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Akal / Arqueología / 3

Dirección de la serie:

Marisa Ruiz-Gálvez Priego

Alfredo González Ruibal

La experiencia del Otro

Una introducción a la etnoarqueología

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Diseño cubierta: Sergio Ramírez

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© Alfredo González Ruibal, 2003

© Ediciones Akal, S. A., 2003

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-460-3624-1

Para Ana

Quien encuentre dulce su patria es todavía un tierno aprendiz; quien encuentre todo suelo como el nativo, es ya fuerte; pero perfecto es aquel para quien el mundo entero es un lugar extraño. El alma tierna fija su amor en un solo lugar en el mundo; la fuerte extiende su amor a todos los sitios; el hombre perfecto ha aniquilado el suyo.

Hugo de S. Víctor (s. XII), citado en E. W. Said (1994).

En esta vida, ¿cuándo cesará mi errar, como llevado por el viento?

Mi casa está en el Suroeste.

Mas siempre hacia el Sudeste he de partir.

Su Dongpo (s. X).

Prólogo

Un manual de etnoarqueología en España puede parecer fuera de lugar, si tenemos en cuenta que en la actualidad sólo existe una obra de síntesis sobre la materia –que ha sido escrita por dos investigadores anglosajones– y que en nuestro país los autores que han trabajado en este campo se pueden contar con los dedos de una mano. Pero una disciplina que ha gozado de un desarrollo tan importante en los últimos años y que ha influido de forma determinante (mucho más de lo que normalmente se piensa) en el desarrollo de la arqueología, no debería encontrarse restringida a la esfera anglosajona. Por otro lado, en un mundo progresivamente globalizado para bien y para mal, donde la diferencia es cada vez menos diferencia y donde, sin embargo, el Otro aparece cada vez más habitualmente compartiendo nuestro suelo, la etnoarqueología nos ayuda a comprender la alteridad y ser más críticos con nuestra propia tradición cultural. En este libro se intenta pasar revista apresurada a algunos de los temas que más han interesado a la etnoarqueología –la relación entre tecnología y sociedad, la formación del registro arqueológico, estilo y fronteras– y a otros que han preocupado menos pero que cada vez poseen un lugar más importante en las ciencias sociales en general y en las cuales la etnoarqueología tiene mucho que decir –el género, la infancia, la identidad–. A lo largo de las siguientes páginas se utilizan los términos preindustrial, premoderno y tradicional para hacer referencia a las culturas que más habitualmente estudia la etnoarqueología y que se encuentra fuera de la órbita capitalista (todo lo fuera que se puede estar en estos momentos). Ninguno de los tres conceptos es satisfactorio, al contrario, son francamente criticables. Quizá sería mejor hablar de pueblos aindustriales o amodernos, ya que, aunque seguiríamos siendo «nosotros» el referente, al menos ya no consideramos que se encuentran en un estadio anterior (pre-) al nuestro. El recurso a los términos habituales se justifica por estar generalizados en la antropología y por el deseo de no introducir nuevos conceptos que seguirían poseyendo un significado ambiguo. Otro problema considerable lo constituye hablar de sociedades de cazadores-recolectores, agricultores de roza, agricultores sedentarios, etc. Se trata de un esquema evolucionista que ha tenido un enorme peso en la disciplina (al igual que en la arqueología y en la antropología) y que aquí se utiliza por mera comodidad, pese a todos los problemas teóricos que plantea.

Mi contacto con comunidades preindustriales, al igual que mi introducción en el mundo de la etnoarqueología, se lo debo a Víctor M. Fernández, profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Los datos referentes al oeste de Etiopía que aquí se recogen proceden del proyecto en el Nilo Azul, que él dirige y en el que yo participo. En buena medida se encuentran inéditos. Ignacio de la Torre Sainz, especialista en tecnología paleolítica, ha leído y criticado la parte referente a los materiales líticos. Francisco Miguel Gil García, que realiza su tesis sobre el área andina, me ha proporcionado bibliografía sobre Sudamérica. Mi padre, Constantino, ha leído el texto y ha corregido los errores estilísticos. Cuando el trabajo ya estaba prácticamente acabado, una estancia en la Universidad de Stanford (California) me permitió conocer directamente a algunos de los investigadores que han influido de forma clave en la etnoarqueología: Lewis Binford, Michael Schiffer, William Rathje, Ian Hodder y Patty Joe Watson. A esta oportunidad se deben algunas matizaciones y reorientaciones de última hora en el texto. Mis agradecimientos van dirigidos a Bill Rathje y Michael Shanks por permitirme asistir a los seminarios en que participaron los investigadores mencionados.