CER Comisión sobre Migraciones Forzadas, Exilio y Reconciliación
Cinep Centro de Investigación y Educación Popular
CNOA Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas
Coalico Coalición contra la Vinculación de Niños, Niñas y Jóvenes al Conflicto Armado en Colombia
CODHES Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento
CPDH Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos
CRS Catholic Relief Services
ELN Ejército de Liberación Nacional
Enade Encuesta nacional de hogares víctimas del desplazamiento forzado
Farc-EP Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército Popular, hoy Fuerza Alternativa Revolucionaria del ComÚn
FES-ILDIS Friedrich Ebert Stiftung-Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales
GAR-PAB Grupo Articulador Regional del Plan de Acción de Brasil
HIAS Hebrew Immigrant Aid Society
JRS Jesuit Refugee Service (en español: Servicio Jesuita a Refugiados)
NRC Consejo Noruego para Refugiados
OEA Organización de Estados Americanos
OIM Organización Internacional para las Migraciones
ONIC Organización Nacional Indígena de Colombia
ONU Organización de las Naciones Unidas
PMCD Plan Migración Comunicación y Desarrollo Ecuador-España
SIMN Scalabrini International Migration Network (en español: Red Internacional de Migración Scalabrini)
SINVJRNR Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición
SISDHES Sistema de Información sobre Desplazamiento Forzado y Derechos Humanos
SJM Servicio Jesuita a Migrantes
Unicef Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
UNODC Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito

Introducción

Hacia la coproducción de conocimiento sobre migración forzada entre el tercer sector y la academia

WOOLDY EDSON LOUIDOR Y FELIPE ALIAGA SÁEZ

Este libro que hoy presentamos al lector colombiano, ecuatoriano y esperamos “de todo el mundo”1 narra parte de la larga lucha por la defensa de los derechos humanos de las personas desplazadas, migrantes y refugiadas en Colombia y Ecuador, desde las voces de organizaciones del tercer sector de ambos países suramericanos.

Entendemos por tercer sector la definición brindada por el Observatorio del Tercer Sector de Bizkaia, a saber:

[…] aquel [sector] compuesto por el conjunto de iniciativas formalizadas en activo de la sociedad civil, con autonomía de gestión e independencia, de carácter no lucrativo y por norma general voluntario, y que orientan su actividad a la intervención social en sentido amplio, lo cual implica que tienen por finalidad la mejora del entorno social desde campos muy variados que desarrollan su actividad en y desde un territorio concreto. (2014, p. 8)

Además, según el Observatorio, el tercer sector busca dar respuesta a necesidades sociales y contribuir a la mejora del nivel de vida de la ciudadanía en general; sin embargo, habría un subsector denominado “tercer sector social o de acción social”, que mantiene las mismas características, pero cuya acción “está orientada de forma específica hacia los grupos vulnerables (en riesgo de exclusión) y excluidos de la sociedad y [que] se dedican a la intervención social con ellos” (2014, p. 9).

Es importante contextualizar la acción de las organizaciones del tercer sector relacionada con el tema migratorio en Ecuador y Colombia. En primer lugar, la realidad migratoria se ha complejizado en ambos países, dado que estos se han convertido no solo en territorios de origen, sino también en lugares de tránsito y destino de flujos migratorios globalizados de largas trayectorias. Africanos, asiáticos e incluso europeos circulan en los dos territorios en busca de hospitalidad. Ambos Estados enfrentan problemas migratorios —por ejemplo, con el éxodo de los venezolanos— que pretenden solucionar por medio de nuevos instrumentos legales y políticos. De allí que el libro presente estos dos estudios de caso, relevantes para el contexto migratorio en Latinoamérica y, en particular, para la lucha por los derechos humanos y la dignidad de las personas migrantes, desplazadas y refugiadas.

Colombia y Ecuador se caracterizan por una alta emigración, y en el caso de Colombia por el desplazamiento forzado interno y transfronterizo que persiste incluso después de la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno del presidente colombiano Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército Popular (Farc-EP), hoy Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) indica que “en Colombia, según el Gobierno, había 7.4 millones de desplazados internos registrados al terminar 2016” (2017, p. 36), era entonces el país con mayor número de desplazados internos del mundo, además de los 340 000 colombianos refugiados en el extranjero producto del conflicto armado (Acnur, marzo de 2017, p. 1) y los aproximadamente 4.7 millones de migrantes en el exterior, según se indica en la página web Colombia nos une (Información de interés, 2018).

Ecuador cuenta así con 60 524 refugiados colombianos reconocidos, 87.5 % del total de refugiados de distintas nacionalidades en ese país, esto sin tener en cuenta las 226 000 personas que solicitaron asilo entre 1989 y 2016 (Acnur, marzo de 2017, p. 1). Por su parte, Ecuador tiene entre dos y tres millones de conciudadanos en el exterior (Herrera, Moncayo y Escobar, 2012, p. 35). Además, recientemente, ambos países han recibido migración proveniente de Venezuela; la Radiografía migratoria Colombia-Venezuela (Ministerio de Relaciones Exteriores, 2017) calculaba que, a 31 de diciembre de 2017, en Colombia había 550 000 venezolanos. Según Acnur (septiembre de 2017, p. 1), entre 2016 y 2017 cerca de 236 000 venezolanos ingresaron a Ecuador, con un saldo migratorio de 62 000 personas. Lo anterior plantea una serie de nuevos retos en materia de refugio, integración y defensa de derechos de esta población.

