La Historia universal
en 100 preguntas

La Historia universal
en 100 preguntas

Luis E. Íñigo Fernández

Colección: 100 preguntas esenciales

www.100preguntas.com

www.nowtilus.com

Titulo: La Historia universal en 100 preguntas

Autor: © Luis E. Íñigo Fernández

Director de la colección: Luis E. Íñigo Fernández

Copyright de la presente edición: © 2016 Ediciones Nowtilus, S.L.

Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 Madrid

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Elaboración de textos: Santos Rodríguez

Revisión y adaptación literaria: Teresa Escarpenter

Diseño de cubierta: eXpresio estudio creativo

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública
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ISBN Digital:978-84-9967-798-9

Fecha de publicación: Octubre 2016

Depósito legal: M-31293-2016

¿POR QUÉ UN LIBRO COMO ESTE?

Parece una pregunta obligada. En un mercado editorial tan saturado como el español actual, con más de setenta mil nuevos títulos cada año, muchos de ellos dedicados a la historia, es necesario justificar la necesidad de uno más. Y estoy convencido, querido lector o lectora, de que este que ahora sostiene en sus manos o ha llamado su atención desde las estanterías virtuales de internet, quizá dudando si adquirirlo o no, es necesario, interesante, entretenido y útil. O al menos esa fue mi meta cuando lo escribí.

Las tres últimas virtudes serán quienes lean este breve libro los que han de juzgar si las posee o no; respecto a la primera, creo que les debo una explicación. ¿Por qué considero necesaria una obra como esta? Sencillamente, porque no existe ninguna similar en el terreno de la historia.

La hay, dese luego, y magnífica, en el de las ciencias naturales. Isaac Asimov, gran divulgador científico, amén de maestro consumado de la ciencia ficción, publicó ya hace más de cuatro décadas sus Cien preguntas básicas sobre la ciencia, una obra muy breve, de poco más de trescientas páginas, que ha ayudado en buena medida a incrementar la cultura científica de los profanos del mundo entero.

En el terreno de la historia existen, por supuesto, buenas obras de síntesis. Se trata, casi siempre, de crónicas de la humanidad en un solo volumen que, con ambiciosas o humildes pretensiones literarias, pueden servir de manera excelente como introducción al conocimiento del pasado, o como mero divertimento erudito, pero sin duda han venido a mejorar también el saber histórico de muchos lectores, aficionados o no a la disciplina. Pero su formato es el de una narración continua; si se responden preguntas que pueden surgir en la mente de quien a ellas se acerca, no es de modo sistemático y explícito. Y esto supone un problema: a veces el lector no se hace las preguntas adecuadas y a veces se las hace, pero quedan sin respuesta.

En los últimos años han proliferado también libros que, aunque resultan en apariencia similares a los anteriores, son, a mi entender, todo lo contrario: una suerte de reverso tenebroso y perverso de la literatura de divulgación. Se trata de los célebres Los mil libros que todo el mundo debería haber leído… Desde mi punto de vista, por supuesto del todo personal y sin pretensiones de infalibilidad, estas obras ponen en evidencia algo muy triste sobre la sociedad actual. A diferencia de los otros, que pueden y deben servir de introducción culta a lecturas posteriores, e incluso, cuando están bien escritos, animan a llevarlas a cabo, estos libros alimentan una peligrosa tendencia en imparable crecimiento en los últimos tiempos: el adocenamiento y la superficialidad de la actual cultura de masas.

En un mundo como el actual, en el que tantas personas, víctimas del estrés y los horarios laborales irracionales, no son capaces de encontrar tiempo para la lectura, libros como esos pueden servir para aparentar que se posee el mínimo de conocimiento que llevaría mucho tiempo adquirir por medios convencionales, esto es, leyendo las obras, ya originales, ya de alta divulgación, que permiten adquirirlo de verdad. Su resultado se aprecia enseguida en las charlas de café y las tertulias de salón, pero no donde debe apreciarse de verdad: en la formación de una opinión propia sobre la realidad, en la actitud, en fin, de las personas hacia el mundo que les rodea.

Y eso es, precisamente, lo que este pequeño libro persigue: ayudar a quienes lo lean a comprender mejor el mundo en el que viven, a formarse opiniones propias sobre él. Porque interrogarse sobre el pasado es interrogarse sobre el presente, y comprender la historia es comprendernos mejor a nosotros mismos, no como individuos, pero sí como sociedad. Y es que, como ya escribiera José Ortega y Gasset, los seres humanos no tenemos naturaleza, tenemos historia.

Almorox, Toledo, 15 de julio de 2016

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