A Martita Mayordomo Casares,

que me inspiró al hada Martita,

y al resto de hadas de Bastiagueiro:

su hermana María,

Kira González Casares,

Cristina Arambula Casares

y Paloma Zuleta Casares.

Pupi ha ido a casa de Rosy a pasar la tarde. Ella lo recibe vestida de hada. Pupi la contempla boquiabierto. ¡Parece un hada de verdad! Tiene una malla de color rosa con una fresa bordada en lentejuelas, y una falda corta confeccionada con varias capas de tul de color rosa pastel y fresa.

También las medias y las zapatillas son de color rosa palo, al igual que la corona de flores que lleva en el pelo.

Pero lo que le da más aspecto de hada son dos alas hechas de un tejido sumamente delicado y la varita dorada que lleva en la mano.

–¡Estás requeteguapilinda, Rosy! Te pareces al hada Merengada –dice Pupi.

–Gracias, Pupi. También mi mamá ha hecho para ti un disfraz de duende.

Pupi, emocionado, se prueba el disfraz de color verde con el gorro a juego.

–¡Jocomola! Soy igualito que Peter Bread! –exclama orgulloso.

Rosy se muere de la risa.

–Es Peter Pan, Pupi, no Peter Bread.

–Pero si Peter es ninglés, pan tendrá que ser bread –le replica él, con toda la lógica del mundo.

Y se va corriendo adonde está cosiendo la mamá de Rosy, a darle un pupiabrazo.

El cuarto de costura se ilumina como si acabara de entrar el sol a darles las buenas tardes.

–Muchas gracias, mimamá. Es un disfraz superestupenfástico –le dice.

Pupi llama de ese modo a todas las mamás de sus amigos. No entiende que si ellos las llaman así, él tenga que llamarlas por otro nombre.

Luego se va con Rosy a su cuarto para jugar a hadas y duendes.

–¡Ojalá tuviera polvillo dorado de hada para poder volar! –suspira ella.

Le encanta el mundo de las hadas, y sueña todas las noches con ellas. Tiene libros, cromos, muñecas, cartas...

Pupi se queda un momento pensativo y sale de nuevo disparado hacia la cocina. Se ha acordado de que Conchi guarda en un pequeño frasco polvillo dorado, y está seguro de que la mamá de Rosy también tendrá uno.