La presente publicación da cuenta de la complejidad del fenómeno migratorio y de su evolución en los dos países mencionados, a lo largo de las últimas cinco décadas, aproximadamente, a partir de las narrativas, las experiencias y las reflexiones de organizaciones que han acompañado a las personas desplazadas, migrantes y refugiadas, y que han promovido y defendido sus derechos humanos y su dignidad. Dichas organizaciones conocen las virtudes, los vicios y vacíos de las medidas jurídicas, inacciones y políticas públicas de los Estados y Gobiernos; las tragedias, temores y esperanzas de las personas que viven estas situaciones; y la solidaridad e indiferencia de las sociedades. Es decir, conocen a fondo la realidad migratoria en todo su espectro.

Este lugar estratégico en el que se encuentran las organizaciones del tercer sector, y que se trata de capturar aquí, presenta otra faceta interesante de la realidad migratoria. Cuando, por lo general, es la academia, la llamada comunidad internacional, las autoridades nacionales o regionales —por ejemplo la Unión Europea— y los medios de comunicación quienes dominan los escenarios donde se discute el tema migratorio, la Universidad Santo Tomás y la Pontificia Universidad Javeriana decidimos con esta publicación escuchar a otro actor: las organizaciones del tercer sector. Queremos que ellas mismas presenten sus propias narrativas. Como se dará cuenta el lector desde el primer capítulo del libro, estas organizaciones narran de otra manera la migración: se alejan tanto de la estigmatización como de la victimización, tanto de la espectacularización como de la banalización.

Es una narrativa que pone los hechos siempre en contexto —con lujo de detalles— y que escoge con cuidado las palabras para describir y explicar. Da la palabra a la persona desplazada, migrante y refugiada; se centra en sus sufrimientos y también en sus fortalezas y esperanzas. Expresa un compromiso innegociable con la defensa de sus derechos humanos; sin embargo, no deja de convocar e interpelar siempre a todos los actores implicados para buscar de manera conjunta soluciones y aportar respuestas reales y satisfactorias.

En este momento en que el mundo enfrenta la segunda mayor crisis de migrantes y refugiados en casi todos los continentes tras la Segunda Guerra Mundial, y que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) busca —conjuntamente con todos los jefes de Estado y Gobierno— una solución a través de los Pactos Globales de Migrantes y Refugiados2, es necesario escuchar las voces de quienes tienen mucho que decir desde sus largas experiencias y sus profundos testimonios.

Por otro lado, las organizaciones que participaron en la elaboración del libro son muy reconocidas en ambos países —y algunas a nivel mundial— y por todos los actores relevantes para el tema: autoridades gubernamentales, organizaciones internacionales, académicos y la misma población desplazada, migrante y refugiada. Sus informes y posicionamientos públicos son una referencia obligada para quienes se encargan de tomar decisiones y para los estudiosos del tema.

Se trata, en Ecuador y Colombia, del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS, por sus siglas en inglés) y la Misión Scalabriniana; en Colombia, de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES), y en Ecuador, de la Hebrew Inmigrant Aid Society (HIAS), de Asylum Access Ecuador (AAE) y de Catholic Relief Services (CRS). Estas organizaciones3 se dedican a brindarle un servicio gratuito a la Introducción. Hacia la coproducción de conocimiento sobre migración población que se encuentra desplazada, refugiada o migrante, y si bien han tenido algún nivel de articulación con los Estados o Gobiernos y algunos de sus proyectos han sido financiados por entidades públicas, privadas y por la cooperación internacional, no pertenecen a ninguno de dichos organismos ni tampoco realizan actividades lucrativas.

Son organizaciones autónomas, muchas de ellas vinculadas a la Iglesia católica o a colectivos de derechos humanos. Esta autonomía institucional es fundamental para que puedan mantenerse fieles a sus principios y valores, y así, por ejemplo, conservar la neutralidad política, denunciar políticas migratorias violatorias de los derechos humanos y de la dignidad, lo cual nunca es bien recibido por los Gobiernos de turno.

En estas páginas se recogen las reflexiones de dichas organizaciones sobre la manera como han venido cumpliendo su misión, así como sus aprendizajes, los retos y dificultades que han encontrado en su labor de defensa de los derechos humanos en un contexto nacional, regional y global cada vez más hostil para las personas migrantes, desplazadas y refugiadas. Es un ejemplo elocuente de la lucha que libran a nivel global los defensores de los derechos humanos, derechos que son universales y, por lo tanto, deberían respetárseles a todas las personas, independientemente de si gozan de la ciudadanía o no.

