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A Rodrigo Gutiérrez


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Es muy difícil encontrar otra circunstancia [además del estado de gol] que impulse a darle puñetazos al aire y soltar un alarido.

El resorte que activa al fan tiene claves internas —agravios, deseos de reparación, supersticiones, anhelos incumplidos—que se condensan al ver la pelota en la red.

JUAN VILLORO

La timidez me ha ayudado a triunfar.

Mis padres me educaron dándome cariño y protección. Y eso que mi padre nunca me expresó su amor con palabras, nunca me dijo “Te quiero”.

Y, sin embargo, yo sabía que me quería más que a nada.

ZINÉDINE ZIDANE

I

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ESTOY enojado. Cuando uno se enoja, cruza los brazos, tuerce la boca y se pone de mal humor. Tengo los brazos cruzados, pero no puedo torcer la boca porque uso braquets y me lastiman.

Eso de los braquets está pesado, pero ni modo, los necesito. Ya llevo tres semanas con ellos y ahí voy más o menos, aunque lo que sea de cada quien, la mayor parte del tiempo hasta se me olvida que los tengo. Cuando me conociste no los usaba, me los puso aquí la dentista de mi prima Isabel, que le dejó los dientes parejitos, parejitos. Y no es por nada, pero qué bueno que se los arreglaron porque con todo y sus dientes bonitos es medio nerd.

Estoy de un humor que no tengo ganas de hablar, y no es que sea un perico de feria, como diría mi mamá, pero no se me antoja ni abrir la boca.

Cuando estoy tan enojado, respiro profundamente, cuento hasta diez y escribo lo que pienso y lo que siento para calmarme, porque un día pateé una pared del comedor y me rompí el dedo gordo del pie derecho y estuve vendado tres semanas, que son muchas. ¡De verdad! ¡Anduve tres semanas con una muleta, no sólo incómodo, sino con el temor de no volver a jugar futbol! ¿Qué tal si me quedaba el dedo chueco?

Otra vez estaba tan furioso que rompí un juego de armar, y mi papá me castigó una semana sin chatear: le puso un candado a la computadora y en ella sólo podía hacer la tarea. No pude consultar ninguna página de internet porque por más que intenté romper el seguro, no lo logré.

Así que mejor me controlo, respiro hondo, cuento hasta diez y pienso que ése es el número de mi futbolista favorito. Luego recuerdo su forma de patear la pelota, sus goles, y me voy calmando poco a poco. Es como cuando te sacan tarjeta amarilla porque se te pasó la mano marcando a un contrario, y te calmas o te calmas.

II

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¿TE GUSTA el número diez? Para mí es un número mágico, de buena suerte. Si estudiaste un poco y te acuerdas de las explicaciones del maestro, pasas el examen con diez. ¿No es suerte? Si sumas los cuatro primeros números, 1 + 2 + 3 + 4, el resultado es diez. ¿No es magia? Y si le quitas el cero queda el uno. El número uno, el primero. Como quien dice, se vuelve a comenzar.

Todos quisiéramos ser los primeros, ¿no? Yo quería ser el primero en la lista de la escuela, pero soy m de Morales, siempre de los últimos. Soñaba con pasar lista, desaparecer y regresar al salón cuando fueran en la z. Como me la pasaba soñando eso, el profesor me regañaba:

—¡Morales!, ¡despierte o le pongo falta!

Un día que le conté ese deseo a mi papá, me dijo que mi sueño se cumplía porque la imaginación me llevaba a otro lado mientras pasaban lista. Ahora mi deseo es que mientras hago un examen, llegue otro a contestarlo, o que me sople al oído las respuestas. Sería padrísimo, ¿no crees?

¿Te gusta el futbol? A mí me parece el mejor deporte del mundo. Sé que no a todas las chavas les gusta, pero cuando son aficionadas, pueden ser mucho más entusiastas que los chavos, ¿no? Te voy a poner un ejemplo: la tía de Mario.

La tía de Mario era porrista de los Monarcas. ¡La hubieras visto!, sabía más que nosotros de futbol. Cuando íbamos en primaria, Mario decía que su tía Paca era su entrenadora y su consejera. Y él era bueno para los goles y para marcar. Un día nos llevó al estadio y vimos el partido atrás de la portería. Hasta nos daban ganas de parar el balón.

El número diez es mi favorito porque lo llevó Zizou, es decir, Zidane. Zinédine Zidane, el mejor futbolista del planeta, el que más admiro. Has oído hablar de él, ¿verdad?

No sé si recuerdas que fue expulsado en el campeonato mundial de Alemania por darle un cabezazo a Materazzi. ¿Te suena?

Voy a hacer un blog de Zidane, y subiré a la red todas las fotos que he ido coleccionando y que te mostraré un día. Tengo más de ochenta en dos álbumes que me regaló mi papá.

Sólo pocos saben que el cabezazo a Materazzi no fue el primero que daba Zizou en su carrera: el 24 de octubre de 2000 le dio uno a Jochen Kientz del Hamburgo, y lo castigaron con cinco partidos sin poder jugar.

Zidane tiene su mal genio, no vayas a creer que es un santo. Pero, ni modo, es mi futbolista favorito y debe hacer un esfuerzo, como yo, para controlarse. Pensar en él me ayuda a no descuidarme.

También Ronaldinho es el número diez. Según mi papá él es el número uno después de Zidane. ¿Será?

Así que después de contar hasta diez y pensar en algún gol de Zizou, me siento menos enojado, pero no del todo tranquilo ni mucho menos contento. Sólo que me aguanto las ganas de patear la pared. Por eso te estoy escribiendo, lo hago para calmarme y porque tengo ganas de hablar contigo.

Pienso que es mejor escribirte para que me conozcas, que contarme a mí mismo lo que ya sé hasta el cansancio. Sería como meterme un autogol, ¡qué caso!