Muchas de estas organizaciones, además, han sido pioneras en el trabajo con migrantes, desplazados y refugiados, incluso antes de que los Estados, la academia y la llamada comunidad internacional reconocieran esta dura realidad social y humana. Mucho antes de que el tema de migración fuera parte de la agenda pública, estas organizaciones ya se dedicaban a atender a esta población vulnerable mediante el acompañamiento espiritual, humano y psicológico, los asesoraban sobre sus derechos y las posibilidades de regularizar su situación legal, producían conocimiento sobre su situación humanitaria y sus condiciones de vida a través de la elaboración de informes especializados y técnicos, así como defendían sus causas ante las autoridades por medio de acciones de incidencia política.

Acá se pretende recoger el “repertorio de conocimientos” que estas organizaciones vienen produciendo sobre esta realidad en toda Latinoamérica, en particular en Colombia y Ecuador. Recordemos que no solo en Colombia —a causa del conflicto armado— y en Ecuador —debido a la crisis económica— se dieron grandes desplazamientos humanos; las dictaduras en Brasil, Uruguay y Chile, y las guerras civiles en Centroamérica, por ejemplo en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, produjeron el exilio de millones de seres humanos dentro y fuera de la región. Hoy día continúa este éxodo desde algunos países de Centro y Suramérica hacia diferentes puntos del planeta.

Se trata entonces de esbozar una sociología de este conocimiento, en la medida en que permite comprender las condiciones sociales en que se produjo dicho repertorio de conocimientos. Por ejemplo, en Colombia, ¿quién y cómo generó el conocimiento sobre el desplazamiento forzado interno a causa del conflicto armado?, ¿cuándo se empezó a nombrar y reconocer a los desplazados forzados internos?

El Estado colombiano tardó varios años en reconocer la realidad del desplazamiento forzado interno a causa de la guerra, a pesar de la insistencia de la Pastoral Social y de la CODHES, entre otras organizaciones que evidenciaron a través de múltiples informes la presencia de víctimas del conflicto armado —en su mayoría, campesinos— en las grandes ciudades del país. Fue clave el aporte de las organizaciones del tercer sector en términos de producción de conocimiento y de incidencia política para el reconocimiento jurídico de estas víctimas y para su atención como tales; la publicación, en febrero de 1998, de los Principios Rectores del Desplazamiento Forzado facilitó posteriormente la tarea.

Del mismo modo, en Ecuador fue clave el aporte de colectivos de ciudadanos, organizaciones de derechos humanos y de movimientos sociales para la promulgación de la Constitución Política de Ecuador de 2008, que propugna los principios de ciudadanía universal y libertad de circulación de todos los habitantes del planeta. Dichos principios fueron acompañados por una política pública que trataba de crear una agenda de movilidad humana que hiciera efectivo el goce de los derechos humanos y la participación de los migrantes en el país.

Finalmente, este libro es producto de una articulación entre dichas organizaciones y la academia. La Universidad Santo Tomás y la Pontificia Universidad Javeriana propusimos a estas organizaciones realizar una publicación que recogiera sus respectivas historias, filosofías, luchas en favor de los derechos humanos y perspectivas de cara al futuro inmediato. La metodología fue construida de forma conjunta, según la cual dichas organizaciones elaboraron libremente sus textos con base en unos puntos previamente sugeridos por los dos editores, pero sin que estos se convirtieran en una camisa de fuerza, sino que fueran pautas para que cada organización construyera con libertad su propio capítulo.

Cuando los capítulos fueron finalizados por las organizaciones, los editores los revisamos y trabajamos en ellos, tratamos de respetar y mantener siempre las ideas originales y el estilo de sus respectivos autores. Partimos del principio de que las organizaciones producen su propio conocimiento y que, desde la academia, podíamos aportar en el ámbito metodológico y conceptual para coproducir conocimiento sobre un tema tan importante para los dos países, para Latinoamérica y el mundo.

Este libro llena un vacío en varios campos:

En la historia de la migración en ambos países. El texto presenta, con cifras, informes, estadísticas y testimonios, la evolución de los diferentes rostros de la migración en ambos países, por ejemplo, el refugio, el desplazamiento forzado interno, la inmigración, el retorno y la manera como se han comprendido y enfrentado. Es una referencia obligada para quienes quieran comprender la historia de la migración en Colombia y Ecuador en las últimas cinco décadas.

En el reconocimiento del aporte de las organizaciones del tercer sector. El libro explica en detalle el papel de dichas organizaciones, desde sus propias voces y desde sus dinámicas institucionales y sus acciones de acompañamiento, defensa, protección, incidencia política, asesoría a la población migrante, desplazada y refugiada. Es una especie de autobiografía institucional en la que las organizaciones se narran a sí mismas y hacen una autorreflexión sobre su razón de ser, su actuar y el contexto complejo en el que se han venido desenvolviendo. Esto permitirá, por un lado, que las organizaciones se reconozcan entre sí, y que este sea un texto de consulta para impulsar acciones estratégicas conjuntas; por otro lado, ayudará a aumentar el interés de la ciudadanía en colaborar con sus actividades.

En la sociología del conocimiento del fenómeno migratorio y la coproducción de conocimiento. Como valor agregado, el texto esboza una sociología del conocimiento de la migración en cuanto muestra cómo algunos actores sociales —que no pertenecen ni al Estado ni a la academia— generaron insumos relevantes —cifras, informes, estadísticas, testimonios, aportes metodológicos, diagnósticos— que aportaron, en Colombia, al reconocimiento sociopolítico y jurídico avant-la-lettre de los desplazados forzados, y, en Ecuador, al reconocimiento constitucional de los principios de ciudadanía universal y de libre movilidad. De esta forma, es un aporte que puede ser un mecanismo articulador entre el mismo tercer sector, la academia, el Gobierno y la sociedad en general.

Bibliografía

Acnur (marzo de 2017). Actualización de la Situación Colombia. Recuperado de https://goo.gl/bMgAtf

Acnur (septiembre de 2017). Venezuela Situation Update. Recuperado de https://goo.gl/RMjYjU

Acnur (2017). Tendencias globales. Desplazamiento forzado en 2016. Madrid: Acnur. Recuperado de https://goo.gl/7sDvfg

Herrera, G., Moncayo, M. y Escobar, A. (2012). Perfil migratorio del Ecuador 2011. OIM. Recuperado de https://goo.gl/KGNgSf

Información de interés (2018). Colombia nos une. Recuperado de https://goo.gl/b5jV6N

Ministerio de Relaciones Exteriores (2017). Radiografía migratoria Colombia-Venezuela. Bogotá: Unidad Administrativa Especial Migración Colombia. Recuperado de https://goo.gl/4VVKSx

Observatorio del Tercer Sector de Bizkaia (2014). Acercamiento a la definición de tercer sector social. Documento para la reflexión en el marco del Libro blanco del tercer sector de Bizkaia. Bilbao: Observatorio del Tercer Sector de Bizkaia. Recuperado de https://goo.gl/4kUHiA

1Inspirados en la idea del portal De todo el mundo, impulsado por la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/detodoelmundo/).

2El 31 de enero y el 1 de febrero de 2018 se llevó a cabo en Bogotá la conferencia Colombia en el Pacto Global para Personas Migrantes y Refugiadas, en torno a la cual se presentó una declaración pública que puede consultarse en: https://goo.gl/5SQtvT

3El contacto con estas organizaciones por parte de los editores del libro se estableció a través de diferentes procesos de colaboración, en el desarrollo de investigaciones y construcción de estrategias de incidencia, entre la academia y el tercer sector, especialmente desde la conformación de la “Comisión sobre dent Migraciones Forzadas, Exilio y Reconciliación (CER)” (ver: https://cercomision.wordpress.com/).

Capítulo 1

El Servicio Jesuita a Refugiados en Colombia. Una historia dedicada a acompañar, servir y defender a las víctimas del conflicto armado colombiano

ANGÉLICA ROCÍO LÓPEZ GRANADA Y VERA SAMUDIO

Historia y trayectoria de la acción institucional

El Servicio Jesuita a Refugiados en Colombia (JRS)1 cumplió veintitrés años de presencia y acción en Colombia en septiembre de 2017. Este recorrido inició en 1994 con la decisión de la Compañía de Jesús (los padres jesuitas) de brindar una respuesta al desplazamiento forzado interno ocasionado por el conflicto armado, que en aquel momento causaba múltiples efectos nocivos en las comunidades más empobrecidas del país, las cuales, además, eran poco reconocidas, abordadas y atendidas por el Estado colombiano.

Los primeros pasos se dieron para realizar un proceso de diagnóstico, entre la Provincia Jesuita y el JRS Internacional, en torno al contexto de la guerra que atravesaba el país y el creciente fenómeno de desplazamiento interno, para lograr el discernimiento de las posibilidades y oportunidades que tendría la misión, y los alcances territoriales de acción. Este proceso de acercamiento a la realidad condujo a que, en agosto de 1995, empezara el primer proyecto de campo del JRS con un equipo de terreno en Barrancabermeja y una misión itinerante en toda la región del Magdalena Medio, con miras a hacer presencia donde las crisis humanas generadas por la violencia y el desplazamiento forzado lo demandaran.

En esta etapa de instalación, varios aspectos fueron relevantes y contribuyeron al despegue y la consolidación del trabajo del JRS. En primer lugar, la apertura y colaboración de la diócesis local, que se constituyó en el primer aliado para la instalación de la obra en Barrancabermeja y dio la pauta para establecer, como criterio metodológico para entrar a la región, el reconocimiento y respeto a la labor de la iglesia local, práctica que ha sido útil para la posterior apertura de equipos de terreno en otras regiones del país.

En segundo lugar, la presencia consolidada de la Compañía de Jesús en la región desde sus apuestas pastorales y sociales, que abonaron terreno valioso a través de la acción de las parroquias y el aporte del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio. Los años ya recorridos y el conocimiento construido acerca de las dinámicas locales a nivel social, cultural, político y económico, por parte de estas instancias, fueron contribuciones fundamentales para comprender la realidad del territorio.

En tercer lugar, la experiencia y el saber hacer del JRS en otros países de la región y del mundo, en los que, por lo menos desde hacía quince años atrás ya había hecho apuestas sociales y metodológicas a partir del compromiso por la justicia. Esto llenó de sentido la clase de servicio que buscaba ofrecer la institución en Colombia y el estilo en que se pretendía proyectar la acción a nivel regional en el Magdalena Medio, un estilo de trabajo ligero de equipaje, capaz de adaptarse al lugar y la necesidad, creativo ante las limitaciones del contexto, que opta por las personas más vulnerables y anima a sus colaboradores a estar “al lado de” las víctimas, actuando siempre desde una perspectiva de dignidad y derechos.

Así las cosas, dicho servicio se ofreció como una propuesta de trabajo exclusivo con personas desplazadas por las distintas formas de violencia presentes en la región del Magdalena Medio, y se estableció, al inicio, en los términos de un convenio interinstitucional con la Diócesis de Barrancabermeja, en noviembre de 1996. De igual manera, la labor del JRS se constituyó en una oferta de carácter eminentemente humanitario, inspirada en los principios de la Compañía de Jesús —el servicio a la fe y la promoción de la justicia del Reino de Dios en diálogo con las diversas culturas y religiones—, que fundamenta su misión en tres pilares: “Acompañar, servir y defender”, tal como lo estableció Pedro Arrupe desde la fundación de la obra (Carta del JRS, Roma, 19 de marzo de 2000).

El sentido de esta misión, las reflexiones de partida y los primeros esfuerzos realizados para moldear la apuesta internacional en el contexto local desde una mística propia llevaron a definir al JRS en Colombia como una comunidad de “artesanos de la vida”, que optan de manera preferencial por las víctimas del desplazamiento forzado más vulnerables y acompaña caminos orientados hacia su reconstrucción vital; lo que se traduce en trabajar para lograr la cesación en un futuro próximo de su condición de desplazados o de víctimas, para que vuelvan a ser ciudadanos con derechos. En este orden de ideas se establecieron los siguientes criterios de partida para definir el horizonte de servicio del JRS (1997):

El carácter humanitario del servicio. El JRS va más allá de las excluyentes diferencias económicas, religiosas, culturales, políticas y sociales, y le apuesta a la dignidad, se pone al servicio de todos los hombres y mujeres que sufren los efectos de la guerra y se encuentran en situación de destierro y desarraigo. Esta opción lleva a mantener absoluta libertad, neutralidad y autonomía frente a las razones de la violencia, poniendo la vida digna por encima, como valor supremo.

Las personas desplazadas son autónomas en la toma de sus propias decisiones. El JRS presta apoyo, acompañamiento, cercanía, solidaridad y presencia permanente, mas no sustituye la opción vital de definir un proyecto de vida. En una relación de diálogo y discernimiento se busca ayudar para que las decisiones sean las más acertadas de cara a la construcción de respuestas a los problemas y efectos nocivos generados por el desplazamiento.

El Estado tiene la responsabilidad primera de responder a las necesidades de las víctimas del desplazamiento. La acción del JRS se centra en ayudar a tejer las relaciones entre los desplazados y las instancias del Estado responsables de atender esta realidad compleja, defendiendo derechos y exigiendo respuestas, pero también dinamizando acciones coordinadas que conlleven a hacer efectivas las garantías constitucionales y legales de cada persona.

La realidad exige acciones conjuntas y coordinadas entre organizaciones regionales, nacionales e internacionales, gubernamentales y no gubernamentales. Es constitutivo de la manera de proceder del JRS el alimentar todas las posibles relaciones que beneficien respuestas adecuadas a la problemática del desplazamiento forzado.

Por ser un servicio desde la Iglesia católica, el JRS se inspira en el Evangelio para servir a todos los hombres y mujeres que sufren el drama del desplazamiento más allá de su condición religiosa.

Por último, se considera fundamental mantener una dinámica permanente y abierta de transparencia, aprendizaje y construcción del servicio para una clara y oportuna rendición de cuentas a todos los actores: los auspiciadores de las acciones, la población atendida, las instituciones aliadas y la opinión pública en general.

A partir de la definición de estos criterios de base para el trabajo en Colombia y como manera de aterrizar la misión al contexto, se determinó el carácter humanitario de la acción como eje fundamental, entendiéndolo a nivel interno y más allá de la teoría humanitaria como “una expresión de la conciencia y la sensibilidad de muchos que ante la tragedia humana, asumen su responsabilidad de ‘hacer algo’ que salve la vida [emergencia], que la proteja [prevención] y que la potencie [reconstrucción]” (Santos y Mejía, 2000). Estas tres premisas se convirtieron entonces en la primera enunciación de las áreas estratégicas del JRS Colombia:

La atención en emergencia.

La prevención del desplazamiento.

La transición hacia el restablecimiento.

Sobre estas bases se formuló en 1997 la primera versión del Proceso de reconstrucción integral del proyecto de vida (PRIPROVI) (JRS, 1997a), un esfuerzo metodológico y de sentido, que el primer equipo en el Magdalena Medio desarrolló para determinar el alcance de sus acciones, sus objetivos, la forma y el estilo de trabajo que se pretendía desarrollar. Esta propuesta se convirtió, además, en el primer plan estratégico trienal de la institución, que determinó la ruta de trabajo, la apuesta pedagógica y el quehacer institucional hacia el futuro.

Desde entonces, el JRS en Colombia ha venido afinando unas estrategias de intervención y acompañamiento a la población víctima del desplazamiento que, sin desconocer las exigencias de respuesta inmediata a las crisis humanitarias, apuntan también acompañar a la población desplazada en la búsqueda de soluciones duraderas que les permitan, ya sea retornar a sus antiguos hogares en condiciones de dignidad y seguridad, o integrarse adecuadamente a los lugares donde se han desplazado. Esta labor también exige un trabajo de prevención, para evitar que comunidades en riesgo de desplazamiento tengan que optar por salir a la fuerza de sus territorios, y un esfuerzo de incidencia y cabildeo para promover la defensa de sus derechos (JRS, 1997a, p. 21).

Dimensiones estratégicas de la acción en el proceso fundacional

En el Proceso de reconstrucción integral del proyecto de vida se establecieron estrategias para desarrollar una propuesta de acompañamiento a la población desplazada enmarcada en cinco dimensiones claves de la vida de cualquier ser humano: la espiritual, la psicoafectiva, la sociocultural, la económica y la dimensión política o de derechos.

La apuesta en la dimensión espiritual o de interioridad está centrada en apoyar la reflexión en torno al sentido de la vida, las creencias y la vivencia de la fe, y en aportar herramientas que contribuyan a la solución constructiva de las crisis de sentido que pudiesen generarse tras el desplazamiento. Teniendo en cuenta que el JRS en Colombia se fortalece en gran medida a partir del aporte de profesionales laicos, el desarrollo de la dimensión interior siempre ha sido un reto que aún hoy en día se mantiene. El apoyo de sacerdotes y escolares jesuitas2 en formación contribuye enormemente a que este enfoque se mantenga, al acompañar a las comunidades en sus expresiones y búsquedas relacionadas con la fe, de tal manera que desde allí también se contribuya a encontrar sentido a la vida en el ámbito personal y social.

En la dimensión psicoafectiva, la estrategia se centra en crear y poner a disposición de la población a la que se acompaña herramientas suficientes para apoyar el proceso de superación emocional de los efectos nocivos del desplazamiento forzado y la violencia, o aquellos que aparecen por causas asociadas al mismo. Se propende por el fortalecimiento de la resiliencia a nivel individual, familiar y comunitario. Se trata de apoyar procesos de reconstrucción de la autoestima, de desarrollo de nuevas redes de relaciones con y entre los sujetos de la comunidad, de superación de diversas clases de conflictos y de contribuir a la reconstrucción de la vida de las personas acompañadas.

La dimensión sociocultural se aborda desde el acompañamiento a las personas, familias y grupos en el proceso de arraigo a los nuevos contextos e incluso tras el retorno a los lugares de origen. Con este apoyo se busca darles valor a los diversos roles sociales de cada persona, a sus costumbres y creencias, a sus prácticas y formas de relacionarse, y desde allí, tender puentes de diálogo con otros, en clave de retejer los lazos rotos o crear unos nuevos que ayuden a crear comunidad. Así, el trabajo en esta dimensión hace referencia a la construcción de tejido social, a las formas de organización y de asociación en cada comunidad, a los procesos de educación formal y no formal que buscan fortalecer la confianza y la participación comunitaria.

A nivel económico, la propuesta del JRS le apunta a generar estrategias que favorezcan la supervivencia, tanto en el periodo inicial luego de que se ha producido el desplazamiento —con iniciativas orientadas a la seguridad alimentaria—, como en el posterior proceso de restablecimiento, con el desarrollo de proyectos de generación de ingresos, en busca del mejoramiento de las condiciones de vida. En esta dimensión se pretende, sobre todo, que la población desplazada y económicamente activa pueda vincularse dentro de los circuitos económicos locales o regionales para estabilizar y consolidar su situación económica. Lograr esta meta exige, además, un esfuerzo para que la población acompañada eleve su nivel de formación y sus capacidades, tanto en el área productiva como en la administrativa.

Por último, en la dimensión política y de derechos, se pretende apoyar a la población para que haga el tránsito de unas relaciones sociales construidas a partir de favores (compadrazgos religiosos o políticos, clientelismo, etc.) a unas relaciones construidas desde la conciencia y exigibilidad de los derechos y las garantías que les corresponden por ley. Se habla entonces de procesos que le permitan a la población desplazada o en alto riesgo de desplazamiento identificarse como sujetos de derechos y deberes, asumir su estatus jurídico y político, y desencadenar actividades orientadas a exigir sus derechos fundamentales, sus derechos civiles y políticos, y los derechos económicos, sociales y culturales de toda su comunidad.

Sobre la base de los criterios y el desarrollo de estas dimensiones, el JRS inició la expansión y consolidación de su apuesta institucional, lo cual condujo a que en 2001 se abrieran dos equipos más de terreno: en San Pablo, en el sur de Bolívar, y en Buga, en el Valle del Cauca. Luego, en 2002 se abrió el equipo de terreno en Tierralta, Córdoba; en 2005 en Buenaventura, Valle del Cauca; en 2007 en Soacha, Cundinamarca; en 2009 en Norte de Santander, y en 2013 en Nariño. En todos los casos, los pasos aprendidos en el proyecto piloto realizado en Barrancabermeja han servido de modelo: una fase diagnóstica inicial que permite entender el contexto y las oportunidades de acción, la definición de una oferta de servicios coherente con dicho contexto, el establecimiento de alianzas de partida con la iglesia local y con otras organizaciones presentes en el territorio, y el engranaje temático y metodológico con las apuestas estratégicas del JRS.

En la actualidad y tras veintitrés años de trabajo, la acción del JRS en Colombia se desarrolla en cinco territorios: en el Magdalena Medio (con acciones en Barrancabermeja, Tiquisio, Norosí y Río Viejo), en Norte de Santander (con acciones en Cúcuta, Puerto Santander, Tibú y en zona de frontera con Venezuela), en Nariño (con acciones en Pasto, Ipiales y en zonas de frontera con Ecuador), en Valle del Cauca (con acciones en la zona urbana y rural de Buenaventura) y en Cundinamarca (en el municipio de Soacha).

Criterios de base para determinar la acción territorial

Los criterios que guían al JRS para determinar los lugares para desarrollar su acción son tomados de las Constituciones de la Compañía Jesús (Directrices del JRS, 19 de marzo de 2000), en lo referente a la selección de actividades para toda la misión jesuítica. En concreto, el JRS opta por hacer presencia en los lugares donde existe la mayor necesidad, donde otros no hacen presencia o cubren otras carencias, donde se pueda lograr un bien más universal y donde se pueda prestar una contribución especial. En otras palabras, se opta por trabajar en aquellos lugares donde la labor pueda ser más efectiva y puedan aprovecharse mejor los recursos, ya sea debido a la propia experiencia, porque exista una presencia previa de la Compañía de Jesús o de otro organismo, o porque se considere que la iniciativa se convertirá en un catalizador para que se involucren otras personas o instituciones.

En lo que respecta a la acción en Colombia, estos criterios se complementan con el cumplimiento de las siguientes condiciones:

La intervención del JRS se mantiene en una zona siempre y cuando la problemática de desplazamiento forzado haya desencadenado efectos sociales, económicos, políticos y culturales importantes en dicha área, y en ese sentido su presencia se considere necesaria como una contribución a la misión del JRS.

La labor del JRS debe conducir al establecimiento de procesos sostenibles en las comunidades, de modo que en un momento dado no se requiera su presencia en el territorio. Por tanto, la permanencia en un lugar está vinculada a los resultados del trabajo y, eventualmente, puede llevar a plantear su salida de una región o subregión, en cuyo caso se busca desarrollar procesos de cierre y retroalimentación de aprendizajes coherentes y respetuosos con las dinámicas locales de la población acompañada.

La contribución del JRS debe hacerse en territorios donde la presencia de otras entidades e instituciones es menor y por tanto su aporte hace una diferencia significativa. No obstante, el JRS actúa de todas las maneras posibles para visibilizar ante las instancias responsables las situaciones y necesidades de las comunidades acompañadas y jalonar su acción y toma de decisiones en busca del mejoramiento de la calidad de vida de la población.

Cuando se identifica una situación que plantea la urgencia de hacer ajustes en cuanto a la presencia del JRS en una región, el equipo realiza un análisis de las circunstancias y las condiciones que requieren ajustar la acción o incluso que conduzcan a la salida del territorio.

Contar con recursos suficientes que hagan viable económicamente la acción es determinante para la permanencia en un territorio o para la apertura de una nueva acción. La disminución de los recursos o la ausencia de financiamiento pueden hacer inviable la presencia institucional en un territorio determinado.

El acompañamiento, un estilo de trabajo

De los tres puntales de la misión del JRS, uno se convierte en el elemento articulador de los demás y en el factor identitario de la institución: el acompañamiento como la fuerza motriz de todas las acciones. Este es el tipo de trabajo que caracteriza e identifica la apuesta y aquello por lo que más y mejor se conoce a la institución, sobre todo entre las mismas comunidades atendidas (JRS, 2013).

Lejos de la vaguedad que el término puede suscitar, en el JRS se ha intentado delimitar desde lo conceptual y metodológico, a partir de lo cual se considera un estilo de trabajo. Así se entiende el acompañamiento como la posibilidad de generar y apoyar procesos de reconstrucción del proyecto de vida de las personas desde una relación cercana y transparente, en los cuales se potencien su creatividad, autonomía y autogestión. En este sentido, el JRS le apuesta en especial al “estar con” más que el “hacer por”, en una relación de reconocimiento de la humanidad del otro en la que no necesariamente la ayuda material es lo más importante o lo que mejor responde a la realidad y problemática del sujeto.

En relación con esto, el estilo de acompañamiento que se desarrolla es una forma de reconocer a las personas como sujetos “cuyas necesidades van más allá de aquellas que pueden ser satisfechas por los proveedores de servicios” (JRS, 2013, p. 32) y, por lo tanto, requieren de un apoyo que sobrepasa la visión de la víctima objeto o beneficiaria de ayuda, para centrarse en el encuentro vital con el sujeto vulnerado. En este sentido, la provisión de bienes o servicios de cualquier categoría, en la perspectiva del JRS, se convierte solo en un medio y se contempla de manera exclusiva en los casos en que pueda contribuir a la reconstrucción de la vida digna del sujeto.

En otras palabras, llevar a la práctica el acompañamiento supone para el JRS cultivar la capacidad de “reconocer y aceptar al otro vulnerado como sujeto de su propia historia”, por lo cual:

[…] el tiempo de relación que busquemos establecer a través de la solidaridad será respetuoso y efectivo en favor de la creación de las condiciones para que la vida se reconstruya. Cada sujeto de nuestra solidaridad es único. De ahí la necesidad de acudir a la dinámica de ponernos en los zapatos del otro para hacer vital y real el contacto que nos haga capaces de situar al otro en el centro y no en nuestros intereses institucionales o personales. (Santos y Mejía, 2000, p. 65)

El JRS busca entonces alejarse de la perspectiva de las “buenas acciones” que desde visiones paternalistas pretenden cubrir las necesidades de las personas víctimas del desplazamiento forzado, mirándolas desde un estadio superior en el que se ignora la capacidad innata del sujeto de tomar decisiones sobre su vida. Se entiende que la provisión de servicios —ayudas humanitarias, asesorías legales, capital semilla para la generación de ingresos, entre otros— son acciones relevantes solo en la medida en que se consideran como pasos hacia el restablecimiento de las condiciones para que el sujeto pueda retomar su vida con dignidad, desde una mirada integral y sostenible:

La forma de acompañamiento que desarrollamos, desde la experiencia con la población víctima de desplazamiento en las regiones donde trabajamos, pretende ser una apuesta desde el no-poder, desde el desmonte de relaciones desequilibradas entre quienes detentan las oportunidades y los que han sido excluidos de las mismas. Pretendemos escuchar antes que hablar, crear espacios y condiciones para que fluya la palabra de los que usualmente son silenciados. En este sentido no nos asusta la espera paciente, para que los protagonistas de este camino, hombres y mujeres sobrevivientes al desplazamiento y a la situación de vulnerabilidad, sean quienes gestionen e implementen sus proyectos de vida. (JRS, 1997a, p. 10)

Acompañar significa también para el JRS Colombia el ejercicio de escuchar, de forma atenta y respetuosa, la palabra del sujeto vulnerado. Significa construir la línea base de las acciones desde el mensaje y la realidad contada por la persona acompañada, permitir en los diagnósticos, proyectos, planeaciones y evaluaciones su participación. Implica ser abiertos, estar atentos, frenar muchas veces las ganas de hablar para preestablecer soluciones desde fuera. Escuchar significa recibir al otro, valorarlo como interlocutor y tomarlo en serio, creyendo en él.

Asimismo, acompañar supone desarrollar el arte de hacer las preguntas adecuadas y pertinentes, que ayuden a las personas a despertar la creatividad y que permitan la búsqueda de nuevos caminos que rompan las rutinas de sometimiento, miedo y resignación. El acompañamiento, entonces:

Es la disciplina del preguntar más que del responder, el mecanismo que permite aportar a la ampliación de los horizontes de vida de las personas acompañadas desde ellas mismas, a nivel personal en cuanto aporta a la recuperación de sueños perdidos y proyectos interrumpidos, y a nivel comunitario en cuanto aporta a la reconstrucción colectiva de un proyecto de vida desde el ejercicio pleno de la propia ciudadanía. (JRS, 1997a)

Las personas sujeto de la acción institucional del JRS en Colombia

Por mandato, el JRS trabaja con población que ha sido obligada a desplazarse por condiciones sociopolíticas difíciles o por el conflicto armado, ya sea que se encuentren en situación de desplazamiento interno en su propio país, o que estén en búsqueda de protección internacional o refugio cuando han cruzado la frontera de su país de origen hacia otro país. En el caso de Colombia, el foco de atención del JRS